JP Morgan recomendó salir de Argentina por atraso cambiario y riesgo político. Pimco, otro gigante financiero, habría desarmado posiciones por USD 1.600 millones. El «carry trade» tambalea y se reavivan los fantasmas del 2018.
El retiro de los grandes fondos de inversión internacionales de los activos argentinos reaviva la tensión financiera y expone las fragilidades estructurales del programa económico que encabeza Luis Caputo bajo el gobierno de Javier Milei.
JP Morgan, el mayor banco de inversión de Wall Street, encendió una luz roja con un informe crítico que recomienda abandonar posiciones en el país, mientras circula la versión de que Pimco, otro gigante global, habría desarmado tenencias por unos USD 1.600 millones, golpeando el andamiaje del carry trade.
El análisis de JP Morgan —titulado “Tomándose un respiro”— plantea un combo que preocupa a los inversores: déficit externo récord, atraso cambiario, turismo emisor creciente, dudas políticas y señales de intervención en el mercado de futuros que alertan sobre la sostenibilidad del esquema actual. En ese sentido, el informe advierte que la Argentina volvió a estar más cara que Roma o Berlín y que ya pasó el pico de ingreso de divisas por la cosecha gruesa.
“Mantenemos una visión constructiva sobre las perspectivas de mediano plazo de Argentina… Sin embargo, con el pico de ingresos agrícolas ya atrás, la probabilidad de salidas continuas por turismo, posibles ruidos electorales y cierto bajo rendimiento del peso que motivó intervenciones cambiarias en el dólar futuro, preferimos dar un paso atrás”, sostiene el informe.
El dato más inquietante es que, en paralelo a la difusión de este documento, se pactó una operación entre privados por USD 1.600 millones, que en el microcentro porteño vinculan a Pimco, el fondo especializado en renta fija y conocido por sus incursiones previas en el mercado argentino. Si bien se habló inicialmente de un “error de sistema”, en la City sospechan que se trata de un desarme planificado ante el riesgo de quedar atrapados en un nuevo esquema insostenible.
La comparación con la crisis de 2018 no tarda en surgir: “La escena guarda similitudes con la del macrismo: un mercado que se adelanta, capitales que buscan la salida”, afirmó un operador a La Política Online (LPO). En aquella oportunidad, fue el mismo Caputo quien encabezó la fallida estrategia de contener la corrida con deuda en dólares. Varios de los fondos involucrados en el actual proceso de salida ya fueron protagonistas de aquel episodio.
Carry trade bajo fuego
El esquema del «carry trade» —especulación financiera basada en altas tasas en pesos con expectativa de estabilidad cambiaria— ha sido uno de los pilares del programa económico desde la asunción de Milei. Sin embargo, con una brecha cambiaria en alza y creciente incertidumbre electoral, el modelo empieza a mostrar signos de agotamiento.
JP Morgan no es el único en advertir sobre los riesgos. En las últimas semanas, el mercado de futuros del dólar mostró intervenciones del Banco Central, que intentó anclar las expectativas sin devaluar. Esto genera dudas entre los inversores sobre el compromiso con la libre flotación y el costo que tendría una salida desordenada del actual régimen.
A eso se suma la presión política interna: el asesor Federico Sturzenegger promueve una flotación limpia del tipo de cambio, lo que colisiona con la estrategia de Caputo de contención gradual. Además, los malos resultados electorales en provincias como Santa Fe abren interrogantes sobre la capacidad del oficialismo para sostener su agenda en el Congreso.
¿Un déjà vu de 2018?
El recuerdo de la crisis de confianza que estalló en 2018 bajo el mandato de Mauricio Macri es inevitable. En ese entonces, una combinación de atraso cambiario, déficit externo y retiro de fondos extranjeros desencadenó una fuerte devaluación y el regreso al FMI. Varios de los jugadores que hoy desarman posiciones —como Pimco y BlackRock— fueron actores centrales en aquel colapso financiero.
El presente muestra similitudes preocupantes: tipo de cambio anclado con reservas ajustadas, alta dependencia de flujos financieros volátiles y señales crecientes de que la política cambiaria podría estar cerca de un punto de inflexión.
Mientras tanto, el gobierno insiste en que la desinflación es el dato clave y que el equilibrio fiscal primario alcanzado en los primeros meses de gestión es una muestra de compromiso. Sin embargo, la desconfianza de los grandes fondos parece sugerir lo contrario: sin un anclaje macroeconómico más robusto y sin certezas políticas, el apetito por riesgo argentino se diluye rápidamente.
Conclusión
El retiro de JP Morgan y la presunta salida de Pimco configuran una señal potente del deterioro de la confianza internacional en el rumbo económico del gobierno. La fragilidad del esquema financiero, sustentado en expectativas más que en fundamentos sólidos, queda al desnudo. La respuesta oficial, por ahora, ha sido el silencio. Pero los mercados —como en otras ocasiones— podrían estar anticipando un nuevo giro en la historia económica argentina.
