“Filmus en la UNLa: ‘No estamos en los 90, el escenario es más profundo y peligroso’”

En un auditorio colmado de docentes, investigadores y estudiantes, Daniel Filmus volvió a encender el debate sobre el rumbo de la ciencia y la educación en la Argentina. Desde el escenario del Cine Tita Merello de la Universidad Nacional de Lanús, el exministro presentó su libro Del péndulo al precipicio. Ciencia, tecnología y sociedad en 40 años de democracia, donde traza un recorrido crítico por las políticas públicas del área desde 1983 y advierte que la actual gestión libertaria no constituye una nueva oscilación en el ciclo histórico, sino un punto de ruptura.


Filmus alertó sobre un quiebre histórico en la política científica argentina


“No estamos en los 90: el escenario es más profundo y peligroso”, alertó Filmus, al denunciar que el gobierno de Javier Milei impulsa un modelo de “aniquilación” de la ciencia y la educación, marcando —según sus palabras— un cambio de paradigma sin precedentes en la historia democrática reciente.


Desde las páginas  de su libro “Del péndulo al precipicio. Ciencia, tecnología y sociedad en 40 años de democracia”, Daniel Filmus sitúa al sistema científico-educativo argentino en un momento de quiebre. En un escenario que él considera “más profundo y peligroso” que los de los 90, Filmus describe la tradicional alternancia entre proyectos populares que promueven la expansión de la ciencia y etapas neoliberales que revierten esos avances. Esa “pendularidad”, dice, dejó al país con un “archipiélago de instituciones científicas y universitarias, desarticuladas entre sí y con el sector productivo y el Estado”.

El exministro afirma que el gobierno de Javier Milei representa algo más que un ajuste: una política de “aniquilación” del sistema científico y educativo, que combina corrientes ideológicas como el anarcocapitalismo austriaco, un neoliberalismo radical y una derecha conservadora con posiciones negacionistas. Filmus advierte: “Estamos frente a un gobierno que niega el cambio climático, las políticas de género y los consensos científicos internacionales”. 

Datos que confirman la alerta

Los recientes informes de organismos independientes y académicos coinciden: la inversión estatal en ciencia y tecnología ha sufrido caídas abruptas. Según el Centro Iberoamericano de Investigación en Ciencia, Tecnología e Innovación (CIICTI), la ejecución del presupuesto para ciencia y tecnología cayó un 30,3% en 2024 y otro 25,4% en el primer cuatrimestre de 2025.

Para este año, la inversión proyectada descendería al 0,15-0,16% del PBI, nivel inferior no solo al de los últimos años, sino incluso menor al observado durante la crisis económica de 2001-2002, cuando se estimaba en torno al 0,17%.

Los salarios de investigadores y becarios también sufren: pérdidas sustanciales en poder adquisitivo (por encima del 30-35%) han sido registradas, lo que, junto con la suspensión de convocatorias y el cierre o debilitamiento de organismos públicos, se traduce en despidos, renuncias, jubilaciones sin reposición y fuga de talento.

Además, se alerta por cambios institucionales: decretos que afectan la autonomía de organismos como la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación; concentración del poder ejecutivo sobre decisiones científicas; restricciones a lo que se considera “investigaciones útiles”; e imposiciones de criterios ideológicos que podrían limitar líneas de investigación.

Repercusiones para la universidad pública y la sociedad

Daniel Ricci, de FEDUN, subraya que estas políticas tienen consecuencias inmediatas para la educación superior: deterioro edilicio, pérdida de docentes, deterioro salarial, menos acceso para estudiantes e investigadores. Pero más allá de lo inmediato, se juega una decisión de modelo: si la ciencia produce efectos sociales directos, contribuye a la resolución de problemas concretos, o si se la marginaliza hasta convertirla en un lujo simbólico.

Algunos ejemplos destacan lo que aún funciona cuando hay voluntad política: programas como la ley de biotecnología, el proyecto Pampa Azul, experiencias de articulación entre el Estado, la producción científica y el sector productivo. Para Filmus, esos episodios no solo deben recordarse por lo que fueron, sino tomarse como base para construir de aquí en adelante.

El precipicio al que Filmus alude no es una metáfora exagerada. Los números, las decisiones institucionales y las voces de investigación confluyen en una alerta que exige una acción inmediata. No se trata solo de defender presupuestos: está en juego la capacidad de la sociedad argentina de imaginar su futuro, sistematizar conocimientos propios, formar científicos y científicos, sostener instituciones autónomas que interroguen el orden y proyecten nuevas salidas. Si este rumbo no se corrige, lo que podría caer no será solo el financiamiento, sino la soberanía científica, el tejido educativo, el derecho al conocimiento como bien social. Argentina tiene que elegir: seguir la pendularidad que siempre arrojó retrocesos, o construir una nueva senda que evite el precipicio.