-¿Crees que el anuncio de la intervención y expropiación y la posterior marcha atrás fue el primer error estratégico de la presidencia de Alberto Fernández?

-Sí, yo creo que sí.

El primer error estratégico por cómo se anunció y por cómo se llevó a cabo.

Y posteriormente, dar marcha atrás frente a la presión del poder económico y a las movilizaciones de cierta parte de la sociedad que hizo que él retrocediera en su decisión.

Mostró una actitud que iba a tener a partir de ahí constantemente en su gobierno.

Demostró cómo ante la primera presión del poder económico iba a seguir tomando esa actitud de recular en decisiones importantes para los intereses del pueblo.

-¿Qué explicación encontrás a las marchas que hubo en defensa de una industria con dueños privados y con gente flameando la bandera argentina? ¿Crees que solo se trató de desinformación o encontrás otros componentes para entender esa actitud?

-Bueno, ese fue el gran desafío de la película: no señalar a esas personas, sino tratar de entenderlas, de por qué salieron a defender, evidentemente sin toda la información, pero también tratando de comprender qué identificación hay con respecto al poder económico, con respecto a empresarios que se muestran exitosos, famosos, buenas personas.

Tanto que el presidente Milei hoy lo afirma como benefactores sociales , héroes.

En los dichos de Milei también se refleja algo que en la sociedad toda se vive.

Esa identificación es a través de los años y a través de una cultura que se fue fomentando.

Nosotros encontramos en el término «cuellos blancos» de un sociólogo estadounidense, Edwin Sutherland, que estudió en 1930, después del crack financiero, lo que sucedió en la sociedad de Estados Unidos y que le valió, por ejemplo, estar en las listas negras de aquellos años.

Esa identificación que vive la sociedad, casi en general, fue una construcción cultural, que también la abordamos a través del término «lazos sociales» del compañero y amigo Juan Pegoraro, que cuenta cómo a través de los lazos sociales, el poder económico, los empresarios permiten esa impunidad, las relaciones con el poder Judicial y el poder político.

-¿Cómo fue el trabajo de reconstrucción de los hechos con el que desenrollás la trama de delitos financieros en torno al caso Vicentin?

-Nosotros nos basamos en el concurso de acreedores, en el expediente a través de los veedores que, por ejemplo, puso la Federación de Aceiteros, y la investigación que desarrolló la Fiscalía de Delitos Económicos de Rosario, a cargo del fiscal Miguel Moreno.

A través de esos dos expedientes e investigaciones, se permite un desarrollo con información.

Tratamos de evitar la opinión, en primer término.

Tratamos de que se pueda desarrollar la información y que el espectador entienda cuestiones que, a primera vista, parecen muy complicadas, pero que en el documental se hace un esfuerzo de una narración didáctica para que se logre entender lo fundamental: que se está desarrollando un nuevo saqueo en la Argentina.

-¿Cómo fue el trabajo de llevar esta profunda investigación con muchos datos al lenguaje audiovisual?

-En todo momento traté de ponerme en el lugar del espectador y pensé cuáles podían ser las dificultades para narrarla.

Utilicé algunas herramientas y recursos como la animación, entrevistas de material de archivo animado también.

Y planos de dron que también demuestran por primera vez la dimensión que tienen esas plantas, esos puertos privados de las grandes empresas agroexportadoras.

Fue un trabajo importante de relevamiento, pero también de montaje para que tuviera una narración que juguetea con el género de intriga, pero que tiene con la música y con la estética una representación muy argentina, un estilo y una narración muy vinculada a nuestro país.

Retoma las líneas de Fernando «Pino» Solanas y de David «Coco» Blaustein, y por eso también está dedicada a ellos.

-¿Pensaste en entrevistar al directorio de Vicentin?

-Intentamos en primera instancia.

Tratamos de contactarnos con el directorio por teléfono, por mail y hasta cuando fui a Avellaneda (Santa Fe) a filmar las plantas me presenté en la puerta de la empresa y no tuve respuesta.

En ninguna instancia obtuve respuesta.

Eso hizo cambiar un poco la primera idea, pero me parece que finalmente se contraponen los datos y la información que damos a través de distintos especialistas que tienen diversos matices dentro del campo nacional y popular con los medios de comunicación.

Se narra y se cuenta a través de los medios hegemónicos.