Tormenta financiera: se disparan los dólares paralelos y se profundiza la tensión en los mercados argentinos


La escalada de tensiones entre Estados Unidos y China dispara los dólares financieros en Argentina, amplía la brecha cambiaria y hunde bonos, acciones y ADR. En medio de la negociación con el FMI, el Gobierno enfrenta una tormenta global que vuelve a encender las alarmas sobre la estabilidad cambiaria y financiera.

El escenario económico argentino volvió a entrar en ebullición este lunes 7 de abril, arrastrado por la ola de pánico financiero que azota a los mercados globales tras el nuevo capítulo de la guerra comercial desatada por el expresidente estadounidense Donald Trump. La imposición de aranceles a las importaciones generó un efecto dominó que golpea con fuerza a los activos emergentes y profundiza la fragilidad del mercado local. En este contexto, los dólares financieros se disparan, los bonos soberanos se hunden, el riesgo país se dispara y las acciones argentinas se desploman tanto en Buenos Aires como en Wall Street.

El dólar Contado con Liquidación (CCL) trepó $41,53 en una sola jornada, superando los $1.378 y marcando una brecha del 28,1% con el tipo de cambio oficial. El MEP no se quedó atrás: subió $29,06 hasta los $1.269,50, con un spread de 27,2%. Incluso el dólar blue escaló $30 y cerró en $1.340, mientras que el dólar tarjeta ya roza los $1.425. El mercado de futuros también mostró señales de tensión: se estima una devaluación del 4,3% para abril y un 8,1% acumulado en el bimestre abril-mayo.

Un mundo en guerra comercial.

La economía global atraviesa su tercera jornada consecutiva de shock. La decisión de Trump de reinstaurar una política arancelaria agresiva —que ya generó represalias inmediatas por parte de China— reavivó los temores a una guerra comercial global, alimentando la aversión al riesgo. Los mercados reaccionaron en cadena: las bolsas asiáticas se desplomaron (Hang Seng -13,2%, Nikkei -7,8%, Shanghái -7,3%) y las europeas siguieron el mismo camino (Frankfurt -4,2%, París -4,8%, Londres -4,5%).

Este clima adverso impactó de lleno en Argentina, una economía hipersensible al contexto internacional. El “vuelo a la calidad” (flight to quality) —la migración masiva de capitales hacia activos considerados seguros como los bonos del Tesoro de EE.UU.— aceleró la salida de fondos de países emergentes y agravó la presión cambiaria y financiera sobre el país.

Mercado local en rojo

En este marco, el índice S&P Merval cayó un 1,3% en pesos y un 3% en dólares, ubicándose en apenas 1.529 puntos. Los ADRs de empresas argentinas en Wall Street también sufrieron fuertes pérdidas: Globant (-10,2%), Bioceres (-5,3%), Transportadora Gas del Sur (-4,4%) y Edenor (-3,9%) encabezaron la lista roja. Solo Despegar logró cerrar en verde, con una tímida suba del 0,6%.

La sangría también alcanzó a los bonos soberanos en dólares. El Global 2038 perdió 5%, el Bonar 2041 cayó 4,9%, y el Global 2035 retrocedió 4,2%. Como resultado, el riesgo país escaló 35 puntos hasta los 960, el nivel más alto en casi dos años.

Fragilidad estructural y encrucijada política

A este cóctel explosivo se suma la delicada situación macroeconómica local. Argentina aún negocia un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional por 20.000 millones de dólares, una cifra que podría otorgar cierto respaldo al Banco Central en su objetivo de desarmar progresivamente el cepo cambiario. Sin embargo, los analistas advierten que el nuevo escenario internacional podría forzar un replanteo de la estrategia.

“Esta guerra comercial perjudica al país por partida doble: por la caída del precio de los commodities y por la salida de capitales hacia activos de refugio”, advirtió el economista Roberto Geretto (Adcap). Desde Max Capital también alertaron que el Gobierno, tarde o temprano, deberá revisar su política cambiaria: “En los papeles se mantiene sin cambios, pero la debilidad de las monedas emergentes y la volatilidad global harán inevitable algún ajuste en 2025”.

 Señales de alerta

La jornada deja una conclusión clara: Argentina vuelve a quedar al desnudo frente a los vaivenes globales. La fragilidad estructural de su economía, combinada con la inestabilidad internacional, genera una tormenta perfecta que amenaza con desequilibrar los frágiles equilibrios alcanzados en los últimos meses.

Con los dólares paralelos disparados, la brecha cambiaria en aumento, los bonos en caída libre y el riesgo país en máximos, el Gobierno de Javier Milei enfrenta una prueba crítica. Más allá del discurso sobre el orden fiscal y la apertura de los mercados, el nuevo contexto exige respuestas concretas, coordinación internacional y una lectura estratégica del vínculo entre soberanía económica y geopolítica. Porque cuando la tormenta arrecia, no alcanza con resistir: hay que saber hacia dónde navegar.