Los ciclos largos del desarrollo capitalista se estructuran en torno a procesos de acumulación de capital que tienen características propias en cada fase: relaciones internacionales, formas de organización del trabajo, relaciones entre capital y trabajo, instituciones, cultura y fuerzas militares.
Además, cada ciclo cuenta con su propia “revolución industrial”: ramas de producción, tecnologías, insumos, productos que marcan el salto cualitativo. En las etapas antiguas fueron el textil, el acero, el carbón, la electricidad, el petróleo, los automotores. Hoy, estamos en una nueva fase en la que las tecnologías punta se basan —entre otros elementos clave— en semiconductores, en minerales críticos como las llamadas “tierras raras”, que hacen posible nuevas industrias y productos de vanguardia.
Cuando un ciclo está en transición hacia otro, se activa una fase de lucha, de conflicto: militares, económicos, culturales. En ese escenario se despliega una “guerra comercial” por el control de las tecnologías del futuro y del presente. Es la lucha por las tierras raras y los semiconductores. En este artículo examinaremos algunos de los aspectos centrales de esa disputa.
China: protagonista estructural
Desde la puesta en marcha de la política de “Reforma y Apertura” en 1978, impulsada por Deng Xiaoping y continuada a través de liderazgos como Hu Yaobang, Zhao Ziyang y Chen Yun, China articuló una estrategia en la que coexistían estímulo a capital privado y radicación de capital extranjero, junto con un control estatal del poder político y de sectores estratégicos.
Por ejemplo, del conjunto de las 500 empresas más importantes de China, las entidades estatales representan el 63 % del total, el 83 % de los ingresos y el 90 % de los activos totales, según datos citados. (Aunque el sector privado es responsable del 70 % de la innovación y del 80 % del empleo urbano —el punto esencial es que el Estado mantiene el control sobre las palancas clave.)
En el modelo chino se combinan dos herramientas esenciales: las empresas mixtas (donde el Estado tiene presencia significativa) y un plan gubernamental quinquenal que guía inversiones, infraestructuras, investigación, población urbana/rural, etc. Esa articulación —estado, empresa privada, mercado— permitió que China emergiera como potencia.
Esta descripción general sirve de telón de fondo para comprender por qué China llega a jugar un rol decisivo en la disputa actual por semiconductores y tierras raras.
Tierras raras y semiconductores: nuevos insumos de poder
El control de los minerales críticos y de los semiconductores es hoy un asunto central de geopolítica tecnológica. En lo que hace a las tierras raras (17 elementos químicos como escandio, itrio y los 15 lantánidos) y otros minerales críticos, la situación global presenta una fuerte concentración de China en la producción, procesamiento y refinamiento.
-
Estados Unidos depende de China de modo abrumador. Por ejemplo, entre 2020 y 2023 aproximadamente el 70 % de las importaciones estadounidenses de tierras raras provino de China.
-
China produce cerca del 90 % de los minerales críticos refinados del mundo.
-
Las restricciones de exportación impuestas por China entre 2023 y 2025 sobre minerales como galio, germanio, antimonio, grafito y tungsteno apuntan a establecer palancas de presión estratégica en el conflicto con Estados Unidos.
-
Automotrices, semiconductores y defensa están en riesgo: por ejemplo, fabricantes de automóviles advierten que las restricciones chinas a las tierras raras podrían interrumpir sus cadenas de suministro.
En el campo de los semiconductores se combinan varios elementos: por un lado, se requieren minerales críticos para la fabricación (galio, germanio, indio, etc.). Por otro lado, la producción de chips de punta está concentrada en territorios como TSMC (Taiwán) en lo que respecta a manufactura, y empresas de diseño como NVIDIA en EE.UU. A su vez, Estados Unidos busca relocalizar la producción, reducir dependencia y reindustrializar algunas ramas estratégicas.
