Malvinas y la soberanía en disputa: el giro peligroso de Milei

El discurso del presidente Javier Milei en el acto del 2 de abril marcó un punto de inflexión en la histórica postura argentina sobre Malvinas. Su referencia al «voto con los pies hacia nosotros» como una vía para la reincorporación del archipiélago a la soberanía nacional introduce un concepto ajeno al derecho internacional y, de facto, se acerca a la narrativa británica de autodeterminación de los isleños.

Un discurso que siembra dudas

La posición argentina sobre Malvinas se ha sostenido en el reconocimiento de que la soberanía sobre las islas es una cuestión de integridad territorial, dado que su ocupación por el Reino Unido en 1833 fue producto de un acto de fuerza. Sin embargo, el presidente Milei pareció deslizar un cambio conceptual al sugerir que la clave de la reincorporación de las islas radica en que sus actuales habitantes «decidan votar con los pies» por Argentina.

El planteo es problemático por dos razones fundamentales. Primero, porque se aleja de la posición histórica de la diplomacia argentina, que distingue entre los «intereses» de los isleños, que deben ser respetados, y sus «deseos», que no pueden prevalecer por sobre la soberanía nacional. Segundo, porque introduce una visión mercantilista del conflicto, sugiriendo que el desarrollo económico argentino podría seducir a los kelpers hasta convencerlos de adherir voluntariamente a la Nación, un razonamiento que ignora la dimensión política y geoestratégica del conflicto.

El peligro de una concesión implícita

Hablar de un «voto» de los habitantes de Malvinas, aun en una clave metafórica, implica un riesgo diplomático evidente. Gran Bretaña sostiene desde hace décadas que los kelpers tienen derecho a la autodeterminación, una postura que la Argentina rechaza al considerar que son una población implantada y que la soberanía no es una cuestión de consulta, sino de derecho histórico y territorial. Al introducir la idea de que la reincorporación de las islas podría depender de la decisión voluntaria de los isleños, Milei se acerca peligrosamente a la tesis británica y se aleja de la política de Estado sostenida por todos los gobiernos democráticos desde 1983.

El giro geopolítico y la alineación con el eje anglosajón

El discurso de Milei no puede analizarse en el vacío. Su inmediata partida hacia Mar-a-Lago para reunirse con Donald Trump y recibir un premio simbólico refuerza la percepción de un alineamiento irrestricto con Estados Unidos y sus aliados, entre ellos el Reino Unido. En este contexto, el cambio discursivo sobre Malvinas podría interpretarse como parte de una estrategia más amplia de acercamiento al bloque anglosajón, en desmedro de la tradición diplomática argentina de buscar respaldo en foros multilaterales y en la comunidad latinoamericana.

Este giro podría tener consecuencias concretas. Si Argentina deja de sostener con firmeza su reclamo, podría debilitarse el apoyo de países que hasta ahora han respaldado la posición nacional, como China y Rusia, que han cuestionado la ocupación británica en Malvinas como parte de su crítica al neocolonialismo. Al alinearse con los intereses de Washington y Londres, el gobierno de Milei podría estar cediendo terreno en la disputa diplomática.

Soberanía y defensa: un debate urgente

El vaciamiento presupuestario de las Fuerzas Armadas y la falta de una estrategia de defensa también entran en juego. Si, como sugiere Milei, la soberanía depende exclusivamente de la capacidad económica del país para atraer a los habitantes de Malvinas, ¿en qué lugar queda el rol del Estado en la defensa y la diplomacia? La historia demuestra que los conflictos territoriales no se resuelven solo con incentivos económicos, sino con políticas de largo plazo que fortalezcan la posición del país en el escenario internacional.

El discurso del presidente sobre Malvinas introduce un cambio que podría tener implicancias profundas. Más allá de la retórica libertaria, la cuestión de fondo es si Argentina está dispuesta a sostener su reclamo con la misma convicción histórica o si, en nombre de un nuevo alineamiento geopolítico, comenzará a ceder posiciones en una causa que hasta ahora ha sido irrenunciable.