El mercado espera que el Gobierno baraje y dé de nuevo: dólar, ¿cepo? y la sombra de un cisne negro

La previa de las elecciones en Buenos Aires dejó un mercado convulsionado: dólar en tensión, reservas al límite y un Gobierno que apuesta a resistir hasta el 26 de octubre. Inversores y banqueros anticipan que, tras los comicios, será inevitable “barajar y dar de nuevo” con un programa de estabilización y posibles nuevas restricciones cambiarias.

Por Redacción Data Política y Económica


La previa de las elecciones en la provincia de Buenos Aires llegó con un clima cargado de incertidumbre financiera, tensiones cambiarias y escándalos políticos que impactaron de lleno en el ánimo de inversores y banqueros. En la city, el interrogante central no pasa ya por las encuestas, sino por el rumbo que adoptará el Gobierno después de los comicios: ¿habrá recalibramiento económico, nuevas restricciones cambiarias o un programa de estabilización más contundente?

Dólar en el centro de la escena

En la última rueda previa a la elección bonaerense, el dólar oficial registró una leve suba pese a la intervención oficial. La volatilidad en el mercado reavivó la discusión sobre el “precio de equilibrio” de la divisa hacia fin de año. Analistas de la city coinciden en que los actuales niveles —cercanos a $1.300— no lucen sostenibles.

Un exdirectivo del Banco Central lo resumió con crudeza: “Lo que estamos viendo en materia monetaria y financiera es transitorio. Después de las elecciones, algo tiene que venir”. En esa línea, la posibilidad de reimponer restricciones a la compra de divisas (un “cepo” parcial o focalizado) volvió a aparecer en la mesa de debate, pese a que el Gobierno había apostado a levantar controles para las operaciones financieras.

Inversores en guardia

El humor del mercado se mueve entre la cautela y el desencanto. Un gestor internacional, con aún algunas posiciones en activos argentinos, graficó: “Los grandes ya hicieron su primavera, se ganaron casi 90% en promedio desde el año pasado y se fueron. Ahora miran de afuera”.

La falta de planificación y la creciente improvisación del equipo económico son los puntos más criticados incluso por referentes cercanos al oficialismo. La pérdida de confianza se refleja en la caída de la actividad, el aumento del riesgo país y el estancamiento de las inversiones.

Según la calificadora Moody’s, “el ajuste fiscal es inédito, pero no se está acumulando reservas como se esperaría”. A eso se suma la exposición creciente del Banco Central en el mercado de futuros, con posiciones que ya superan los USD 7.000 millones, lo que alimenta la percepción de fragilidad.

Política y mercado: una combinación explosiva

A menos de dos meses de las elecciones de medio término, la tensión política se mezcla con la crisis económica. El escándalo por los audios filtrados del funcionario Spagnuolo golpeó la comunicación oficial y dejó expuesta la vulnerabilidad del Gobierno en el frente interno.

En ese marco, la estrategia oficial parece concentrarse en “aguantar hasta el 26 de octubre” con un apretón monetario, intervenciones cambiarias y tasas de interés extraordinarias. El objetivo inmediato es que una derrota ajustada en Buenos Aires pueda ser presentada como triunfo político, mientras se apunta a consolidar la elección nacional.

La comparación inevitable: la sombra de 2017

El recuerdo de la experiencia de Cambiemos en 2017 sigue presente entre inversores. Entonces, un experimento basado en deuda externa y apertura financiera terminó en crisis. Hoy, la pregunta es si el Gobierno podrá recalibrar sin volver a controles de capitales y si logrará un sendero de acumulación de reservas que respalde la credibilidad de su programa.

Mientras tanto, el mercado accionario llega golpeado: el Merval en dólares ajustado por inflación de EE.UU. acumula una caída anual de 32%. En contraste, en elecciones anteriores de medio término la renta variable mostró desempeños positivos.

Lo que viene

El consenso entre analistas es claro: después de las elecciones, será necesario un programa de estabilización más sólido, con crecimiento de la economía,  un nuevo acuerdo con el FMI y una política cambiaria creíble. La incógnita es si ese giro vendrá acompañado de nuevas restricciones sobre el dólar o si el Gobierno insistirá en encarar la liberalización en medio de un clima de volatilidad.

En la city, el diagnóstico es compartido: la Argentina necesita “barajar y dar de nuevo”. El problema es si el mazo aún tiene cartas suficientes para evitar que la sombra de un cisne negro se transforme en realidad.