Tras las elecciones del 26 de octubre, el gobernador bonaerense planteó la necesidad de ampliar Fuerza Patria, sumar nuevos sectores y reconstruir el Partido Justicialista como un movimiento amplio, plural y federal. En un tono autocrítico, advirtió sobre los riesgos de la fragmentación interna y señaló que la derecha busca dividir al campo nacional y popular.
Un llamado a abrir el espacio político
El gobernador Axel Kicillof definió una nueva etapa dentro del peronismo tras las legislativas. “Tenemos que dejar de hablarnos a nosotros mismos. Hay una base, pero sobre eso hay que construir. Hay que abrir, ampliar, hablarle a más gente”, afirmó en diálogo con Radio 10, marcando un cambio discursivo que busca trascender el encierro militante y volver a interpelar a amplios sectores de la sociedad.
El mensaje, cargado de autocrítica, reflejó una toma de conciencia sobre las limitaciones del espacio Fuerza Patria, que logró conservar territorio en Buenos Aires pero no logró traducir ese peso en una expansión nacional. El gobernador advirtió que “no alcanza con reafirmar convicciones” y que es momento de “construir sobre lo que ya existe, sumando a quienes quieran ser parte del proyecto de una Argentina más justa e industrial”.
Recuperar el espíritu de movimiento
Kicillof reivindicó una idea clásica del pensamiento peronista: la necesidad de volver a ser un movimiento. “Hay que ampliar el Partido Justicialista como decía Perón”, subrayó. El concepto no es menor: implica dejar atrás la lógica de partido cerrado y reactivar la estructura social y territorial que históricamente dio sustento al peronismo como fuerza transformadora.
En ese sentido, planteó “sumar a los que no tengan miedo”, en una clara alusión a sectores moderados, independientes o provenientes de otras experiencias políticas que podrían confluir en un nuevo frente popular. Su mensaje buscó tender puentes hacia el sindicalismo, los movimientos sociales, el cooperativismo y el empresariado nacional, actores fundamentales para reconstruir una base de poder genuina.
Diferencias sí, ruptura no
Kicillof no esquivó las tensiones internas, pero las enmarcó dentro de una lógica constructiva: “Puede haber diferencias, chisporroteos. Pero sin tapar las diferencias hay que construir”. Con esa frase, el mandatario bonaerense marcó un límite a las disputas intestinas que debilitan al espacio y alertó sobre el riesgo de caer en lo que denominó “la chiquita”, el terreno donde “la derecha quiere que nos peleemos”.
El mensaje apuntó también a la necesidad de consolidar una conducción política clara, capaz de ordenar la diversidad interna sin caer en uniformidades forzadas. “Yo a eso no me sumo”, remarcó, en referencia a las operaciones que buscan dividir a las distintas vertientes del peronismo.
Un contexto adverso
El llamado del gobernador se da en un escenario económico y político complejo. A pesar de los buenos resultados obtenidos por el oficialismo bonaerense, la recesión, la pérdida del salario real y la escasez de dólares condicionan cualquier estrategia de reconstrucción nacional. Kicillof, sin embargo, insiste en que “sin una base social fuerte y organizada no hay posibilidad de transformar nada”.
La referencia al contexto no es casual: el gobernador busca proyectar un liderazgo que combine gestión, identidad doctrinaria y amplitud política. En los últimos meses, su figura se consolidó como referente territorial y uno de los pocos dirigentes con capacidad de diálogo transversal en un peronismo aún golpeado por la crisis nacional.
Reconstruir para volver a representar
La propuesta de Kicillof implica reconstruir al peronismo como fuerza de mayorías, capaz de volver a representar a los sectores populares, a los trabajadores y a las clases medias. En su visión, el desafío es doble: recuperar la confianza de los desencantados y actualizar la doctrina para responder a los problemas del siglo XXI.
El gobernador bonaerense insistió en la idea de dejar atrás el aislamiento político y recuperar la potencia del movimiento nacional. “Hay que volver a hablarle a los que no nos quieren escuchar”, sostuvo, en un mensaje que trasciende lo electoral y apunta a un reposicionamiento cultural y social del peronismo.

El discurso de Kicillof marca un punto de inflexión: propone reconstruir el peronismo sobre bases más amplias, con una mirada abierta y una fuerte vocación de unidad. Su planteo no se limita a una consigna; expresa la necesidad de que el campo nacional y popular vuelva a ser una herramienta de transformación frente a un país fragmentado y una derecha en ascenso. En tiempos de incertidumbre económica y desorientación política, el desafío es recuperar aquello que le dio sentido histórico al movimiento: representar al pueblo, construir poder desde abajo y proyectar un futuro común.

