“Un dólar sin techo y un rescate condicionado”

A cinco días de las elecciones legislativas, el dólar financiero superó los $1.600 y el Banco Central se ve obligado a intervenir con reservas exhaustas. Desde marzo, la divisa norteamericana subió más del 40%, en una devaluación constante forzada por el mercado.

Por Redacción Data política y económica


Los aportes del Tesoro norteamericano y el crédito de bancos privados por 20 mil millones de dólares esconden cláusulas opacas y garantías sobre recursos estratégicos. Según Paul Krugman, el objetivo real sería financiar la fuga de divisas de los fondos amigos de Caputo y Bessent.

Un mercado que fuerza la devaluación

En la recta final hacia las elecciones del 26 de octubre, la economía argentina vuelve a moverse al ritmo de los mercados. Los dólares financieros —MEP y Contado con Liquidación— treparon a los $1.600, mientras el Banco Central interviene a diario con reservas en mínimos históricos para sostener el techo de la banda cambiaria.

El dólar mayorista cerró en $1.488, apenas tres pesos por debajo del límite superior de la franja ($1.491,6), y el minorista promedió $1.518,75 según el BCRA. En las cuevas, el dólar blue marcó un récord nominal de $1.550, mientras el “cripto” y los financieros acompañaron con valores similares.

Desde marzo, la divisa estadounidense aumentó más del 40% en pesos, reflejando una devaluación de hecho impulsada por la cobertura preelectoral y la pérdida de confianza en la política económica. El mercado opera con una sola consigna: dolarizar todo lo posible antes del domingo.

“El dólar mayorista continúa acechando el techo de la banda, lo cual habría vuelto a requerir ventas por parte del BCRA”, explicó el analista Gustavo Ber, quien anticipó que la dolarización de carteras “no tiene por qué ceder” mientras persista la incertidumbre política.

El salvataje que genera más dudas que alivio

Ni el acuerdo con Washington ni el anuncio de una línea de crédito por 20 mil millones de dólares de bancos privados lograron frenar la escalada. El Gobierno presentó la operación como un “blindaje preventivo” para fortalecer las reservas, pero los detalles del pacto no fueron difundidos oficialmente y contienen cláusulas confidenciales que despertaron alarma en el ámbito político y empresarial.

Fuentes del sistema financiero sostienen que el préstamo, coordinado por J.P. Morgan, Goldman Sachs, Bank of America y Citigroup, podría incluir garantías en recursos naturales estratégicos, como litio, uranio y tierras raras, además de una eventual cesión de control de empresas energéticas y de telecomunicaciones a capitales estadounidenses.

En paralelo, el Tesoro norteamericano opera en el mercado cambiario local a través del fondo de inversión Key Square Capital Management, del magnate Scott Bessent, lo que alimenta las sospechas de una intervención encubierta para sostener artificialmente la paridad hasta las elecciones.

“Con el Tesoro en la vereda de enfrente y un BCRA como vendedor de última instancia, la estrategia parece una sola: aguantar”, señala un informe de Portfolio Personal Inversores. Pero detrás de ese “aguante” se esconde un esquema que recuerda los años 90, cuando la liquidez externa se obtenía a cambio de activos estratégicos.

Krugman: “No es ayuda, es fuga”

El economista y premio Nobel Paul Krugman analizó la maniobra con dureza. En una columna reciente, advirtió que los aportes del Tesoro norteamericano “no buscan estabilizar al peso ni sostener la economía argentina, sino financiar la fuga de capitales de los fondos amigos de Caputo y Bessent”.

Según Krugman, la operación constituye “una transferencia encubierta de recursos públicos estadounidenses hacia inversores privados con exposición en bonos y activos argentinos”. En su opinión, el esquema “mantiene artificialmente el tipo de cambio hasta las elecciones”, pero deja al país más dependiente y frágil.

“No es un rescate: es una salida ordenada para los capitales especulativos antes del ajuste”, sostuvo el economista.

El modelo en el límite

El sistema de bandas cambiarias, diseñado por el equipo económico para estabilizar el peso, se encuentra al borde del colapso. La regla establece que el BCRA intervenga solo cuando el tipo de cambio toque los extremos de la franja, pero la presión del mercado lo obliga a vender a diario, agotando su capacidad de respuesta.

Martín Kalos, director de EPyCA Consultora, resumió el cuadro: “El mercado ya no cree en la flotación administrada. Lo que hay es una devaluación progresiva que el Gobierno disfraza de estabilidad”.

El desbalance es evidente: la demanda de divisas no cede, las reservas se evaporan y los anuncios oficiales carecen de efecto. Los bancos y fondos de inversión, mientras tanto, operan con información privilegiada y buscan cobertura en dólares frente a un eventual cambio de política cambiaria tras las elecciones.

Final abierto

Con un dólar que ya subió más del 40% desde marzo, reservas en caída y un salvataje bajo sospecha de entregar recursos estratégicos, el esquema económico de Milei y Caputo cruje en todos sus frentes.

Los aportes del Tesoro norteamericano y el crédito de los grandes bancos no representan un salvataje, sino un nuevo cerco financiero. Si el Gobierno no logra recomponer la confianza ni obtener divisas genuinas, la devaluación formal será apenas la confirmación de lo que el mercado ya decidió: el peso perdió la pulseada.

Argentina vuelve a un punto conocido: sin dólares, sin reservas y con su patrimonio natural en riesgo.