El municipio de Luján se prepara para declarar la emergencia textil, ante la abrupta caída de la actividad en ese sector, que pone en peligro miles de empleos.

Las empresas textiles de la ciudad empezaron a adelantar vacaciones durante febrero y, en algunos casos, abrieron retiros voluntarios. Ya en marzo, llegaron las suspensiones de turnos: muchas suspendieron el tercer turno, el de la noche, y achicaron la semana, de seis días a cinco y ahora a cuatro y medio. De no tomarse ninguna medida, observan, el escenario sólo seguirá empeorando.

Rodolfo Bianchi es, además de tercera generación de empresarios textiles, subsecretario de Asuntos Textiles del Municipio, espacio que fue creado por la actual gestión, que encabeza el intendente Leonardo Boto, durante el anterior período de gobierno.

Ocurre que la industria textil es el motor de la actividad local y el principal generador de empleo de la ciudad, además de uno de los mayores polos textiles del país, desde sus comienzos en las primeras décadas del siglo pasado, con la algodonera Flandria. 

El distrito cuenta con unas 90 empresas del rubro, entre tejedurías, encoladoras, tintorerías y de confección. En 2017, cuando se produjo la anterior emergencia, había 120. Se calcula que hay en la actualidad unos tres mil empleos directos y una cantidad mayor de empleos indirectos vinculados al sector.

Por este motivo, funcionarios del ejecutivo y concejales del oficialismo trabajan en un proyecto de ordenanza que declare la emergencia textil, como ya hicieron en 2017, durante los cuatro años de Mauricio Macri como Presidente y María Eugenia Vidal como gobernadora.

Bianchi cuenta que estuvo recientemente en La Plata, en una reunión en la que, junto a representantes de otros sectores industriales, fueron recibidos por el gobernador Axel Kicillof, el ministro de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica, Augusto Costa y el subsecretario de Desarrollo Comercial, Ariel Aguilar.

Allí acordaron trabajar juntos, funcionarios provinciales e industriales de diversas ramas, para visibilizar el problema que las políticas económicas del gobierno nacional generan al aparato productivo de la provincia.

La industria representa, según cifras oficiales, el 30 por ciento del total del PBI bonaerense, mientras que a nivel nacional ese porcentaje es tan solo del 20. Según el informe “Radiografía de la industria en la Provincia de Buenos Aires”, publicado por la Unión Industrial de la Provincia en febrero pasado, casi la mitad de la producción industrial argentina es de factura bonaerense.

La industria textil nacional es básicamente mercadointernista y según los expertos, es una de las primeras en crecer cuando hay un ciclo de expansión económica, junto con la alimenticia, por tratarse de necesidades básicas. Cuando el ciclo es contractivo, es generalmente la anteúltima en caer, justo antes de la alimenticia, por idénticos motivos.

En el plano político, la declaración de emergencia deberá ser congeniada con algunos de los bloques del Concejo Deliberante local ya que Unión por la Patria cuenta con diez de las veinte bancas que integran el legislativo lujanense.

En un contexto de oposición fragmentada, con el sector libertario partido en cuatro monobloques, y una situación que afecta a una de las actividades identitarias de la región, todo hace suponer que no habrá problemas en avanzar con la declaración.

Diagnóstico reservado

Bianchi diagnostica la situación señalando que las empresas medianas como la que él comanda todavía se las pueden «arreglar suspendiendo turnos», pero que ya hay «una grande que cerró, por ahora, dicen que es por un mes». «La gente se queda en la casa y cobra el sueldo completo, porque la empresa pierde menos plata de esa manera que si abre, porque los costos operativos se dispararon y la rentabilidad es negativa”, advierte.

Cuando dice “grande”, se refiere a una industria verticalmente integrada, es decir, con la capacidad de desarrollar los procesos de hilandería, tejeduría y tintura, que mayormente se realizan en distintas firmas y plantas. Tiene más de 300 empleados, que hoy se encuentran en sus casas, sin tareas asignadas, a la espera de alguna novedad.

Bianchi prefiere no mencionar el nombre de la empresa, “porque no es la primera vez que enfrentamos esta situación, ya hubo emergencias textiles anteriores. En 2017, después de lograr la declaración en el concejo deliberante, empezó a aparecer la AFIP, cada vez más seguido, inspecciones, hostigamientos”, recuerda.

Como no se vende prácticamente nada al público, toda la cadena está sobre estockeda», cuenta. Y explica: «Lo que venden las fábricas es, en el mejor de los casos, el 40 o 50 por ciento de lo que producen y con rentabilidad cero». «Igual vendemos lo que podemos, porque necesitamos dinero líquido para enfrentar los compromisos. El objetivo es mantener las fábricas abiertas”, se sincera.

“A ese problema, que empezó casi con el cambio de gobierno y viene creciendo, hay que agregarle otros dos, yo pagaba dos palos de luz y me vinieron más de cinco”, confiesa. “Y lo otro es que ya hay prendas importadas en los negocios: de China, de India y de Pakistán”.

El dirigente textil devenido funcionario local explica que India y Pakistán son fuertes en algodón y China se especializó en polyester y en microfibra, telas y prendas de calidad regular, pero a un precio imbatible, elemento muy importante en contextos como el actual. “Puestas acá, valen un dólar, imaginate”, remata.

El Plan Australia

La ex subsecretaria de Industria de la Nación hasta diciembre pasado e integrante del directorio de Pro Tejer, Priscila Makari, declaró que  “la apertura comercial que se dio entre 2016 y 2019 provocó que el salario real cayera en un 20 por ciento y también la demanda de productos textiles».

«Bajo la creencia de que la apertura en sí misma iba a solucionar los problemas del sector, la importación de bienes terminados pasó a representar el 60 por ciento de la participación en el país. La capacidad instalada cayó 18 puntos entre 2015 y 2019. Hubo una enorme pérdida de puestos de trabajo y aumento de la informalidad laboral, en especial en el sector de la producción”, concluyó.

Es que, para el macrismo, las industrias se dividían en tres listados: las competititvas, las salvables y las insalvables. Entre estas últimas estaba la textil, junto con la del calzado y la de electrónica de consumo. A esto llamaban el «plan Australia».

Sin embargo, la acelerada recuperación del sector luego de la pandemia fue notable. Al punto que las últimas ediciones de ITMA, la feria más importante del mundo de equipamiento y tecnología para la industria textil, que se organiza en Italia, estaban colmadas de argentinos, y de lujanenses, acordando inversiones y planes de crecimiento. La preocupación generalizada hoy entre ellos es que esa historia, la del «plan Australia» vuelva a repetirse.