“Milei y Macri: entre los acuerdos rotos y la desconfianza mutua”

El expresidente cuestionó la salida de Guillermo Francos como jefe de Gabinete y reveló que no logró un acuerdo con Javier Milei durante su encuentro en Olivos. La ruptura del bloque del PRO impulsada por Patricia Bullrich el mismo día de la reunión sumó tensión y dejó en evidencia una maniobra política que buscó restarle poder de negociación al exmandatario.



Mauricio Macri volvió al centro de la escena política con un mensaje cargado de advertencias. A través de un comunicado difundido en la red X, el expresidente cuestionó la salida de Guillermo Francos de la jefatura de Gabinete y reconoció que su encuentro con Javier Milei en la Quinta de Olivos terminó sin acuerdos.

“Fui invitado a comer por el presidente Milei en Olivos, en agradecimiento por el apoyo que le di en la semana más difícil de su gobierno antes de las elecciones. En el encuentro hablamos sobre los temas pendientes. La idea era pensar la mejor manera de reforzar los equipos y prepararse para esta segunda etapa, pero no logramos ponernos de acuerdo”, señaló Macri.

El exmandatario apuntó directamente al reemplazo de Francos por Manuel Adorni, hasta ahora vocero presidencial, al considerar que “la salida de un hombre con capacidad y equilibrio, que para la ciudadanía representaba sensatez, para ser reemplazado por otro sin experiencia, no parece ser una buena noticia”. También sugirió que el cargo debía recaer en “una persona idónea, con perfil técnico y capacidad de conducción”, mencionando a Horacio Marín, actual presidente de YPF, como un ejemplo posible.

Macri recordó la importancia política y operativa de la jefatura de Gabinete: “Coordina los equipos políticos y de gestión en torno a una agenda y una estrategia”. A su juicio, la decisión presidencial no solo fue desacertada, sino que “se suma a la falta de resolución de las conocidas disputas internas del gobierno, claves en la hoja de ruta del futuro”.

El reemplazo de Guillermo Francos por Manuel Adorni fue leído como una muestra del endurecimiento del gobierno y del peso creciente del entorno presidencial más estrecho, encabezado por Karina Milei. Para Macri, Francos era un puente posible entre la gestión libertaria y el PRO. Su desplazamiento confirmó lo contrario: el fin de cualquier intento de apertura política.

El expresidente aprovechó además para remarcar su visión sobre el momento que atraviesa el país: “Tras el esfuerzo realizado, la revalidación de la gente en las urnas y el apoyo inédito de Estados Unidos, el país se encuentra frente a una oportunidad histórica que no puede desaprovechar”. Según Macri, no se trata de un reclamo personal, sino de una preocupación institucional: “Yo no he pedido ni pediré nada a título personal, pero me veo obligado a hacer mi aporte y a expresar mis preocupaciones porque nos une el futuro del país”.

Sin embargo, la cena en Olivos no ocurrió en un vacío político. El mismo día del encuentro, Patricia Bullrich —alineada plenamente con Javier Milei— oficializó la ruptura del bloque del PRO en la Cámara de Diputados, anunciando la conformación de un nuevo espacio legislativo que se incorporará a La Libertad Avanza. La maniobra fue leída dentro del macrismo como un movimiento calculado para debilitar la posición de Macri antes de su reunión con el Presidente.

En los pasillos políticos se especula con que el gesto de Bullrich, una dirigente que mantiene línea directa con Milei, habría contado con su visto bueno o, al menos, con su silencio cómplice. El mensaje fue claro: el PRO ya no se mueve en bloque bajo la conducción del expresidente, y el Gobierno libertario busca absorber a los sectores que le son funcionales. De este modo, Milei consolidó su alianza con el ala más dura del macrismo, mientras dejaba a Macri sin capacidad de presión institucional ni legislativa.  La maniobra también tuvo otro efecto: consolidó la continuidad de Martín Menem al frente de la Cámara de Diputados, bloqueando la aspiración de Cristian Ritondo —el candidato de Macri— para ocupar ese cargo.

Con un Congreso dividido, Milei busca retener cada posición de poder institucional y aislar a su antiguo aliado.

El trasfondo de esta crisis es más amplio que un simple recambio ministerial. La salida de Francos coincidió con la renuncia de Lisandro Catalán del Ministerio del Interior y con un visible reacomodamiento de poder dentro de la Casa Rosada. La designación de Adorni, un hombre del círculo íntimo de Karina Milei, fue interpretada como una victoria del sector karinista en la ocupación de los lugares de poder de decisión.

Macri intentó capitalizar ese desconcierto institucional y reinstalar al PRO como una fuerza con capacidad de gestión frente a un Gobierno que, tras el envión electoral, parece encerrado en sus propias contradicciones. Las tensiones entre aliados se intensifican en un contexto de recesión económica, aceleración del proceso de privatizaciones y pujas por el control de las cajas y negocios del Estado, donde se juegan intereses millonarios.

El expresidente advierte que el país tiene ante sí “una oportunidad histórica”, pero su tono deja en claro que no confía en el rumbo actual. En su mirada, Milei necesita incorporar experiencia, estabilidad y coherencia para evitar que las disputas internas deriven en una crisis de gobernabilidad.

La cena en Olivos, que debía sellar un acuerdo y delinear una nueva etapa de cooperación, terminó exhibiendo la fractura que atraviesa al poder. Macri no solo marcó distancia, sino que dejó un mensaje inequívoco: sin conducción política ni acuerdos sólidos, el Gobierno puede desperdiciar la chance de estabilizarse.

El gobierno, a pesar de su triunfo electoral, atraviesa un momento crítico. Los próximos meses definirán si se consolida como proyecto político o se disuelve en su propia interna.