Mercados en alerta máxima: Reservas en caída libre y riesgo país por las nubes

La contundente derrota del oficialismo en el Congreso y las dudas sobre la capacidad de pago de la deuda externa desatan una tormenta financiera. El Banco Central quema reservas a un ritmo insostenible para contener el dólar, mientras los inversores huyen de los bonos argentinos.


BUENOS AIRES, 19 de septiembre de 2025.– El escenario político se convirtió en el detonante de una nueva crisis de confianza. La derrota del oficialismo en el Congreso, que rechazó los vetos presidenciales a leyes clave, envió una señal de fragilidad al mercado. La respuesta fue inmediata: una estampida hacia el dólar y una huida de los bonos argentinos que empujó el riesgo país a niveles críticos, mientras el Banco Central intentaba contener la hemorragia con una venta masiva de reservas que muchos analistas consideran insostenible.

El jueves 18 de septiembre quedará marcado como una de las peores jornadas financieras del año. El índice de riesgo país se disparó un 15,9% para cerrar en 1.453 puntos básicos, un nivel que no se veía desde las peores épocas de la reestructuración de la deuda. Superar la barrera de los 1.000 puntos indica que el mercado está cotizando una alta probabilidad de cesación de pagos. En paralelo, los bonos en dólares se desplomaron hasta un 14%, evidenciando una venta masiva.

“El mercado está reaccionando ante una pregunta fundamental: ¿Cómo hará el Gobierno para pagar la deuda en dólares si está utilizando las reservas del BCRA, no para ese fin, sino para contener el tipo de cambio?”, explica un reporte de la consultora Ecolatina. La respuesta de los inversores fue clara: vender activos argentinos y comprar dólares.

Frente a esta demanda intensa, el BCRA salió a vender divisas por segundo día consecutivo. Pero la magnitud del jueves fue exorbitante: US$379 millones salieron de las ya menguadas reservas netas, una cifra que multiplica por siete los US$53 millones del miércoles. Pese a este esfuerzo, el dólar mayorista apenas pudo ser contenido, subiendo un 0,7% para cerrar en $1.495, el techo de la banda cambiaria acordada con el Fondo Monetario Internacional.

La fuga hacia el dólar fue aún más evidente en el mercado de contado con liquidación (CCL), utilizado principalmente por empresas para eludir las restricciones del cepo cambiario. Allí, la divisa trepó un 1,5%, hasta $1.520, confirmando la desconfianza corporativa en la moneda local.

La tormenta perfecta: política, deuda y reservas

Los analistas consultados coinciden en que la tormenta se gestó por la confluencia de tres frentes de incertidumbre.

El rechazo unánime de la Cámara de Diputados y el Senado a los vetos presidenciales a la ley de emergencia pediátrica y de financiamiento universitario, sumado a la insistencia del Senado en la coparticipación de los Aportes del Tesoro Nacional, proyectó una imagen de debilidad del Ejecutivo y alimentó los temores sobre la gobernabilidad.

La confirmación de que el BCRA comenzó a utilizar el préstamo del FMI para intervenir en el mercado cambiario prendió todas las alarmas. “La autoridad monetaria puede intentar ahora resistir una devaluación quemando parte del préstamo, pero en un momento se le acabarán y entonces el dólar saltará aún más”, señaló un operador de mesa de dinero de un banco privado que prefirió mantener el anonimato. El ritmo de venta de reservas del jueves es simplemente insostenible; a ese paso, el préstamo del FMI se evaporaría en cuestión de semanas.

Los vencimientos de capital con el sector privado y organismos internacionales para fines de 2025 y 2026 superan ampliamente el nivel actual de reservas líquidas. Si estas se destinan a defender el tipo de cambio, no quedarán para honrar la deuda. Esta percepción fue la que impulsó la venta masiva de bonos.

El ministro de Economía, Luis Caputo, intentó calmar los ánimos a través de la red social X. “En el equipo económico siempre trabajamos pensando en los escenarios no deseados”, escribió el miércoles. “No nos agarra de sorpresa. Hace meses que estamos trabajando en diferentes alternativas. Vamos a honrar todas las deudas, como lo hemos venido haciendo”.

Sin embargo, el mercado le creyó poco. Sus mensajes del jueves, centrados en criticar al Senado, no hicieron mención a la crisis financiera en desarrollo, lo que incrementó la ansiedad.

El contexto que agrava la crisis

La situación se ve agrava por datos económicos estructurales. Por tercer mes consecutivo la Argentina importó más de lo que exportó, perdiendo US$477 millones en agosto. Esta sangría de dólares legítimos por cuenta corriente reduce aún más la base de reservas genuinas, haciendo al país más dependiente del endeudamiento para obtener divisas.

Además, la persistencia de un cepo cambiario severo crea un “dólar cautivo” dentro de la economía. Las empresas que necesitan divisas para operar, y los ahorristas que buscan refugio, se ven forzados a acudir a mercados alternativos como el CCL, incrementando la presión sobre ellos y ampliando la brecha con el oficial.

Un cierre con más preguntas que respuestas

Al cierre de esta edición, el panorama es de extrema fragilidad. El BCRA se encuentra en una encrucijada: si deja de vender dólares, la cotización podría dispararse, alimentando la inflación y desestabilizando el plan económico. Si continúa vendiendo a este ritmo, agotará en tiempo récord las reservas necesarias para evitar un default desordenado.

La pregunta que flota en el aire es la que Caputo dijo estar respondiendo: ¿Cuáles son esas “alternativas” para pagar la deuda? ¿Un nuevo canje de bonos? ¿Una renegociación anticipada con los acreedores? ¿Un giro aún más drástico hacia el ajuste fiscal para generar superávit y ahorrar dólares? El silencio del Gobierno al detallar un plan concreto es, hoy por hoy, el principal combustible de la incertidumbre.

El mercado, en su frialdad numérica, ya está votando. La escalada del riesgo país a 1.453 puntos es un veredicto severo: los inversores creen que el riesgo de que la Argentina no cumpla con sus obligaciones es alto y creciente.

La pelota está ahora en el campo del Gobierno. De su próxima jugada, ya no en las redes sociales sino en la concreción de un plan creíble, dependerá si esta tormenta financiera es un temporal pasajero o el preludio de una crisis mayor. La credibilidad, ese activo tan frágil y escaso, está una vez más en el centro de la mesa.