La tormenta perfecta contra la industria nacional. Por Raúl Hutin*

Aguantamos la pérdida del mercado interno por la caída brutal del salario real, lo que significa menos consumo y más fábricas apagadas. Aguantamos la ola de importaciones en condiciones desequilibrantes, que desplaza a la producción local y destruye empleos que costó décadas consolidar. Aguantamos el contrabando y la informalidad en todas sus formas —por fronteras, por el sistema puerta a puerta, por valijas— siempre sin control del Estado, que mira para otro lado mientras se multiplican los negocios ilegales.

Aguantamos tasas bancarias imposibles: necesarias para mantener el capital de trabajo, pero que llegan a ser tres veces la inflación mensual. Aguantamos la falta de políticas sectoriales, la ausencia de interlocutores válidos y la indiferencia de un gobierno que se desentiende de los problemas de quienes producimos en este país.

El panorama es tan grave que vemos cómo se permite a la Aduana hacer la vista gorda en el control de contenedores, cómo se valida un control sanitario en origen sin garantías reales, o cómo se liquida a precio vil la mercadería retenida. Es un combo perfecto para terminar con la industria argentina.

Por eso denunciamos con claridad: se está continuando con el industricidio. Y lo que es aún más grave, no se vislumbra por parte del Estado ni la voluntad ni el conocimiento para revertir esta situación.

La industria no es un sector más: es trabajo, soberanía, valor agregado y futuro. Sin industria no hay Nación posible. Por eso hoy, más que nunca, es necesario levantar la voz y defenderla.

*Raúl Hutin es empresario industrial y dirigente de la Central de Entidades Empresarias Nacionales (CEEN).