La tregua

El resultado electoral le dio a Javier Milei una sobrevida política y un margen de maniobra inesperado. Respaldado por Donald Trump y sostenido por el Tesoro estadounidense, el oficialismo ganó tiempo en medio de la crisis cambiaria, la recesión y la tensión social. Pero el alivio es apenas una tregua: la crisis estructural sigue intacta y el equilibrio interno pende de un hilo.


El resultado de las elecciones legislativas fue, para el gobierno de Javier Milei, algo más que un alivio. Fue un golpe de escena que reordenó la política y le devolvió una iniciativa que parecía perdida. No resolvió la crisis, pero la postergó por un instante. En política, ganar tiempo también es ganar poder, aunque ese poder sea efímero.

Karina Milei movió las piezas: Santilli a Interior, Caputo relegado y un nuevo orden en la Casa Rosada - elDiarioAR.com

El oficialismo encontró en las urnas algo que su gestión no lograba producir: una narrativa de eficacia. La victoria fue tan imprevista que descolocó incluso a los propios protagonistas. Los cambios de gabinete que se venían preparando quedaron en pausa, y luego fueron reconfigurados bajo una lógica de control político y lealtad personal. La euforia desplazó la prudencia, y el círculo presidencial —encabezado por Karina Milei, Luis Caputo y los hermanos Menem— apostó a consolidar un bloque que combina tutela externa, cohesión interna y concentración de poder.

Reacomodamiento del gabinete: poder concentrado

Tras el triunfo, la Casa Rosada fue escenario de un reordenamiento acelerado. Diego Santilli asumirá  como ministro del Interior, cargo clave para manejar la relación con los gobernadores y las cajas federales. Su designación respondió a la necesidad de neutralizar aun mas a Mauricio Macri y la buena relación de Santilli con  algunos sectores del peronismo dialoguista, pero también a la intención de Karina Milei de fortalecer su propio eje político.

En paralelo, Manuel Adorni fue ascendido a jefe de Gabinete, consolidando el control comunicacional y político de la Oficina del Presidente. La figura de Adorni —alineado con Karina— marcó el desplazamiento definitivo de Santiago Caputo, quien perdió influencia tras no lograr quedarse con el puesto y ahora busca reubicarse dentro del espacio mileista.

Por el contrario los hermanos Menem reforzaron su rol como operadores legislativos, territoriales y enlaces con el empresariado.  Con este ultimo armado  la economía, la política y la comunicación quedan centralizados  bajo el mando familiar.

Un triunfo con tutela externa

“Milei ha recibido la recomendación del gobierno estadounidense de constituir una alianza política que le permita ampliar su base de sustentación”, explicó el analista Rosendo Fraga, del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría. Washington intervino activamente en los días previos a las elecciones para evitar una corrida cambiaria y estabilizar el dólar, mientras Donald Trump lo respaldaba públicamente como “el aliado más confiable de América del Sur”.

Ese sostén externo fue clave para proyectar una imagen de gobernabilidad y anclar el liderazgo del Presidente dentro del mapa global de la nueva derecha, donde convergen el trumpismo, los conservadores europeos y los libertarios latinoamericanos. Milei no sólo gobierna un país: intenta encarnar un modelo político global de desregulación económica y liderazgo personalista.

Sin embargo, las primeras decisiones de Javier Milei,  tal vez envalentonado por su triunfo en la urnas , apuntan a consolidar mas poder y centralizarlo en su núcleo mas cercano.

Reconfiguración del poder interno

La pulseada entre Karina Milei y Santiago Caputo terminó de resolverse en favor de la hermana del Presidente. Con Adorni y Santilli en lugares estratégicos, Karina domina el flujo de decisiones políticas y controla la narrativa pública. Luis Caputo mantiene su peso en la economía, pero subordinado al núcleo político.

Este esquema refleja un gobierno que concentra decisiones en un grupo reducido, sin mediaciones partidarias ni institucionales. La política, convertida en un dispositivo de supervivencia, se organiza en torno a la familia presidencial y a los resortes del poder económico.

El peronismo y el país fragmentado

Del otro lado, el peronismo intenta recomponerse de su peor derrota histórica. La tensión entre Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof expresa dos estrategias y dos tiempos políticos: la ex presidenta, con influencia menguante, pero asentada en su prestigio, su historia personal y en el recuerdo de sus dos gobiernos y el gobernador bonaerense, que busca proyectarse con un discurso de renovación pero sin estructura nacional.

Kicillof sigue siendo, a pesar de la derrota bonaerense,  una opción a futuro,  pero la derrota nacional deja a todo el espacio en una encrucijada. O se reconstruye un proyecto nacional, federal y popular capaz de ofrecer esperanza, o se resigna a administrar la resistencia desde los márgenes.

Javier Milei reúne a su nuevo gabinete con Adorni en la Jefatura y Santilli en Interior – Agro Cordobés

Economía en recesión y sociedad en tensión

El triunfo electoral no logra disimular la profundidad de la crisis económica. La inflación continúa alta, la tensión cambiaria se mantiene, el consumo cae y la pobreza roza el 40%. El PBI podría contraerse alrededor de 4% este año, según estimaciones privadas. El gobierno prepara una nueva ronda de reformas laborales y previsionales exigidas por el FMI y el Tesoro estadounidense, que prometen nuevos conflictos con sindicatos y movimientos sociales.

En los barrios populares crecen las protestas y los reclamos, mientras la estrategia oficial apunta a una “represión selectiva” y al desgaste del conflicto. La Argentina vuelve a caminar al borde del abismo, con la economía estancada y un Estado debilitado.

El poder en pausa

A casi dos años de haber prometido “dinamitar la casta”, Milei se convirtió en su nuevo arquitecto. Su poder descansa en una paradoja: desafía al sistema mientras depende de él. Combina retórica antisistema con pragmatismo extremo, y se sostiene tanto en los resortes del Estado que juró destruir y en los sectores económicos concentrados,   bajo la tutela internacional que lo financia.

El triunfo le otorgó una tregua política y social. Pero esa tregua no resuelve el conflicto de fondo: apenas lo posterga. Argentina atraviesa un momento de alivio temporal que reordena momentáneamente el poder, sin modificar las causas estructurales del desequilibrio. La gobernabilidad de Milei es, en el fondo, una pausa en la crisis más que su superación.

En un país que vive siempre al filo, el  gobierno avanza entre la esperanza de sus seguidores y el escepticismo y la angustia de una ciudadanía que observa cómo el alivio de las urnas puede desvanecerse tan rápido como llegó.

REDACCION DATA POLITICA Y ECONOMICA