Mondelez paraliza su planta de Pacheco y deja a 2.300 trabajadores en vilo por el derrumbe del consumo

La multinacional frenará la producción durante 21 días por un fuerte sobrestock derivado de la caída de ventas. El gremio advierte que la situación es consecuencia directa del desplome del poder adquisitivo y de la apertura importadora. Crece el temor a suspensiones y despidos en una industria golpeada.


Un freno inédito que expone la magnitud de la crisis

La crisis industrial volvió a golpear a un actor central del sector alimentario. Mondelez Argentina, una de las mayores productoras de galletitas, alfajores y golosinas del país, anunció la paralización total de su planta de General Pacheco durante 21 días, desde el 14 de diciembre hasta el 5 de enero, afectando a 2.300 trabajadores. La medida es inédita para una fábrica que históricamente sostuvo su producción aun en períodos de baja actividad.

UN GOBIERNO QUE ESTÁ LLEVANDO AL FIN DE LA INDUSTRIA EN ARGENTINA Por la  caída de la demanda, Mondelez frena la producción en Pacheco por primera  vez en la historia, otorga vacaciones

Mondelez International es una corporación global nacida de la reestructuración de Kraft Foods, con raíces que se remontan a los inicios del siglo XX. En Argentina, es heredera directa de Terrabusi y opera una de las plantas más grandes de la región. Su evolución local está estrechamente ligada a los ciclos del consumo interno: cuando la demanda cae, la compañía se convierte en un termómetro inmediato de la situación económica.

El freno llega en un contexto de cierre y suspensiones en distintas ramas industriales —casos recientes: Whirlpool, Georgalos y Color Living— y se convirtió en un nuevo símbolo del deterioro del mercado interno.

La empresa argumentó que la decisión responde a un sobrestock crítico derivado del desplome de ventas. “Tenemos el depósito lleno, entonces no amerita producir”, explicó el delegado Jorge Penayo, quien remarcó que la industria enfrenta “una crisis general que no generamos los trabajadores”.

Ventas en caída libre y depósitos saturados

Los números internos de Mondelez confirman la gravedad del cuadro:
la compañía acumula una baja de 13.000 toneladas vendidas en lo que va del año, una retracción que fue reconocida por la filial local. El derrumbe afecta a un portafolio de marcas líderes —Oreo, Pepitos, Cerealitas, Club Social, Tita, Rhodesia, Milka, Cadbury, Shot, Halls y Beldent— habitualmente resistente a fluctuaciones del mercado.

Delegados y sindicalistas atribuyen la caída de ventas a tres factores estructurales:

  • Desplome del consumo interno, visible en todos los niveles de ingreso.

  • Apertura importadora, que presiona sobre la producción local.

  • Pérdida del poder adquisitivo, profundizada desde mediados de año.

“Los mayoristas están stockeados y otros no compran”, resumió Penayo. “Como lo que producimos no se vende, las empresas empiezan a mirar a los trabajadores para suspenderlos o despedirlos”, había advertido en septiembre.

Una salida negociada para evitar suspensiones masivas

Para evitar aplicar suspensiones, Mondelez ofreció un esquema mixto:

  • Una semana de vacaciones pagas al 100%

  • Una semana de licencia paga

  • Tareas internas sin contacto con la producción para quienes no se anoten

Más de 1.300 trabajadores ya se adhirieron, según los delegados.

El Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA) confirmó que, tras “duras negociaciones”, logró preservar ingresos y beneficios tradicionales: salarios completos en diciembre, pago del bono anual y mantenimiento de beneficios históricos como el paquete navideño, las cajas de productos esenciales y un voucher de $53.000 para la proveeduría interna.

El secretario general del STIA, Sergio Escalante, fue categórico respecto de las causas:
“Esta situación es un claro resultado de las políticas del gobierno de Javier Milei, que provocan la caída del consumo, la producción y el trabajo.”

Además, anunció un bono de fin de año de $525.000, a acreditarse el 11 de diciembre.

Un anticipo del 2026: preocupación y clima de incertidumbre

Mientras la planta se prepara para tres semanas de inactividad total, crece el temor entre los trabajadores. Penayo admitió que el horizonte es incierto:
“Sí, las preocupaciones son varias. Pueden ser suspensiones, pueden ser despidos… la gente está muy preocupada.”

Las señales de alarma se refuerzan por los informes de la consultora que asesora a Mondelez, que proyectó un 2026 “muy dramático” en términos de ventas si no se revierte la contracción del consumo.

El STIA ya había advertido en mayo que seis de las siete categorías del convenio estaban por debajo de la canasta básica, mientras que en septiembre alertó sobre la tendencia de las empresas a reducir personal ante la acumulación de stock.

Un caso testigo de un deterioro más amplio

La paralización de Mondelez no es un hecho aislado, sino un síntoma extendido en la industria argentina. El impacto de la recesión y de la caída del poder adquisitivo se refleja en múltiples sectores, desde la línea blanca hasta los alimentos.

La decisión de detener completamente una planta que nunca había frenado del todo su actividad marca un punto de inflexión. En palabras de un delegado:
“Regresaríamos el 5 de enero, pero lo que viene es un gran signo de interrogación.”

Para los trabajadores, la medida confirma un escenario que muchos ya consideran “al borde del abismo”. Y para la industria, agrega una señal más de que el deterioro del mercado interno supera incluso la capacidad de maniobra de las principales multinacionales.