La Libertad Avanza arrasó en las legislativas de este 26 de octubre y se impuso en 16 de las 24 provincias. Con más del 40 % de los votos a nivel nacional, Javier Milei amplió su base parlamentaria y consolidó su poder territorial. El peronismo, golpeado en sus bastiones históricos, enfrenta una crisis de identidad y liderazgo.
El domingo 26 de octubre marcó un punto de inflexión en la política argentina. La Libertad Avanza (LLA), el espacio liderado por el presidente Javier Milei, obtuvo un triunfo contundente en las elecciones legislativas, imponiéndose en 16 provincias y alcanzando cerca del 41 % de los votos a nivel nacional. Con este resultado, el oficialismo logró pintar el mapa de violeta y se consolidó como la primera minoría en ambas cámaras del Congreso.
Un triunfo que supera las expectativas
LLA no solo retuvo su fuerza en los grandes centros urbanos, sino que logró avanzar en territorios donde hasta hace un año su presencia era marginal. En la Provincia de Buenos Aires —el distrito más populoso del país— Milei revirtió la derrota sufrida en las provinciales de septiembre y logró un triunfo sobre el peronismo, obteniendo alrededor del 41,5 % de los votos. En Córdoba, la lista libertaria se impuso con el 42 %, mientras que en Mendoza, el espacio encabezado por Luis Petri obtuvo una victoria arrasadora con más de 25 puntos de diferencia.
El oficialismo también sumó triunfos en Santa Fe, la Ciudad de Buenos Aires, Chaco, Entre Ríos y Misiones, entre otras provincias. En varias de ellas, las alianzas con gobernadores locales resultaron decisivas para estructurar candidaturas y redes territoriales en distritos donde la organización libertaria aún era incipiente.
El retroceso del peronismo
El peronismo, agrupado bajo la marca Fuerza Patria y diversos frentes provinciales, logró imponerse apenas en ocho provincias: Formosa, La Pampa, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan, Santa Cruz y Santiago del Estero. En la mayoría de los casos, las victorias fueron ajustadas y dependieron del peso territorial de los gobernadores. En La Pampa, Sergio Ziliotto ganó por apenas mil votos, mientras que en Tucumán Osvaldo Jaldo aventajó a la lista libertaria por 15 puntos.

En Buenos Aires, el peronismo, sufrió una derrota dura, no tanto por los números, sino por lo inesperado. Las divisiones internas, errores en el armado de las listas, un mala campaña y la falta de una conducción clara se tradujeron en un retroceso político significativo.
Nuevo equilibrio en el Congreso
Con este resultado, La Libertad Avanza obtendrá más de 60 diputados y 13 senadores, consolidando un bloque que le permitirá blindar los vetos presidenciales y avanzar con su agenda de reformas estructurales. Aunque aún no alcanza la mayoría propia, la composición del Congreso le otorga capacidad de negociación y una base sólida para impulsar leyes clave en materia económica, laboral y previsional.
El peronismo, en cambio, enfrentará un escenario complejo. Pierde volumen político, poder de veto y territorialidad. Su desafío será reconstruir una propuesta que recupere identidad y sentido en un contexto donde Milei logró apropiarse del discurso del cambio y del malestar social.
Un nuevo ciclo político
El 26 de octubre no fue solo una elección legislativa: para el gobierno es el comienzo de una segunda etapa. Milei logró consolidar su proyecto y desarrollar poder territorial, y el peronismo quedó obligado a repensar su estrategia desde las bases.
El oficialismo consolidó su hegemonía simbólica y política, pero enfrenta ahora el desafío más complejo: traducir la legitimidad electoral en resultados concretos, en un país con tensiones sociales crecientes, desequilibrios macroeconómicos persistentes y una ciudadanía cada vez más impaciente.
El mapa violeta que emerge de las urnas expresa mucho más que un triunfo electoral. Marca la consolidación de una nueva derecha que, bajo un discurso de libertad y antiestatismo, se propone redefinir el rol del Estado y el sentido mismo de la política en la Argentina contemporánea.
Mientras tanto, el peronismo, tras décadas de hegemonía, se enfrenta al dilema de su tiempo: reinventarse o quedar relegado.
La disputa por el rumbo del país, lejos de resolverse, acaba de comenzar.

