Con el dólar y el riesgo país en alzas se profundiza la incertidumbre rumbo a octubre

Con la divisa en niveles históricos y el riesgo país en alza, la economía se encamina a las elecciones legislativas en un contexto de estancamiento, tensiones cambiarias y dudas sobre el día después. El Gobierno pierde margen de maniobra y el mercado ya descuenta que el resultado de octubre no traerá la calma esperada.

Redacción Data Política y Económica

El clima previo a las urnas

El dólar mayorista superó los $1.460 y se acerca al techo de la banda de flotación definida por el Banco Central. El minorista ya ronda los $1.475. La escalada cambiaria refleja un escenario de incertidumbre que se aceleró tras la derrota del oficialismo en la provincia de Buenos Aires, donde quedó en evidencia que el respaldo político de Javier Milei no es tan sólido como se presumía.

La reacción fue inmediata: los bonos en dólares cayeron, las acciones se tiñeron de rojo y el riesgo país superó los 1.000 puntos básicos. Para el mercado, el sueño de que un triunfo electoral permitiera refinanciar la deuda, bajar el riesgo país y emprender reformas estructurales quedó archivado.

Economía en meseta y expectativas negativas

La economía, que había mostrado signos de reactivación en el segundo semestre de 2024, se frenó en la primera mitad de 2025. Hoy, los analistas coinciden en que el segundo semestre se perfila recesivo.

Francisco Eggers, economista y profesor de la Universidad de La Plata, advirtió: “La situación real de la gente no va a cambiar mucho en estas semanas, salvo que haya una devaluación fuerte, que tendría impacto en la inflación. Puede haber un aumento de la incertidumbre, que repercute en términos de malestar.”

El crédito privado, que había sido un motor clave de la reactivación, se encuentra paralizado. Los salarios reales siguen deteriorados y el consumo no logra repuntar. Mientras tanto, las empresas enfrentan dificultades para acceder a financiamiento y planificar inversiones en un contexto de alta volatilidad.

Reservas, FMI y el dilema cambiario

La política cambiaria aparece en el centro del debate. El Gobierno confía en que el Fondo Monetario Internacional permita utilizar parte de los desembolsos para contener el dólar, aunque no hay confirmación oficial sobre los términos de esa autorización.

El exviceministro de Economía Daniel Marx lo sintetizó: “La economía trata de sacarse de encima ciertas incertidumbres, pero no resulta fácil.”

La falta de acumulación de reservas es uno de los principales factores que alimentan la desconfianza. El propio Eggers fue tajante: “De la acumulación de reservas de acá al 26 de octubre, olvidate, lo mejor que puede pasar es que no se pierdan demasiado.”

Riesgo país y restricciones financieras

Con el riesgo país por encima de los 1.000 puntos básicos, la posibilidad de emitir nueva deuda en dólares quedó prácticamente bloqueada. Los inversores que apostaron a bonos en pesos convertibles ya registran pérdidas significativas, lo que desalienta nuevas colocaciones.

Un informe de Oxford Economics advierte que la administración Milei enfrenta un dilema: priorizar la inflación o la acumulación de reservas. Ambas opciones conllevan costos políticos y económicos. “La percepción generalizada es que la estrategia cambiaria tiene un sesgo electoral y no constituye un plan sostenible en el tiempo”, señala el reporte.

Incertidumbre política y posibles escenarios

El trasfondo económico se cruza con la política. El resultado bonaerense abrió una serie de interrogantes: cómo le irá al oficialismo el 26 de octubre, qué gobernabilidad tendrá Milei en un Congreso adverso, cómo afrontará el pago de la deuda en los próximos dos años y quién capitalizará políticamente hacia 2027.

En paralelo, en sectores del establishment circulan hipótesis sobre un “plan B” en caso de que el Gobierno pierda sustento político. La posibilidad de un acuerdo amplio que sostenga el rumbo económico, pero con otra figura al frente, es mencionada con insistencia en los pasillos empresarios y mediáticos.

Lo que viene después de octubre

Los economistas coinciden en que, gane o pierda el oficialismo, después de las elecciones será inevitable una reformulación profunda del plan económico. Entre las medidas posibles se mencionan la flexibilización de la banda cambiaria o una flotación más libre del peso, además de reformas tributarias y laborales que el Gobierno difícilmente pueda impulsar sin negociar con la oposición.

Un académico consultado lo resumió así: “De aquí a octubre van a empujar como puedan. La volatilidad va a seguir, sobre todo en bonos y acciones. Después del 26, necesitarán un replanteo de fondo porque el esquema actual no es sostenible.”

El ultimo discurso 

El discurso que brindó Javier Milei ayer pasó prácticamente desapercibido, con escasas repercusiones mediáticas y, en general, marcadas por el tono crítico. Una vez más, el Presidente reforzó la idea del superávit fiscal como bandera central de su gestión, presentándolo como un logro incuestionable. Sin embargo, este relato choca con la realidad: de acuerdo con los últimos informes del Fondo Monetario Internacional, hace meses que la Argentina no registra superávit fiscal. Lo que se exhibe como un ordenamiento de las cuentas públicas no es más que un dibujo contable que, lejos de consolidar una recuperación, desnuda la fragilidad del programa económico.

La economía argentina ingresa en la recta final hacia octubre con todos los frentes abiertos: dólar en niveles récord, reservas débiles, riesgo país en alza, actividad estancada y un clima social marcado por la incertidumbre. Lo que ocurra el día después de las elecciones será determinante no sólo para la continuidad del programa económico de Milei, sino para la estabilidad política de su gobierno.

El “techo” del dólar se convirtió en símbolo de un país que camina al límite. Y en la Argentina, cuando el tipo de cambio roza sus fronteras, la política siempre se pone a prueba.