El abrazo del oso

Argentina profundiza su alineamiento con Estados Unidos mientras cede soberanía comercial, regula sectores claves bajo estándares norteamericanos y tensiona su relación con China y Brasil. El crédito de USD 20.000 millones que el Gobierno usó para justificar este giro fue desmentido por JP Morgan y Scott Bessent. El resultado: compromisos de alto costo sin beneficios concretos.


El marco para un Acuerdo de Comercio e Inversión entre Argentina y Estados Unidos reconfigura la política exterior del país y abre tensiones con China y Brasil. El Gobierno justifica este giro en la expectativa de apoyo financiero norteamericano, pero el crédito de USD 20.000 millones prometido por un consorcio bancario fue desmentido por JP Morgan y Scott Bessent. El resultado: cesiones de soberanía y riesgos productivos sin beneficios concretos.

El anuncio de la Declaración Conjunta para avanzar en un Acuerdo de Comercio e Inversión entre Argentina y Estados Unidos generó una inmediata ola de definiciones diplomáticas y debates económicos. Presentado por el Gobierno como un paso hacia la “normalización” de la relación bilateral, el documento marca en realidad un viraje profundo en la orientación estratégica nacional.

Este alineamiento con Washington se sustenta —según el discurso oficial— en la expectativa de un fuerte apoyo financiero que permitiría estabilizar la macroeconomía. Sin embargo, la caída del supuesto crédito de USD 20.000 millones puso en evidencia que el respaldo estadounidense es limitado, mientras Argentina asume compromisos que impactan en su soberanía comercial, su matriz productiva y su inserción geopolítica.

Argentina, una provincia económica de EEUU - Diario Contexto

Un acuerdo que redefine el mapa estratégico argentino

Un giro de alineamiento pleno con EE.UU.

La Declaración Conjunta incorpora compromisos que exceden el plano comercial y se proyectan sobre la política industrial, la regulación tecnológica y la estrategia internacional del país. Entre ellos:

  • Adopción de estándares estadounidenses en propiedad intelectual, alineados con el Informe Especial 301 de la USTR, lo que limita la producción local de genéricos y afecta a laboratorios nacionales.

  • Apertura arancelaria y desregulación en sectores como metalmecánica, bienes de capital, farmacéutica y tecnología, donde las empresas norteamericanas cuentan con escalas productivas imposibles de igualar por la industria argentina.

  • Compromiso contra “prácticas no comerciales de terceros países”, un mensaje directo a China y a su modelo de expansión tecnológica e industrial.

Este último punto implica un posicionamiento explícito en la disputa geopolítica global entre Washington y Beijing.

Tensiones con China: el riesgo para reservas, exportaciones y financiamiento

China es el segundo socio comercial de Argentina, principal destino de exportaciones agroindustriales y, además, un actor clave en inversiones energéticas, mineras y de infraestructura.

Pero su importancia tiene otro componente estratégico: el swap de monedas del Banco Popular de China, que hoy sostiene una parte significativa de las reservas del Banco Central y evita episodios de tensión cambiaria.

El entendimiento con Estados Unidos deja en suspenso la continuidad del swap y abre interrogantes sobre futuros desembolsos de inversión china en energía, litio, minería, transporte y telecomunicaciones.

En lo comercial, el riesgo es doble: la pérdida de un socio decisivo y el reemplazo de un mercado en expansión por otro saturado y altamente proteccionista.

 Fricciones con Brasil y el Mercosur

Brasil es el principal destino de manufacturas argentinas y el sostén productivo de la cadena automotriz regional. La decisión de priorizar un acuerdo bilateral con EE.UU. amenaza:

  • La coordinación industrial del Mercosur.

  • La competitividad de exportaciones automotrices argentinas.

  • El posicionamiento regional de Argentina en negociaciones multilaterales.

Un alejamiento de Brasil erosiona la plataforma de exportación industrial más grande del país.

