En una intervención sin precedentes, el Banco Central impulsado por el ministro Luis “Toto” Caputo aplicó una maniobra drástica sobre el mercado de futuros y el Tesoro agotó más de USD 500 millones en apenas días para contener la escalada del dólar en la previa electoral. Hoy, el circuito financiero está al rojo vivo.
Al cierre del viernes 5 de septiembre de 2025, el Banco Central activó una intervención que el mercado calificó como “brutal”: en los últimos tres minutos de la jornada, vendió una enorme masa de contratos de dólar futuro de septiembre —estimada por fuentes en torno a los USD 700 millones— lo cual provocó un derrumbe inmediato desde $1.415 hasta debajo de los $1.390.
Esa dinámica explosiva se tradujo en un desplazamiento abrupto del volumen abierto (interés abierto), el cual aumentó súbitamente en cerca de USD 146 millones, mientras que el volumen operado alcanzó los USD 793 millones.
El economista Hernán Letcher resumió la maniobra con crudeza: “En los últimos 3 minutos de operatoria del mercado de futuros, el BCRA entró a vender desaforado el contrato de dólar septiembre y forzándolo a caer por debajo de $1.390”.
En paralelo, el Tesoro llevó a cabo ventas por montos superiores a los USD 500 millones en apenas cuatro días como parte de una estrategia para asegurar liquidez y contener al dólar en un año electoral tensionado. Desde principios de semana se vendieron aproximadamente USD 505 millones, siendo USD 285 millones solo el viernes 5 de septiembre . Otras estimaciones del mercado apuntan a ventas de casi USD 400 millones en tres jornadas: USD 198 millones el martes, USD 50 millones el miércoles y USD 150 millones el jueves. A su vez, para algunos operadores, el promedio diario roza los USD 100 millones.
Según Christian Buteler, las cifras acumuladas dan cuenta de una erosión rápida del “poder de fuego” cambiario del Tesoro. En un día, los depósitos en dólares en el BCRA cayeron de USD 1.669 millones a USD 1.437 millones, con una contracción de USD 232 millones —de los cuales USD 40 millones correspondieron al pago de deuda con organismos internacionales—.
Sin embargo, desde la órbita oficial se intentó restar dramatismo: el director del BCRA, Federico Furiase, aseguró que la intervención se mantendría dentro del esquema de bandas de flotación, que las ventas fueron temporarias y coordinadas con el FMI, y que no se utilizaron las reservas del Banco Central sino recursos propios del Tesoro. Según él, el gobierno dispone de suficiente “munición”: USD 3.000 millones adquiridos mediante emisión de bonos Bonte y otras transacciones para soportar tales intervenciones.
Contexto político y económico
Estas maniobras coinciden con un contexto político caliente: se va a celebrar en el día de mañana una elección en la provincia de Buenos Aires y en menos de dos meses —el 26 de octubre— habrá elecciones nacionales. En ese marco, el equipo económico encabezado por Caputo busca evitar un spike cambiario que podría desestabilizar el equilibrio macro.
A su vez, analistas como los de Vectorial interpretan que la venta de reservas del Tesoro significa el abandono tácito del régimen de relativa libre flotación cambiaria. El temor es que, sin un cambio en el humor del mercado, las “municiones” disponibles se agoten rápido.
Tanto Hernán Letcher como Christian Buteler ponen el acento en esa urgencia: “‘Si no cambia el humor a partir del lunes, se acaban rápido sus municiones’”, alertó este último
¿Fin de ciclo?
La maniobra del viernes 5 no fue solo una intervención técnica: fue una declaración de fuerza en el tablero cambiario. Caputo y su equipo dejaron claro que están dispuestos a quemar reservas en escala récord para calmar los mercados. Pero esa táctica tiene fecha de caducidad. Si el humor financiero no se modifica, la pregunta es inevitable: ¿Qué llegará primero, la calma cambiaria o el agotamiento de los dólares? La respuesta es simple y esta a la vista.
