La entidad fabril controlada por Paolo Rocca modera su apoyo al gobierno por presiones internas. Publicó un duro documento que retrata el desplome de la industria.
El brutal desplome de la actividad empezó a tensionar a la Unión Industrial Argentina (UIA), que controlada por Paolo Rocca, venía desplegando un apoyo blindado a la gestión de Javier Milei, pese al evidente sesgo anti industria de sus políticas.
La entidad publicó este miércoles el tercer informe de actividad industrial con datos correspondientes al mes de febrero, en línea con el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) que da a conocer el Indec con dos meses de letargo.
La tendencia a la baja que revela este último informe confirma que la caída se concretó en 9 de los 12 rubros medidos. Las mayores bajas se dieron en minerales no metálicos con un impresionante 24,8% -por menor demanda de la construcción-, y en el sector automotor con un 19,0%, por la caída de ventas en el mercado interno. Esta reducción también golpeó a la producción de metalmecánica que cayó un 13,5%.
En sentido contrario, hubo crecimiento en el sector de alimentos y bebidas 1,8%, papel y cartón 3,5% y refinación de petróleo 0,9%; sectores beneficiados por el actual modelo de precios liberados. Estas disparidades explican en parte las tensiones internas en la entidad. Su actual presidente es Daniel Funes de Rioja, abogado de la Copal, la cámara que nuclea a las alimentacias, todas muy beneficiadas por la devaluación.
La pregunta que se impone es a qué responde el apoyo blindado de la UIA a un gobierno que en la práctica está destruyendo el entramado industrial.
El dos veces presidente de la UIA y ex ministro del peronismo, Jose Ignacio de Mendiguren, respondió a LPO: «La Unión Industrial no representa la unanimidad industrial argentina, el control está en manos de las multinacionales muy vinculadas a la economía primaria en tanto la resistencia la encarnan empresarios nacionales desarrollistas».
Según Mendiguren la UIA está en manos de Techint, una empresa cuyo interés esta cada vez más vinculado a la exportación de gas y petróleo, con su operación en Vaca Muerta. «Paolo Rocca se quiere quedar con la representación como interlocutor válido ante el poder político. Lo mismo se refleja en la COPAL o en AEA. La estrategia es controlar la representatividad del sector», reflexionó De Mendiguren.
Mientras que otro dirigente importante de la entidad, que pidió permanecer anónimo para hablar con libertad, explicó que la crudeza del cuadro que retrata el último informe de la UIA insinúa un giro en la posición condescendiente ante el gobierno: «Se ven las presiones internas de madereros, metalúrgicos, y otras industrias que estan siendo sumamente afectadas por las políticas de este gobierno, y le mueven los cimientos a la conducción amigable de las multinacionales».
De cara al futuro la preocupación de una parte de la UIA pasa por dos lados: la suba de costos y pérdida de competitividad. «No cambió el tema crediticio, no hubo alivios fiscales y subieron fuerte los costos en dólares», precisó un industrial, que agregó como segundo factor la baja de la demanda del mercado interno por caída del poder adquisitivo.
«El impacto muy fuerte en la parálisis total de la obra pública impacta en algunos sectores», agregó el dirigente consultado.
Lo cierto es que la tensión entre industrias exportadoras, mercado internistas o vinculadas al sector público nacional atraviesa a la UIA históricamente. En coyunturas críticas revive el debate entre dolarizadores que promueven los sectores que se dedican a la exportación y los devaluadores que apuestan a la competitividad. Se dió ante el proceso privatizador de la década del 90, y resucitó en medio de la crisis de la convertibilidad en el año 2001.
Los estudiosos del tema subrayan que el comportamiento de los industriales argentinos presenta grandes diferencias con la defensa de su sector que hacen otras burguesías indutriales de la región, como la brasileña.
«El comportamiento de los industriales argentinos esta signado por un fuerte componente ideológico. Son gorilas por definición y a veces esto pesa más que las propias ganancias», reconoció un ex presidente de la entidad.
Siguiendo esta línea resulta interesante trazar el paralelismo con la FIESP, la poderosa federación industrial de San Pablo. «Brasil apostó a un modelo de desarrollo que no abandonó ni siquiera con la dictadura. Los empresarios brasileños están comprometidos con ese modelo», explicó De Mendiguren.