El crédito de USD 20.000 millones que nunca existió

Un anuncio sin sustento real

Uno de los argumentos centrales esgrimidos para justificar el acercamiento a Washington fue la promesa de un crédito de USD 20.000 millones estructurado por JP Morgan, Citigroup y Bank of America. La versión circuló durante varios días, alimentada por voceros oficiales y por la expectativa de un “respaldo político norteamericano”.

Sin embargo:

  • JP Morgan negó públicamente la existencia del acuerdo o la viabilidad de otorgar ese monto en la coyuntura actual argentina.

  • Scott Bessent, figura cercana al Tesoro estadounidense, rechazó haber impulsado o garantizado un financiamiento extraordinario hacia Argentina.

  • Ningún organismo de EE.UU. —ni la Casa Blanca, ni el Departamento del Tesoro, ni la Reserva Federal— confirmó gestiones o avales especiales.

La caída del crédito dejó expuesta la falta de correspondencia entre las concesiones políticas y económicas asumidas por Argentina y los beneficios efectivos obtenidos.

Acceso al mercado estadounidense: expectativas vs realidad

Estados Unidos mantiene una compleja red de barreras no arancelarias, controles sanitarios y medidas antidumping que históricamente afectan a las exportaciones argentinas. La supuesta apertura para carne, cítricos o productos agroindustriales no está acompañada por garantías concretas.

La experiencia reciente demuestra que:

  • EE.UU. utiliza barreras sanitarias como instrumento de protección.

  • Las cadenas agroindustriales argentinas quedarían expuestas a penalidades comerciales impredecibles.

  • La competencia es desigual frente a un sector agrícola norteamericano altamente protegido.

 Impacto sobre la industria nacional

El acuerdo afecta directamente a sectores sensibles:

Bienes de capital y metalmecánica

La entrada irrestricta de maquinaria estadounidense desplazaría a productores locales y afectaría a proveedores PYMES.

Automotriz y autopartes

La apertura sin salvaguardas comprometería miles de empleos industriales y desarticularía cadenas de valor con alta integración regional.

Farmacéutica y biotecnología

El refuerzo del régimen de patentes estadounidense limita la producción local y eleva costos de medicamentos.

Agro y retenciones: la presión invisible de Washington

Un aspecto poco discutido es la presión norteamericana para mantener retenciones a la soja.
La razón es simple:  si Argentina eliminara retenciones, sus granos ingresarían a China a precios más competitivos que los de los farmers estadounidenses.

El interés estratégico de EE.UU. es preservar su cuota de mercado en Asia.
La consecuencia: Argentina pierde competitividad internacional mientras mantiene un impuesto que castiga al interior productivo.

Un proceso sin controles democráticos

La negociación del acuerdo se realizó sin consulta al Congreso, pese a que por su naturaleza requiere aprobación legislativa. Tampoco hubo diálogo con cámaras empresarias, sindicatos, universidades o gobiernos provinciales.
La falta de transparencia debilita la legitimidad del proceso y abre dudas sobre la sustentabilidad jurídica del acuerdo.

EE.UU incluyó nuevamente a Argentina en SGP


Concesiones estratégicas, tensiones geopolíticas y un respaldo norteamericano que nunca llegó


El marco de entendimiento con Estados Unidos representa un vuelco estratégico que involucra riesgos económicos, institucionales y geopolíticos. Argentina entrega beneficios regulatorios, comerciales y tecnológicos de enorme impacto, tensiona relaciones clave con China y Brasil y redefine su posición en el sistema internacional.

Pero el supuesto respaldo financiero que debía compensar ese costo fue desmentido.
El crédito de USD 20.000 millones nunca existió.
Estados Unidos no ofreció un apoyo extraordinario ni garantías concretas.

El resultado es un acuerdo desbalanceado: cesiones estratégicas sin beneficios reales.
Un verdadero “abrazo del oso” donde el país entrega soberanía, recursos y capacidad de negociación a cambio de promesas vacías.

Antonio Muñiz

Data Política y Económica