En el Museo de Historia Militar de Vietnam, ubicado en Hanoi, entre tanques, aviones y demás máquinas de combate, se exhibe un austero monumento con el busto de la «Heroica Madre Vietnamita» Nguyen Thi Thu, cuyos nueve hijos, un nieto y un yerno dieron sus vidas en las guerras contra Francia y Estados Unidos.
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Desde el otro lado del planeta, nos llega una escena de la película «Rescatando al Soldado Ryan», en la que se evoca ese mismo valor universal: la madre de cuatro jóvenes enviados a la Europa de la Segunda Guerra Mundial, mientras lava los platos en la pileta, mira por la ventana la llegada del auto militar que, intuye, trae malas noticias. Sale a la puerta y, secándose las manos con el delantal, se deja caer sobre el piso, al tiempo que el oficial y el capellán se acercan sombríos.
Esos poquitos minutos de cine son más potentes que los miles de disparos, litros de sangre, bombazos y gritos que el resto de la película derrocha. Como infinitamente más poderosa que todas las otras instalaciones del museo vietnamita es aquella sencilla estatua.
A mitad de camino entre Estados Unidos y Vietnam, en estas tierras, la Corte Suprema de Justicia dejó firme el sobreseimiento del ex presidente Macri por el espionaje a madres y familiares de lxs 44 soldadxs argentinos tripulantes del Submarino ARA San Juan, caídos en el cumplimiento de su deber.

Parece cuento, pero fue así, nomás. Mandaron espiar a esas mismas madres: a la del museo y a la del delantal en la cocina… madres que aquí, lejos de ser cuidadas y honradas, fueron amedrentadas y verdugueadas por la máxima autoridad.
A pesar que el hecho fue probado definitivamente en los tribunales, los supremos capos eligieron dispensar a quien, durante su gestión, transformó la noción de república en una porquería.
En ese tiempo nefasto que empezó diez años atrás, con aquellos episodios y, en particular con la persecución con cárcel de las y los adversarios políticos, el pacto democrático de diciembre de 1983 fue deliberadamente fracturado.
Hoy, esa fractura es la piedra basal de la estructura económica e ideológica que rodea y sostiene al tándem Milei-Villarruel, cuya cabeza se jacta de haber metido presa a CFK tanto como de arrastrar a la patria de las y los argentinos a una prehistoria colonial de despojo, miseria e indignidad.
Sin embargo, ese tándem, sus patrones, sus beneficiarios y sus socios fueron votados antes y plebiscitados ahora por las y los compatriotas de las madres de lxs submarinistas.
No es una insensatez, entonces, preguntarse si la idea del espionaje criminal intimidante contra las madres de soldados muertos en acción militar provoca repugnancia moral en la conciencia colectiva argentina o si, por el contrario, genera una extendida empatía social.
A juzgar por los resultados electorales, en el garito macrimileísta en que se convirtió nuestro país, ese interrogante ha sido relativizado y no ofrece una respuesta inequívoca.