La dinámica de la confrontación Estados Unidos–China
Desde hace años, Estados Unidos considera que China representa el desafío estructural al orden occidental establecido. Bajo la administración de Donald Trump esta percepción se radicalizó, y se desplegaron políticas de confrontación: aranceles, sanciones, reubicación de inversiones, presiones a aliados. En ese marco, la lucha por tierras raras y semiconductores adquiere una expresión concreta.
Por ejemplo:
-
China impuso restricciones sobre determinados minerales y componentes para exportación hacia Estados Unidos, aduciendo motivos de seguridad nacional.
-
Los EE.UU., por su parte, calibra herramientas como aranceles al 10 % o más, negociaciones relocalización de empresas y apoyo a reindustrialización, con el objetivo de recuperar control sobre sus cadenas logísticas del sector tecnológico.
-
Esta confrontación, sin embargo, no resulta simétrica: mientras China controla puntos críticos del suministro (minerales, procesamiento), la reconfiguración de la industria estadounidense demanda años de inversión y desarrollo (refinerías, tecnología de materiales, alternativas). Por ejemplo, se estima que desarrollar una cadena de suministro alternativa para tierras raras puede requerir una década o más.
En este escenario, la posición china emerge como de ventaja estratégica: controla insumos clave, tiene capacidad de presión y puede permitirse la disrupción con menor coste relativo. Las potencias occidentales, en cambio, emergen vulnerables.
Implicaciones geopolíticas y productivas
La concentración del poder sobre minerales críticos y semiconductores tiene múltiples efectos:
-
Para la industria: Los fabricantes de automóviles, defensa, electrónica se enfrentan a riesgos de interrupción. China ha sido advertida como “palanca” de presión.
-
Para la geopolítica: El control de la cadena de valor tecnológico se vuelve un campo de batalla de gran escala entre bloques. La disputa no es solo comercial sino estratégica: semiconductores, defensa, tecnologías de energía renovable, movilidad eléctrica, etc.
-
Para los países periféricos: En este mapa, los países latinoamericanos (como Argentina) se insertan en una encrucijada: pueden aparecer como proveedores de minerales o como fabricantes de tecnologías, pero también pueden quedar atrapados en dependencias externas de escala mayor. Es un momento para pensar en autonomía, cadenas regionales de valor, diversificación de insumos y tecnologías.
-
Para el orden internacional: Esta disputa anticipa un cambio de ciclo capitalista: el orden unipolar neoliberal occidental se resquebraja, emergen bloques tecnológicos, cadenas de suministro regionalizadas o controladas por potencias no occidentales. La lucha por semiconductores y tierras raras es síntoma de este tránsito.
Conclusión
La “guerra” por las tecnologías del presente y del futuro —por los semiconductores, las tierras raras, los minerales críticos— expresa un cambio de época. La capacidad de acumular capital, de organizar cadenas productivas, de controlar insumos estratégicos se vuelve central para determinar el lugar de poder de cada Estado-nación en el siglo XXI.
China ha entendido esto y lo ha integrado como parte de su estrategia estatal: planificación, empresas mixtas, inversiones de largo plazo, control del conocimiento y tecnología. El bloque occidental, por su parte, parece reaccionar tardíamente, redistribuyendo recursos, atravesado por dependencias heredadas.
Para Argentina, para América Latina, la lección es clara: no basta con ser espectadores. No basta con exportar materias primas sin visiones de eslabonamiento; no basta con esperar que el mercado global determine las reglas. Hay que construir capacidades propias, identificar dónde se sitúa en las cadenas globales de valor, fomentar tecnologías nacionales, anticipar la dinámica de poder en producción, innovación, geopolítica.
En definitiva: la lucha por las tierras raras y los semiconductores no es un capítulo técnico o sectorial más. Es parte de la configuración del nuevo ciclo del capitalismo. Y quienes no lo entiendan corren el riesgo de quedar fuera de juego.
FUENTE https://noticiaspia.com/tierras-raras-semiconductores-y-guerra-global
Guillermo Martín Caviasca
