Tras el desdoblamiento electoral en la Provincia, los aliados del gobernador buscan blindar sus municipios frente a un eventual arrastre kirchnerista. Cruces en Avellaneda, Quilmes y La Matanza marcan el pulso de una pulseada que redefine alianzas y estrategias de cara a 2025.
La tensión interna del peronismo bonaerense escaló este lunes tras el anuncio del desdoblamiento electoral por parte del gobernador Axel Kicillof. Con el decreto que separa las elecciones provinciales de las nacionales (14 de julio y 7 de septiembre, respectivamente), la discusión ya no gira solo en torno a la competencia con La Libertad Avanza, sino a una batalla doméstica: cómo contener el impacto de una eventual candidatura seccional de Cristina Kirchner en la Tercera Sección Electoral, el estratégico Conurbano sur.
En este escenario, varios intendentes alineados con Kicillof analizan una jugada inédita: encabezar sus propias listas legislativas locales para amortiguar el efecto de una boleta kirchnerista liderada por la ex presidenta. La estrategia busca capitalizar su imagen territorial ante el riesgo de que el sello de Cristina, incluso testimonial, fragilice sus bases.
“¿Qué pasa si todos los popes te juegan, aunque sea testimonial? Una posibilidad es que los intendentes, con buena imagen, lideren las listas legislativas”, explicó a LPO un operador cercano a uno de los jefes comunales oficialistas. El temor no es abstracto: en distritos como Avellaneda, Quilmes o Lanús, el kirchnerismo ya avanza con armados paralelos, mientras La Cámpora acusa a Kicillof de “romper con Cristina” para evitar un choque frontal con Javier Milei.
El tablero sur: Avellaneda, Quilmes y la sombra de Ferraresi
El domingo, durante una reunión clave en el PJ bonaerense, Máximo Kirchner planteó la posibilidad de que Cristina encabece la lista en la Tercera Sección. Kicillof respondió con una pregunta incómoda: ¿qué pasaría con intendentes como Mario Secco (Ensenada) o Jorge Ferraresi (Avellaneda), cuyos distritos quedarían expuestos a una interna con el kirchnerismo?
La respuesta no se hizo esperar. En Avellaneda, bastión de Ferraresi, La Cámpora ya promueve una lista alternativa. Este lunes, el senador provincial Emmanuel González Santalla publicó en redes una imagen elocuente: afiches del municipio con la cara de Ferraresi aparecieron rotos, mientras otros con la foto de Cristina se multiplican. La ex presidenta, además, realizó actos en la Universidad de Avellaneda —aliada de su sector— sin coordinar con el intendente, profundizando la grieta.
En Quilmes, el conflicto es similar. El Frente Quilmeño de Identidad Peronista, impulsado por Ferraresi, ya enfrenta al oficialismo de Mayra Mendoza. Ariel Burtoli, concejal disidente del bloque de la intendenta, lidera este espacio junto a gremios como la Asociación Obrera Textil. “Mayra está furiosa con Ferraresi por recorrer Quilmes mostrando la falta de obras”, confió una fuente local.
Lanús, La Matanza y Berazategui: mapas de una guerra silenciosa
En Lanús, el intendente Julián Álvarez enfrenta el desafío de Belén Berrueco, exconcejala alineada a Ferraresi que rompió con su bloque. La atención está puesta en Agustín Balladares, presidente del Concejo Deliberante y referente del Movimiento Evita, quien evita alinearse abiertamente con el kirchnerismo. Su posicionamiento podría inclinar la balanza en un distrito donde Álvarez triunfó en 2023 con Balladares como segundo.
La Matanza, gobernada por Fernando Espinoza, no es ajena al conflicto. Allí, Patricia Cubría —rival de Espinoza en las PASO de 2023— podría articular con La Cámpora y el Evita una lista opositora. “En 2021, Espinoza ya usó su nombre como candidato testimonial para neutralizar internas. Hoy el riesgo es mayor”, señaló un aliado del intendente.
Berazategui, en tanto, aparece como un caso particular. Juan José Mussi, histórico caudillo local, minimiza el impacto de Cristina: “En 2005, Chiche Duhalde le ganó a ella aquí. No nos asusta”. Sin embargo, fuentes cercanas al intendente no descartan que encabece una lista si el kirchnerismo avanza.
El desdoblamiento como catalizador
La decisión de Kicillof de separar las elecciones no solo alteró el cronograma, sino que desnudó fracturas irreversibles. Desde La Cámpora lo acusan de “responsable del desmembramiento de un proyecto nacional”, mientras el gobernador insiste en evitar un escenario donde el peronismo bonaerense quede subordinado a los humores de la interna nacional.
Con Cristina en modo campaña y Kicillof reafirmando su autonomía, el Conurbano se convierte en el laboratorio de una nueva era del peronismo: fragmentada, impredecible y con mayores que, por primera vez, podrían competir contra sus propios aliados. La pregunta que flota es clara: ¿Quién controlará el territorio que define elecciones? La respuesta, en septiembre.
Mientras los intendentes ajustan estrategias, el fantasma de 2005 —cuando Chiche Duhalde derrotó a Cristina en Berazategui— revive como advertencia: en el Conurbano, las lealtades son tan movedizas como el terreno que pisan.