Una calma frágil: una lluvia de dólares del campo y un salvavidas de EE.UU. hunden el tipo de cambio

La confluencia de un anuncio de un swap por u$s20.000 millones con el Tesoro norteamericano y una liquidación récord de exportaciones agropecuarias inundó el mercado de divisas. El oficial se desplomó a $1.337, permitiendo al Tesoro comprar reservas.   El riesgo país cayó 119 unidades y quedó en los 900 puntos básicos.  La euforia en los mercados financieros  contrasta con la advertencia de los analistas: el atraso cambiario persiste y la tregua es temporal.


La quietud suele ser, en el mercado cambiario argentino, la antesala de un nuevo temblor. Esta vez, el sismo fue para abajo. En una semana decisiva de septiembre de 2025, el dólar oficial se hundió hasta los $1.337, una caída brusca que sorprendió incluso a los operadores más experimentados de la city. Detrás del desplome no hubo una sola causa, sino una tormenta perfecta de buenas noticias: la confirmación de un salvavidas financiero desde Washington y una respuesta masiva, de los exportadores agropecuarios.

El alivio fue palpable en las pantallas. Los bonos y los ADRs extendieron una racha alcista con ganancias de hasta el 7%, mientras el riesgo país se contraía. La imagen, sin embargo, es engañosa. El respiro es bienvenido, pero no cura la enfermedad de fondo. Los mismos operadores que celebraban la baja admiten, en off the récord, que el tipo de cambio se mantiene artificialmente bajo, con un atraso que sigue poniendo en jaque la competitividad y las reservas del Banco Central.

El secretario del Tesoro anunció un masivo paquete de ayuda financiera a Milei, pero lo vinculó al resultado electoral

El anuncio que cambió el humor. 

La tensión era tangible al fin  de la semana pasada. El dólar oficial rozaba la banda superior, y las reservas del BCRA sufrían un drenaje constante. La amenaza del default era una realidad. Sin embargo, a partir del lunes  el panorama dio un vuelco la quita de retenciones a las exportaciones hasta el 31 de octubre y desde Nueva York, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, confirmó lo que hasta entonces era un rumor: su país negocia con Argentina una línea de swap por u$s20.000 millones para el BCRA.

El dólar mayorista bajó mientras que en el Banco Nación ya se consiguió a $1.380.

El anuncio, sellado tras el encuentro entre el presidente Javier Milei y Donald Trump en el marco de la Asamblea General de la ONU, actuó como un poderoso tranquilizante. “El swap es un seguro de liquidez. No resuelve los problemas estructurales, pero aleja el fantasma de un colapso inmediato”, explicó un economista jefe de una consultora local, quien prefirió no ser citado.

El mensaje de Bessent no se detuvo allí. El Tesoro norteamericano también se declaró listo para comprar bonos argentinos en dólares “cuando las condiciones lo ameriten” y para otorgar un “crédito standby significativo”. El respaldo, inédito en su magnitud, marcó un punto de inflexión.

La respuesta del campo: un diluvio de dólares

Si el apoyo de Trump fue la chispa, la gasolina vino del campo. El lunes anterior, el Gobierno había anunciado la eliminación total de las retenciones a las exportaciones agropecuarias hasta el 31 de octubre, o hasta que se liquidaran u$s7.000 millones. La medida, desesperada, buscaba frenar la hemorragia de reservas.

El resultado superó todas las expectativas. En apenas tres días, los productores anotaron Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE) por 11,47 millones de toneladas, valuadas en u$s4.181 millones. Esa cifra equivale a casi el 60% de la meta total establecida por el decreto. La liquidación efectiva de divisas también se disparó. Solo el martes 23, el agro liquidó u$s287 millones, un número que contrasta con los magros u$s21 millones del día del anuncio.

Este ingreso récord de dólares frescos saturó el mercado. La oferta de divisas superó con creces la demanda, incluso la controlada por las restricciones del cepo. La presión fue tal que el dólar mayorista no tuvo más remedio que ceder.

El Tesoro en el mercado: la señal de fortaleza

Con el tipo de cambio en picada, el Gobierno vio una oportunidad. Fuentes del mercado consultadas por este medio reportaron movimientos que sugerían que el Tesoro Nacional, conducido por Luis Caputo, había vuelto a comprar divisas en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC).

Aunque desde el Ministerio de Economía no lo confirmaron oficialmente, los rumores en la city eran fuertes. Se especuló con compras por unos u$s100 millones, una señal intentada de fortaleza que buscaba aprovechar el momento de abundancia para reforzar las arcas estatales. “Se vieron movimientos ayer y hoy cerca de ese precio [los $1.350]”, confiaron operadores a este medio.

El propio BCRA intervino para intentar poner un piso a la caída libre. En la rueda simultánea de BYMA, bajó la tasa de interés en 10 puntos porcentuales, buscando desincentivar la tenencia de pesos y generar algo de demanda para el dólar. Fue un intento de moderar una baja que, en el fondo, complica sus propios ingresos por liquidación de exportaciones.

La otra cara de la moneda: la advertencia que persiste

La euforia, sin embargo, no logra ocultar una realidad incómoda. Aunque el dólar oficial cayó, la brecha con los financieros y el paralelo se mantiene en niveles altos. Para la mayoría de los analistas, esto es el síntoma de un problema no resuelto.

“El tipo de cambio oficial está claramente atrasado. Nuestros cálculos indican un rezago de al menos un 20%. Un valor de equilibrio debería situarse en una banda entre $1.650 y $1.800”, estimó Federico Furia, economista jefe de la consultora Ledesma. Un dólar barato, advierten, desalienta las exportaciones y abarata artificialmente las importaciones, un combo que a la larga profundiza el déficit comercial.

La disyuntiva del Gobierno es enorme. Por un lado, necesita un tipo de cambio competitivo para generar los dólares que la economía requiere. Por el otro, cualquier devaluación significativa en la previa de las elecciones legislativas de octubre podría desatar un nuevo pico inflacionario, echando por tierra el frágil logro de la estabilidad de precios.

La calma que llegó a la city esta semana tiene el aroma de lo temporario. Es la calma que precede a una nueva incertidumbre. El apoyo estadounidense y la lluvia de dólares del campo son dos columnas que sostienen un puente muy frágil. Cruzarlo dependerá de lo que pase después del 31 de octubre, cuando venza la medida de retenciones cero, y del veredicto de las urnas el 26 de octubre. Mientras tanto, el mercado celebra con una mano y con la otra se prepara para la próxima turbulencia. La historia reciente sugiere que, en la Argentina, los respiros suelen ser breves.