“El triple impacto del dólar alto en la economía: precios, ladrillos y pasajes”

La escalada del tipo de cambio comienza a trasladarse a los precios de los alimentos y profundiza la parálisis en el negocio inmobiliario, mientras el turismo al exterior sigue mostrando una demanda firme. El Gobierno enfrenta el desafío de contener la inflación y evitar un deterioro mayor de la actividad.


El salto del dólar a más de $1.500 en las últimas semanas abrió un nuevo frente de incertidumbre en la economía argentina. Si bien la inflación oficial venía mostrándose relativamente contenida —con variaciones mensuales en torno al 2% en julio y agosto— los primeros datos de septiembre exhiben una aceleración en los precios de los alimentos, un freno total en la compraventa de propiedades y, al mismo tiempo, una sorprendente persistencia de la demanda de viajes al exterior.

Alimentos: primeras señales de traslado

El indicador semanal de la consultora LCG registró un incremento del 1,6% en la tercera semana de septiembre, después de cuatro semanas con variaciones mínimas o incluso negativas. Los mayores aumentos se verificaron en panificados, lácteos y bebidas, mientras que frutas y verduras mostraron cierta estabilidad.

“Es lógico que el indicador muestre cierta aceleración: si uno mira el pasado, siempre pasó algo parecido cuando subió el dólar”, explicó Melisa Sala, economista de LCG. Y advirtió que, si bien el impacto pleno todavía no se vio en los supermercados, “en algún momento la devaluación se va a trasladar a precios”.

Por su parte, la consultora Ecolatina detectó una inflación semanal de apenas 0,18%, lo que sugiere un “impasse transitorio” más que una tendencia firme a la baja. La firma remarcó que “el grueso de las tensiones financieras y políticas se desató recién en los últimos días”, por lo que las próximas semanas serán decisivas para dimensionar la magnitud del traspaso cambiario.

En paralelo, los supermercados reconocen que los proveedores ya están retirando promociones y “dinámicas comerciales”, lo que funciona como una forma indirecta de remarcar precios sin modificar abiertamente las listas.

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Mercado inmobiliario: operaciones congeladas

El impacto más inmediato del dólar alto se verifica en el sector inmobiliario. Las operaciones de compraventa prácticamente se detuvieron. “El mercado se destruyó”, resumió la agente Sofía Mackinlay, aludiendo a un escenario en el que la mayoría de los compradores se retira a la espera de mayor estabilidad.

La situación se agrava con el freno del crédito hipotecario. La suba de tasas impulsada por el Gobierno para intentar contener al dólar dejó sin financiamiento a gran parte de la clase media, que es la que tradicionalmente motorizaba las operaciones en pesos. Sin crédito, y con precios de las propiedades dolarizados, la actividad se encuentra virtualmente paralizada.

Según un informe de Ámbito Financiero, los costos de construcción en pesos suben mucho más rápido que los valores de venta en dólares. Esto genera un cuello de botella: desarrolladores que absorben parte de los aumentos para no perder clientes, y compradores que dudan de si es buen momento para entrar al mercado.

Turismo: el lujo de seguir viajando

En contraste con la prudencia de consumidores e inversores, la demanda de turismo internacional sigue firme. El portal Despegar confirmó que “no se han registrado movimientos significativos en la demanda de viajes al exterior tras la reciente suba del dólar”.

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Agencias privadas aseguran que se mantienen las ventas hacia destinos de alto costo, como Maldivas, Aruba, China o Japón, lo que refleja que para ciertos sectores sociales la variación del tipo de cambio no es un obstáculo.

Históricamente, los saltos del dólar terminan encareciendo los viajes al extranjero y, con el tiempo, fomentan el turismo receptivo de países vecinos. Pero por ahora, el atractivo por salir del país se mantiene incólume.

Una economía en tres velocidades

El cuadro general deja al descubierto una economía fragmentada en tres dinámicas:

  • Un consumo masivo que empieza a resentirse, con precios en alza y bolsillos golpeados.

  • Un mercado inmobiliario en parálisis, sin crédito ni operaciones.

  • Un sector turístico que sigue mostrando fortaleza pese al encarecimiento del dólar.

La incógnita pasa por el desenlace político y económico de las próximas semanas. El Banco Central ya sacrificó casi US$700 millones de reservas para contener la cotización, en un contexto en el que crece el riesgo país y se debilitan las expectativas de estabilidad.

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El dólar a $1.500 funciona hoy como termómetro de la fragilidad económica. Las góndolas empiezan a mostrar los primeros aumentos, los carteles de “se vende” en los inmuebles pierden sentido y los aeropuertos, en cambio, siguen recibiendo a miles de argentinos que deciden gastar afuera lo que no invierten en su propio país. El desafío del Gobierno es evitar que este equilibrio precario se transforme en una espiral de inflación y recesión de consecuencias imprevisibles.