El Gobierno obliga a bancos a vender dólares y refuerza el control cambiario antes de las elecciones
El Banco Central (BCRA) endurece su intervención en los balances de las entidades financieras: exige la venta de sus propios dólares y suma controles diarios sobre su posición en moneda extranjera. La estrategia busca contener la volatilidad cambiaria y frenar la dolarización en un marco de creciente incertidumbre política y tensiones económicas.
Medidas bajo la lupa
A fines de agosto de 2025, el Gobierno de Javier Milei implementó una nueva ronda de restricciones monetarias para evitar una escalada del tipo de cambio. El BCRA elevó los encajes bancarios —el dinero que los bancos deben mantener inmóvil en el central— al 50-53,5%, permitiendo que estos se integren en parte mediante letras del Tesoro. Esta maniobra busca absorber pesos y reducir presiones decrecientes desde la demanda de dólares.
Simultáneamente, se reforzó la obligación de que los bancos vendan sus propios dólares y manejen su llamado “carry trade” (comprar divisas, venderlas a futuro, obtener tasa). Se modificó el cómputo de la Posición Global Neta (PGN) de moneda extranjera: dejará de promediarse mensualmente y exigirá cumplimiento diario, a partir del 1 de diciembre.
Además, desde ahora, las entidades no pueden incrementar su posición spot en dólares en el último día hábil de cada mes respecto al día anterior.
Esto busca evitar que se concentren las entradas o salidas de divisas en fechas críticas —fenómeno descrito como “Puerta 12”— y reducir la volatilidad cambiaria.
Reacción del mercado y contexto político
Las medidas provocaron un rebote en la plaza financiera local: el índice S&P Merval recuperó terreno, y el peso mayorista se apreció levemente (0,6%) . El Tesoro nacional colocó exitosamente letras “Tamar” por más de 3,7 billones de pesos, con tasas efectivas que rondan el 50-69% anual, buscando absorber el exceso de pesos en circulación.
No obstante, el endurecimiento del régimen monetario genera tensión: la banca, especialmente la extranjera, ve contradicciones entre la retórica liberal del gobierno y el intervencionismo de las medidas . Operadores financieros remarcan que, pese al objetivo de mantener la inflación bajo control y contener al dólar, la sostenibilidad de estas políticas en un escenario recesivo sigue en duda.
Alineamiento con reformas estructurales
En paralelo, el Gobierno avanzó en simplificaciones tributarias para atraer dólares “colchón” al sistema formal: desde el 1º de julio, se eliminaron controles para transferencias bancarias de hasta 43.000 USD y depósitos a plazo de hasta 85.000 USD sin necesidad de justificar el origen de los fondos . Estas medidas buscan movilizar ahorros inactivos, estimados en unos 270.000 millones de dólares, equivalentes al 45% del PIB .
A dos meses de las elecciones legislativas, el Gobierno multiplica sus herramientas para contener la corrida cambiaria: restringe la capacidad de los bancos para dolarizarse, absorbe pesos mediante tasas altas y abre canales para atraer divisas informales al sistema financiero. Sin embargo, a medida que la economía sigue en recesión, los costos de estas políticas —encarecimiento del crédito, pérdida de confianza y tensión con los bancos— ponen en jaque su sostenibilidad. El desafío es doble: estabilizar hoy sin hipotecar la recuperación mañana.