Silencio de la UCR ante el D’Alessandro-gate. Que el Pro pague el costo.

Hermetismo en las tribus radicales. Resquemores por lo bajo contra la carta de Cimadevilla y las críticas de Storani. La pelota a Morales.


El radicalismo se recluye en un silencio de radio frente al escándalo que golpea de lleno al socio PRO por los chats filtrados que involucran al ministro de Seguridad porteño (ahora en uso de licencia), Marcelo D’Alessandro, con Silvio Robles, vocero del presidente de la Corte, Horacio Rosatti. En diversas tribus del partido centenario abordadas por Letra P coinciden en esquivar manifestaciones públicas “por el momento” –aclaran, sin descartar que la vorágine de la polémica torne ineludible un posicionamiento que, algunos correligionarios díscolos ya le reclaman al titular de la UCR, Gerardo Morales.

Una de las voces más altisonantes en pos de una expresión pública del radicalismo es la del exsenador y actual delegado al Comité Nacional por Chubut, Mario Cimadevilla, quien, mediante una carta abierta, instó al gobernador de Jujuy: “No podemos mirar para otro lado o hacernos los distraídos. Tampoco podemos apelar a la invocación de la irregularidad de la forma en que se ha accedido a esa información. La información está, se ha difundido, resulta altamente verosímil y la responsabilidad política no se juzga con los mismos parámetros que la responsabilidad penal”.

Bajo esa tesitura, Cimadevilla sentenció que la UCR “no puede -ni debe- mantenerse en silencio frente a defecciones de semejante magnitud, las que sólo involucran a integrantes o personajes relacionados con el PRO, nuestro ‘socio político’, producto de un apresurado, nunca bien explicitado, ni mucho menos instrumentado, ‘acuerdo electoral’ del frente Cambiemos”.

En esa línea, el exdiputado nacional Federico Storani recalcó en declaraciones a la AM750 que “no se puede plantear la vigencia de la República y hacerse los distraídos con temas como este”. “Me llamó la atención que la noticia no tuvo una gran trascendencia y consecuencias posteriores. Para mí es un escándalo mayúsculo. Que haya jueces federales, funcionarios y fiscales que viajen es ya un conflicto de intereses”, ahondó en referencia al primer escándalo en el que quedó involucrado D’Alessandro, en diciembre, a partir de un viaje que realizó con empresarios del Grupo Clarín y funcionarios judiciales, entre los que estaba el jefe de los fiscales de la Ciudad, Juan Mahiques, a la estancia del magnate británico Joe Lewis, ubicada en Lago Escondido, Río Negro.

Antes de que termine el año sus problemas se agravaron, porque se dieron a conocer mensajes que mantuvo con el vocero de Rosatti, en los que se habrían definido estrategias judiciales del máximo órgano que terminaron favoreciendo a la Ciudad en distintas disputas con la Casa Rosada.

 

Hasta el momento de publicación de esta nota, en la cúpula radical prevale el mutismo, tanto en el campamento de Morales como en el de Martín Lousteau y el de Facundo Manes, éste último, quien afrontó reproches internos el año pasado tras lanzar una serie de dardos contra el expresidente Mauricio Macri.

Voces del oficialismo partidario abordadas por Letra P deslizaron su malestar ante la carta de Cimadevilla a Morales y arremetieron que el exsenador chubutense: “…Quiso ser Auditor General de la Nación. Cuando no fue, se transformó en librepensador de vuelta”. En otros rincones, consideran que Cimadevilla, “herido”, busca “exponer” al jujeño. “Lo pone entre un silencio que puede ser juzgado de cómplice y una manifestación pública que desde el PRO pueden reprochar que le está haciendo juego al kirchnerismo”, deslizó un letrado boinablanca. Como fuere, a 24 horas de la licencia tomada por D’Alessandro frente a un escándalo que impacta directo en el PRO, la conducción radical permanece en silencio.