La economía argentina: entre el espejismo de las proyecciones y la parálisis real

Un análisis de las proyecciones internacionales en contraste con la realidad de un país estancado, sin margen para el crecimiento en lo que resta de 2025.


La ilusión de las cifras macroeconómicas

En las últimas semanas, organismos internacionales han recortado sus expectativas para la economía argentina. El Banco Mundial ajustó su previsión de crecimiento para 2025 del 5,5% al 4,6% . La OCDE fue aún más cautelosa, ubicando su proyección en 4,3% . Estas cifras, en apariencia positivas, ocultan una realidad más sombría: se trata de un rebote estadístico tras dos años consecutivos de contracción , no el inicio de una recuperación sostenida.

El contraste es evidente con el Fondo Monetario Internacional, que mantiene inamovible su proyección del 5,5%  y cuya directora, Kristalina Georgieva, ha señalado que el éxito del programa de ajuste «va a depender del acompañamiento de la gente» , un respaldo social que se erosiona día a día.

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El termómetro local: la recesión técnica es un hecho

Mientras los organismos internacionales debaten porcentajes de crecimiento, los datos locales pintan un panorama desolador:

  • El Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) del BCRA proyecta una caída del 0,6% en el tercer trimestre y una desaceleración para el año próximo

  • El Estimador Mensual de Actividad (EMAE) acumula tres meses consecutivos de caída en la medición desestacionalizada

  • La Universidad Torcuato Di Tella alerta que la probabilidad de recesión alcanzó el 98,61% en agosto, subiendo desde 56,16% en julio

Estos números confirman lo que los argentinos experimentan diariamente: la actividad económica está paralizada.

Los motores del crecimiento, apagados

El Banco Mundial atribuye gran parte del repunte esperado a la «recuperación de las exportaciones agrícolas tras la grave sequía de 2023» . Sin embargo, este impulso es circunstancial y no responde a una mejora estructural de la economía.

Por el lado del consumo, los primeros signos de mejora detectados por algunos organismos  chocan contra la realidad de salarios licuados y capacidad de compra deteriorada. La inversión, tanto pública como privada, «se mantiene en niveles moderados» , limitando cualquier posibilidad de dinamismo real en el corto plazo.

El laberinto político: la imposibilidad del consenso

La crisis de gobernabilidad se ha convertido en un lastre estructural. Martín Rapetti, director de la consultora Equilibra, lo explica sin ambages: «El principal problema económico de la Argentina es que no puede ofrecerle al mundo una hoja de ruta clara» .

Esta incertidumbre se ve agravada por una estrategia política que Rapetti describe como «purista y divisiva», donde el Gobierno «eligió una estrategia purista y divisiva, ‘somos nosotros o las siete plagas’, sin buscar alianzas con gobernadores» . El resultado es que «cuando le va mal en una elección, el mercado interpreta que ‘se vienen las siete plagas’ y huye» .

El trilema económico irresoluble

El Gobierno enfrenta lo que los analistas denominan un «trilema»: tres objetivos imposibles de cumplir simultáneamente :

  1. Mantener un tipo de cambio bajo para contener la inflación y el malestar social

  2. Pagar la deuda externa

  3. Acumular reservas en el Banco Central

Según Rapetti, «en el corto plazo no habrá suficientes dólares para que los privados compren (ahorristas y empresas), para que el Banco Central acumule reservas y para que la economía crezca con un tipo de cambio similar al actual» . La consecuencia inevitable será que «el tipo de cambio probablemente suba, lo que generará una recesión que libere dólares por menor demanda de importaciones» .

El espejismo de la productividad instantánea

Frente a este escenario, el Gobierno ha insinuado que un «shock de productividad» podría evitar el ajuste contractivo. Los expertos son escépticos: «Eso no existe. No hay un ‘botón de productividad’. Es una ilusión común entre los gobiernos» .

La cruda realidad es que «si tuviéramos las rutas alemanas, los puertos suecos y el Estado finlandés, podríamos pagar salarios en dólares mucho más altos y apreciar el tipo de cambio. Pero eso lleva décadas» .

El salvavidas externo: un alivio temporal

El reciente respaldo financiero de Estados Unidos, con un paquete de 20.000 millones de dólares , ha calmado temporalmente los mercados. Sin embargo, este salvavidas no resuelve los problemas estructurales de la economía argentina, solo gana tiempo para una administración que parece haber agotado su capital político y su repertorio de herramientas de política económica.

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Lo que viene: más ajuste, más recesión

Las proyecciones optimistas de los organismos internacionales parecen desconectadas de la realidad argentina. El país no crecerá en lo que resta de 2025 porque los motores del crecimiento están apagados, porque la confianza de consumidores e inversores está destruida y porque el margen de maniobra fiscal y monetario se ha agotado.

El diagnóstico de Rapetti resulta terminante: «queda un ajuste pendiente, que puede ser más o menos doloroso» . La única certeza es que la parálisis económica continuará, profundizando el deterioro social y alejando cada vez más la posibilidad de un futuro de crecimiento estable y desarrollo inclusivo.

La pregunta que queda pendiente es cuánto más podrá resistir la sociedad argentina este ciclo de estancamiento y ajuste sin encontrar una salida que permita, por fin, romper con décadas de decadencia económica.