El dólar a $1.500: la economía en vilo antes de las elecciones

A días de los comicios legislativos, el dólar volvió a superar la barrera de los $1.500 y el mercado se mueve con nerviosismo. La falta de divisas, la incertidumbre sobre el swap con Estados Unidos y las presiones del FMI alimentan la demanda. En un contexto de estanflación y desconfianza, crece la percepción de que, tras el 26 de octubre, el tipo de cambio deberá corregirse, por decisión del Gobierno o por la fuerza del mercado.

Por REDACCION DATA POLITICA Y ECONOMICA


El dólar minorista superó otra vez la barrera de los $1.500 en el Banco Nación, cerrando a $1.505 para la venta. En los mercados financieros, la tensión se acentúa: el MEP ronda los $1.555 y el contado con liquidación se acerca a los $1.575. Para contener la presión, el Banco Central debió vender USD 45,5 millones, una señal clara de que la demanda supera con creces la oferta en una plaza que se mueve al compás de la política.

El diagnóstico general entre operadores y analistas es contundente: no hay dólares suficientes. A este precio, el mercado compra todo lo que se le ofrece, anticipando un cambio inminente en la política cambiaria. Las expectativas están puestas en el 26 de octubre: cualquiera sea el resultado electoral, se descuenta que el Gobierno, empujado por las exigencias del Fondo Monetario Internacional, deberá avanzar hacia un régimen de libre flotación y acumulación de reservas. En consecuencia, las proyecciones privadas ubican el dólar futuro entre $1.800 y $2.000.

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Las idas y venidas del acuerdo por el swap con Estados Unidos solo agregaron más ruido. Las contradicciones entre los anuncios del Tesoro norteamericano y las interpretaciones oficiales argentinas, sumadas a la falta de información concreta sobre las condiciones del entendimiento, generaron mayor incertidumbre. A eso se suma un plan económico que hace agua por todos lados, con inflación ya indisimulable, caída del consumo y recesión profunda.
En este contexto, el mercado interpreta que sin un aporte significativo de dólares después del 26, el Gobierno se verá obligado a devaluar, o en su defecto, será el propio mercado el que imponga la corrección, con consecuencias más graves sobre precios y salarios.

En la city la opiniones son diversas, por ejemplo Federico Domínguez, economista, sostiene que el esquema de bandas aún podría resistir: “Volvería a vender, porque confío en que se mantendrá el esquema. No veo motivos para modificarlo, dado que el monto de la intervención fue bajo en relación a las compras acumuladas”.
Otros analistas descartan la estabilidad. “Comprar o vender dólares hoy es una pregunta para un encuestador o un politólogo, no para un economista. La dirección del tipo de cambio dependerá del resultado electoral”, advierte Juan Pazos, de la consultora One618.

Fernando Baer, de Quantum Finanzas, señala que “estar en dólares como cobertura tiene sentido hasta que se defina el nuevo régimen cambiario. Es un valor alto para un escenario de estabilidad, pero la demanda hoy es puramente defensiva”. En la misma línea, Ariel Sbdar, de Cocos Capital, advierte: “El mercado está completamente cubierto. Si el resultado no es adverso para el Gobierno, podría haber ventas poscomicios, pero por ahora todos buscan refugio”.

Pablo Repetto, de Aurum Valores, apunta al desenlace político: “Si el resultado ronda el 34 o 38 % para La Libertad Avanza, es un dólar lógico. Pero debería haber un reseteo de la política monetaria y cambiaria en las próximas semanas”.
Desde Outlier, Juan Manuel Truffa sostiene una postura compradora: “La demanda sigue firme incluso a este precio. Mientras no haya señales de un nuevo equilibrio, sigo “ long dólar”.

Otros operadores, como Francisco Díaz Mayer, de ABC Mercado de Cambios, adoptan una posición vendedora: “Con un resultado favorable al Gobierno, el lunes debería empezar a descomprimir”.
Gustavo Quintana, de PR Corredores de Cambio, lo resume así: “Ante la incertidumbre electoral, el ahorrista tiende a dolarizarse. Pero siempre digo lo mismo: ¿Cómo estás más tranquilo? Si es con dólares, comprá. Si creés que el valor actual es alto, esperá”.

El asesor financiero Salvador Di Stéfano, el mas firme consultor que apoya la política cambiaria del gobierno, sostiene que  “hay superávit fiscal y comercial, swap disponible para afrontar vencimientos y nuevas inversiones. No hay razones para una devaluación”.

Pero en el mercado pocos comparten ese optimismo. Sin reservas genuinas y con un programa económico condicionado, sin rumbo, presionado por el FMI, la sensación dominante es que la estabilidad actual se sostiene con alfileres.

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El dólar a $1.500 refleja mucho más que un precio: es el síntoma de una economía agotada, sin divisas y atrapada entre las presiones externas y la desconfianza interna. El acuerdo por el swap no calmó los ánimos y, lejos de aportar certidumbre, reforzó la idea de que el país transita sin rumbo definido.
Sin un ingreso extraordinario de dólares o una redefinición del plan económico, el mercado forzará una corrección cambiaria. El lunes posterior a las elecciones marcará el comienzo de una nueva etapa, en la que el Gobierno deberá decidir si enfrenta la realidad o deja que el mercado lo haga por él. En cualquier caso, el costo será alto, y la pregunta ya no es si habrá devaluación, sino quién la ejecutará y cuándo.