“En algún lugar debe haber un basural donde están amontonadas las explicaciones. Una sola cosa inquieta en este justo panorama: lo que pueda ocurrir el día en que alguien consiga explicar también el basural.”
Julio Cortázar

Hace un tiempo atrás nos preguntábamos cuál es el sujeto social al que le hablamos. En un mundo que cambia abrupta y aceleradamente con sociedades cada vez más individualistas y desconectadas entre sí a pesar de la velocidad y el acceso a las comunicaciones, hemos estado dialogando con un sujeto social inexistente.

Aquel obrero de 1945, aquella juventud de los ’60 0 ’70, aquellos desocupados conscientes de sus derechos de 2001 no existen más. Hace demasiado tiempo que no hay sujeto social que conglomere metas colectivas, futuro compartido.

La defensa de la democracia, de los derechos adquiridos, del trabajo y la educación como derechos ordenadores sociales parecen apotegmas con olor a naftalina para las nuevas generaciones que buscan respuestas inmediatas.

Las diferencias entre la derecha y la izquierda suenan a prehistoria incomprensible para una mayoría abrumadora que hace malabares para poner un plato de comida en la mesa, cuando el hambre y la desesperanza se instalan en la mesa y la política no da respuesta la búsqueda de soluciones inmediatas y el pensamiento mágico parecieran ser el único camino a tomar.

Las urnas hablaron, 55% de los argentinos y argentinas han votado a un señor que no tiene ninguna experiencia en política ni en gestión, que ha hecho su derrotero a fuerza de insultos a quien se le interpusiera y prometió ajuste, devaluación y represión entre otras cosas.

Si, el pueblo votó a un verdugo que no le mintió y le dijo cada una de las cosas que iba a hacer generando sufrimiento y pobreza.

Ahora bien, ¿de quien es la responsabilidad superlativa para que un pueblo vote a su verdugo?

Tímidamente se escuchan explicaciones que, si no fuera tan trágico el momento histórico, podrían ser el argumento de una comedia del grotesco.

“La dirigencia no estuvo a la altura” dicen algunos dirigentes y vaya a saber uno a que se refieren con “dirigencia”. “La pandemia, la guerra, la foto de Olivos”  dicen otros, “el discurso del odio y los medios” repiten por allí.

Nos preguntamos entonces si el declive violento de la credibilidad del presidente con una foto que confirmó una situación que negó hasta el hartazgo, la economía encorsetada a resolver un préstamo leonino tomado por quien hoy parece gobernar en las sombras, si, Macri, siempre Macri, un ministro de economía al servicio de los intereses foráneos que nos llevó de las narices al abismo, una interna a cielo abierto que no terminó jamás de resolverse, la decisión de llevar como candidato a quien debía pilotear 140% de inflación interanual y 44% de pobres, la escisión de la superestructura con las bases y de las bases con el pueblo de a pie no tuvieron nada que ver…

Preguntas que seguramente encuentren explicaciones en el basural de las explicaciones, lo concreto es que el pueblo le ha dado la espalda a la política. Los errores propios fueron demasiados.

Reconstruir el contrato entre la política, sostén exclusivo de la democracia y el pueblo de a pie llevará un tiempo y allí no valen las explicaciones sino los hechos.

El discurso debe ir de la mano con los hechos, no puede cruzarse un yate entre la realidad y la militancia, no podemos seguir una lógica endogámica basada en lealtades personalísimas y no a un proyecto cuando de construcción se trata, el desgaste, la desconfianza, la bronca no son solo productos mediáticos y habrá que hacerse cargo y dejar de revolver en el basural de las explicaciones intrascendentes para explicar el basural, limpiarlo y comenzar a reconstruir la fuerza política  capaz de pensar Primero en la Patria, después en el Movimiento y por último en los hombres y las mujeres.

En estos tiempos de perversidad institucionalizada, las consignas románticas y las indignaciones virtuales deben dar paso a la responsabilidad que nos compete a cada uno para volver a ganar la confianza de nuestro pueblo. Construir es la tarea y dar las luchas necesarias para volver a soñar con una Patria libre justa y soberana, sin yates, sin dedos mágicos y sin prebendas endogámicas. Quien quiera oír que oiga