La Casa Blanca anunció un marco de comercio e inversiones que abre de manera preferencial el mercado argentino a productos industriales estadounidenses, mientras ofrece contrapartidas imprecisas sobre recursos naturales. En La Plata alertan que el esquema golpea directamente a la provincia que concentra la mitad de la industria nacional y reproduce lógicas históricas de subordinación.
Un acuerdo que reconfigura el vínculo comercial
El gobierno de Axel Kicillof cuestionó con dureza el acuerdo marco de comercio e inversiones firmado entre la administración de Javier Milei y Estados Unidos. Para la Casa Blanca, el entendimiento se inscribe en una estrategia de “asociación estratégica” con países de la región. Para la gobernación bonaerense, en cambio, se trata de un pacto profundamente asimétrico.
El texto difundido por Washington establece la apertura recíproca de mercados en sectores clave: medicamentos, productos químicos, maquinaria, tecnologías de la información, dispositivos médicos, vehículos y productos agrícolas. A cambio, Estados Unidos ofrece una reducción acotada de barreras para “ciertos recursos naturales indisponibles” y algunos insumos farmacéuticos no patentados, sin detallar volúmenes ni listados.

La mirada bonaerense: empleo e industria en riesgo
El ministro de Producción bonaerense, Augusto Costa, advirtió que el acuerdo “pega de lleno en la provincia de Buenos Aires”, que concentra cerca de la mitad de la producción industrial nacional. Señaló que la apertura indiscriminada en sectores sensibles amenaza miles de empleos y profundiza el deterioro del entramado productivo.
Costa considera que el pacto se inscribe en “una estrategia ruinosa de subordinación y entrega de soberanía” y remarcó la contradicción con el discurso oficial. El anuncio llegó pocas horas después de la presentación de Luis Caputo ante la Unión Industrial Argentina, donde —según el ministro— no mencionó “ni una sola vez” la palabra industria ni la existencia de un plan de desarrollo.
Bianco: “El acuerdo más desigual desde Roca-Runciman”
El jefe de asesores bonaerense, Carlos Bianco, fue aún más categórico y comparó el nuevo marco con el histórico pacto firmado en 1933 entre Argentina y el Reino Unido. Aquel acuerdo, recordado por su carácter desigual, garantizaba beneficios para la corona británica a costa de concesiones en transporte, servicios públicos y comercio.
Bianco sostiene que el esquema Milei–Trump reproduce esa lógica con un formato “90/10”: Argentina asume la mayor parte de las obligaciones mientras que Estados Unidos ofrece compromisos vagos y condicionados. La crítica se centra en la falta de precisiones sobre qué bienes estadounidenses quedarán alcanzados por la apertura y qué productos argentinos recibirán trato preferencial.
Argentina entre las economías primarias
Otro punto que encendió alarmas es que Argentina recibió el mismo tipo de acuerdo que El Salvador, Ecuador y Guatemala, países con escasa base industrial y perfil primario-exportador. Para el gobierno bonaerense, ser incluido en ese paquete implica aceptar un rol subordinado en la cadena global de valor: proveedor de recursos naturales y mercado para manufacturas de alto valor agregado.
La provincia de Buenos Aires aporta el 50% de los bienes industriales de Argentina. Este acuerdo pega de lleno en el territorio bonaerense y se suma a toda esta política de ajuste y de destrucción. Augusto Costa
Recursos estratégicos en el centro de la escena
Argentina exporta a Estados Unidos petróleo, gas, oro, aluminio, agroalimentos y diversas manufacturas. Sin embargo, el documento estadounidense no aclara qué se considera “recursos naturales indisponibles”, ni si la categoría alcanza minerales críticos, combustibles o bienes estratégicos. Esa falta de claridad es uno de los ejes de las objeciones planteadas en La Plata.
Implicancias regulatorias y pérdida de autonomía
El acuerdo incluye compromisos para facilitar el ingreso de productos estadounidenses que cumplan normas propias o estándares internacionales, sin requisitos adicionales locales. Para la provincia, esto implica ceder margen regulatorio en sectores sensibles como medicamentos, alimentos y automotriz, en un momento global marcado por la disputa tecnológica y la guerra comercial entre potencias.
Un punto de inflexión para el modelo productivo
La confrontación entre la estrategia nacional y la crítica bonaerense revela dos visiones de país. Mientras el gobierno nacional apuesta a una apertura rápida y a un alineamiento pleno con Washington, la provincia advierte que sin políticas industriales activas, la Argentina corre riesgo de profundizar su dependencia y desindustrialización.
Argentina, El Salvador, Ecuador y Guatemala recibieron el mismo framework comercial y con cláusulas casi idénticas. El problema es que esos países no tienen base industrial y son economías primarias.
El eco del Pacto Roca-Runciman aparece como advertencia histórica: cuando la negociación se cierra en términos de subordinación, los costos productivos y de soberanía se pagan durante décadas. Para Axel Kicillof y su equipo, el nuevo acuerdo no sólo carece de beneficios claros, sino que compromete el rol industrial de la provincia y el futuro del empleo argentino.
