Tension en los mercados: El dólar trepó a $1.300 y obligó al Gobierno a intervenir


La divisa marcó un nuevo récord impulsada por la incertidumbre política, errores en el manejo de la liquidez y la presión del mercado. El Tesoro y el Banco Central reaccionaron para bajarlo a $1.280. La inflación sigue contenida, pero crecen las dudas sobre la sostenibilidad del plan económico de Milei.


En un nuevo capítulo de la volatilidad cambiaria, el dólar alcanzó este martes los $1.300 en el mercado libre, marcando un récord histórico desde la asunción de Javier Milei. Aunque al final de la jornada las intervenciones del Tesoro y el Banco Central lograron bajarlo a $1.280, la suba acumulada desde mediados de junio –cuando cotizaba a $1.160– enciende luces de alerta en la Casa Rosada, los mercados y la producción local.

La suba de la divisa no responde a un solo factor. Según analistas, se combinan errores de política económica, decisiones impulsadas por la presión del FMI y el creciente ruido político tras las derrotas legislativas del oficialismo.

“Es una mezcla de ajuste buscado, errores técnicos y el contexto político”, explicó Juan Pablo Ronderos, economista de MAP Latam.

Uno de los detonantes fue el desarme de las Letras Fiscales de Liquidez (LEFI) por parte del equipo del ministro Luis Caputo. La medida liberó $15,5 billones al sistema financiero, lo que provocó una fuerte baja en las tasas de interés y aumentó la presión sobre el dólar. Parte de esos pesos se redireccionaron hacia las Lecap, otra porción se volcó al consumo y una tercera fue directamente a la compra de divisas.

Para contener la escalada, el Gobierno lanzó una licitación fuera de calendario de títulos en pesos a corto plazo (S31L5, S15G5, S29G5, S12S5, S30S5 y T17O5), buscando absorber parte del excedente de liquidez. La sociedad bursátil SBS interpretó la medida como un intento de “subir las tasas para frenar la presión nominal”.

En paralelo, el Banco Central intervino con pases pasivos ofreciendo mejores tasas a los bancos para retener pesos en el sistema y alejar al mercado del dólar. Las maniobras lograron bajar la cotización a $1.280, pero no disiparon las dudas sobre la estabilidad macroeconómica.

Incertidumbre política y electoral

A los problemas técnicos se suman factores políticos. La semana pasada, el oficialismo sufrió importantes reveses en el Senado, donde se aprobaron proyectos de ley que el presidente Milei rechaza, como la movilidad jubilatoria, la moratoria previsional, beneficios para personas con discapacidad y la distribución automática de los ATN. El gobierno anticipó que recurrirá al veto, pero el daño a la credibilidad ya está hecho.

“La combinación entre un dólar percibido como barato, la debilidad del Gobierno en el Congreso y el contexto electoral generan una fuerte presión compradora”, explicó Juan Martín Solá, analista de BancTrust & Co.

Además, persiste la incertidumbre sobre si el Gobierno podrá sostener su programa económico en un contexto de baja actividad, inflación reprimida y reservas exiguas. Si bien el FMI continúa apoyando el rumbo fiscal, exige resultados en la acumulación de divisas que el Banco Central todavía no logra consolidar.

Inflación contenida, por ahora

Pese a la escalada del dólar, la inflación de junio se ubicó en 1,6% y acumula 15,1% en lo que va del año, según datos oficiales. La recesión del consumo y la presión de las importaciones han ayudado a contener los precios, aunque el incremento de los alquileres destaca como un factor de tensión.

Desde el sector productivo celebran que, en términos reales, los costos en dólares se han abaratado, lo que mejora la competitividad. Sin embargo, las señales son contradictorias: la volatilidad cambiaria y la fragilidad del ancla nominal generan temor de una eventual ola de remarcaciones.

El Gobierno se enfrenta a una encrucijada: contener el dólar sin frenar del todo la economía ni desatar presiones inflacionarias. La herramienta del ajuste monetario tiene límites, sobre todo en un contexto político inestable. Las intervenciones de esta semana funcionaron como un parche, pero el mercado ya está mirando más allá de julio, y exige señales más claras para confiar en la sostenibilidad del plan libertario.