Radiografía 2025: ¿Cuánto hay que ganar para ser clase media y qué revela realmente la nueva pirámide social?

Un informe de la Consultora W muestra una leve recomposición en la base de la pirámide social y un desplazamiento de hogares desde la pobreza hacia los sectores “no pobres” pero vulnerables. Sin embargo, el consumo masivo sigue en retroceso y la clase media opera bajo una fragilidad creciente. La foto social del tercer trimestre revela un país más segmentado y con fuertes contrastes en hábitos de gasto.


Una nueva pirámide social en un año de ajuste

La Consultora W, dirigida por Guillermo Oliveto, presentó su radiografía social del tercer trimestre de 2025. El estudio, basado en los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC y en un modelo propio de segmentación, muestra cambios moderados en la estructura social argentina en un contexto marcado por la aceleración de precios, el reordenamiento del gasto familiar y un consumo cada vez más selectivo.

Según el informe, la clase media baja comienza en los $2,05 millones de ingreso mensual por hogar, con un promedio cercano a los $2,4 millones. La clase media alta arranca en $3,7 millones, mientras que la clase alta exige ingresos mínimos de $7 millones, con promedios que ya trepan a $12 millones.

Cómo quedó conformada la pirámide social 

En el extremo opuesto, la clase baja en situación de pobreza disminuyó del 26% al 24% entre el segundo y el tercer trimestre del año. Este descenso se explica porque una parte de esos hogares pasó al segmento de clase baja superior no pobre, que avanzó del 24% al 28% del total. Esa movilidad estadística representa la principal novedad del informe.

La estructura porcentual general queda así:

  • Clase alta: 5%

  • Clase media alta: 17%

  • Clase media baja: 26%

  • Clase baja no pobre: 28%

  • Clase baja pobre: 24%

El salto entre los dos estratos inferiores explica la mejora en la base de la pirámide, aunque no necesariamente implica una mejora sustantiva en las condiciones de vida.

Más ingresos nominales, menos consumo real

El informe también analiza cómo gasta cada segmento y, sobre todo, qué deja de gastar. Oliveto sintetizó el panorama con una frase que define el clima social: “¿Cómo va el consumo? La respuesta es: ¿Cuál consumo?”.

La clase alta sostuvo gastos en dólares, viajes al exterior y compras de alto valor. La clase media alta logró cierta estabilización, pero bajo una lógica de extrema fragilidad: muchos hogares realizan ajustes mensuales para sostener su estilo de vida sin margen para imprevistos.

En cambio, tanto la clase media baja como la clase baja no pobre se mueven dentro de lo que el informe denomina la “cultura del no”:

  • no hay segundas marcas,

  • no hay compras impulsivas,

  • no hay gastos superfluos,

  • no hay margen para desvíos.

Los datos de consumo masivo confirman el fenómeno. Entre enero y octubre de 2025:

  • los supermercados registran una caída del 5,1%,

  • los alimentos retroceden 3%,

  • los productos de limpieza, 1%,

  • cosmética baja 4,5%,

  • golosinas 5,5%,

  • bebidas sin alcohol 14%,

  • bebidas alcohólicas 16,5%.

Son descensos que afectan directamente la canasta cotidiana.

En contraste, rubros asociados a los sectores de mayores ingresos crecieron con fuerza: autos 0 km y viajes al exterior aumentaron más de 50% interanual en el período. La dualidad es evidente: un consumo retraído en las mayorías y un consumo dinámico en las capas altas.

Una clase media sin estabilidad estructural

El hecho de que un hogar pase de “pobre” a “no pobre” no implica necesariamente un ascenso social. Tampoco garantiza estabilidad económica. La línea entre la clase media baja y la clase baja no pobre es extremadamente delgada: un aumento de tarifas, una pérdida de empleo o un gasto en salud puede hacer retroceder en cuestión de semanas lo ganado en el trimestre.

La clase media argentina —particularmente la baja— se encuentra hoy en una situación de vulnerabilidad estructural. Tiene ingresos apenas por encima de la línea de pobreza, un nivel de gasto muy ajustado y un horizonte de planificación limitado. El informe de la Consultora W muestra que esta franja, de casi 26% de hogares, es una de las más sensibles a los cambios económicos.

La paradoja es clara: nominalmente, más familias suben un escalón. En la práctica, lo hacen en un piso movedizo que no garantiza bienestar ni movilidad verdadera.

Patrones de consumo de las distintas clases sociales

Un país que se reconfigura desde abajo

La pirámide social de 2025 muestra una recomposición estadística, pero también una fractura profunda:

  • una minoría que sostiene consumos dolarizados y viajes,

  • una clase media que sobrevive con cuentas milimetradas,

  • una base amplia que recién sale de la pobreza monetaria pero permanece atrapada en la precariedad.

En este escenario, la idea de “clase media” se vuelve más difusa y frágil. La movilidad que registran los números no necesariamente se traduce en movilidad real: para muchos hogares, dejar de ser pobres no significa mejorar, sino apenas dejar de caer.

La pirámide social, más que un mapa de bienestar, se parece cada vez más a un registro de resistencia económica. Y en esa resistencia se juega buena parte del clima social que atraviesa a la Argentina de hoy.

REDACCION DATA POLITICA Y ECONIMICA