Turbulencias financieras: encajes bancarios, fuga de pesos y el colapso del crédito empresarial


La drástica suba de tasas y el endurecimiento de los encajes por parte del BCRA desataron un colapso en el financiamiento. Empresas enfrentan costos del 100% y bancos advierten sobre el riesgo de quiebre en la cadena de pagos.


La medida sorpresa del Banco Central de aumentar los encajes bancarios al 50% y exigir su cumplimiento diario —comunicación A 8302 del 14 de agosto— encendió todas las alarmas en el sistema financiero. Lejos de estabilizar el mercado, la disposición profundizó la volatilidad, tensionó la relación con la banca y desencadenó una crisis de financiamiento que ya se traslada con crudeza al sector productivo.

Las tasas en pesos se dispararon de manera alarmante. Las cauciones a un día tocaron el 105% en el Mercado Abierto Electrónico (MAE), mientras en el ByMA operaron al 70%. Este jueves, el pico alcanzó el 320% en plazos de 24 horas, según operadores de mesa de dinero consultados. El efecto no se hizo esperar: el costo del financiamiento para empresas y consumidores escaló a niveles inéditos. El Banco Nación, por caso, elevó la Tasa Efectiva Anual de préstamos personales al 201,41% para clientes con bonificación por servicios.

“El descubierto en cuenta corriente supera el 90% anualizado. Esa línea es crucial para pagar cheques, proveedores y, en muchos casos, los salarios de fin de mes. El riesgo de ruptura en la cadena de pagos es real”, advierte un economista senior de una entidad bancaria que prefiere mantener reserva sobre su identidad.

La raíz del problema se remonta a julio, cuando el equipo económico de Javier Milei decidió eliminar las Letras de Liquidez Fiscal (LeFi). La medida buscaba apropiarse de esos recursos para que el Tesoro financie compra de divisas, pero generó un vacío de instrumentos de esterilización. Sin Lebac, Leliq ni LeFi, el BCRA perdió su herramienta clave para ordenar el excedente de pesos.

La respuesta del Central fue drástica: encajes más altos, cálculo diario y penalidades duplicadas. Los bancos —reunidos esta semana con Santiago Bausili— reclamaron flexibilizaciones. Entre los planteos técnicos presentados, figura permitir un margen de desvío del 5% entre la meta y el encaje, cubrible al día hábil siguiente. También solicitaron reducir las fuertes multas que cobra el BCRA tras tres incumplimientos mensuales.

“El cálculo diario obliga a inmovilizar montos superiores por las fluctuaciones del mercado. Esa rigidez genera una presión adicional sobre las tasas”, explica una fuente de la banca privada. Santander, Macro, BBVA y Galicia lideraron los reclamos.

Mientras la pulseada continúa, el Tesoro enfrenta la semana próxima un vencimiento crítico: 8 billones de pesos en deuda, de los cuales unos 5 billones requieren renovación neta. La licitación previa, el 18 de agosto, había renovado apenas el 61% de los vencimientos, inyectando 6 billones de pesos adicionales en la economía.

La crisis se agrava con el derrumbe de los activos financieros. Los bonos públicos en pesos operaron todos en baja, y las acciones locales y ADR cayeron de manera generalizada. El rechazo en Diputados al veto presidencial a la Ley de Emergencia en Discapacidad cristalizó la debilidad política del Gobierno, amplificando la incertidumbre.

En las empresas, la desesperación por escapar a la tasa en pesos llevó a muchas a dolarizar deudas. Pero esta estrategia tiene un límite: las regulaciones del BCRA y el riesgo de generar una demanda potencial futura en el mercado oficial de cambios. “Cada operación en dólar futuro hoy puede derivar en un salto cambiario mañana, con pérdidas financieras y otro pico inflacionario”, alerta un analista de City Bank.

El Estimador Mensual de Actividad Económica confirmó la recesión en mayo y junio. Para julio y agosto no se esperan mejoras. Algunos modelos bancarios proyectan crecimiento nulo para este año, en un escenario de estanflación que combina contracción económica con inflación elevada.

El BCRA intentó contener la hemorragia con una ventanilla de liquidez inmediata a fines de julio, permitiendo a los bancos vender títulos públicos con acreditación same-day. Pero la medida llegó tarde: el dólar ya había tocado máximos de $1361,8 a principios de agosto y las tasas mostraban una volatilidad estructural.

La tormenta financiera que hoy paraliza a empresas y enciende alertas en la baja es el resultado de una estrategia monetaria que priorizó la contención cambiaria sobre la estabilidad del crédito. El BCRA evitó —hasta ahora— una devaluación brusca, pero a un costo que amenaza con ser insostenible: tasas por encima del 100%, financiamiento cortado para el sector productivo y un riesgo creciente de quiebre en la cadena de pagos. El desafío inmediato es evitar que la crisis de liquidez derive en una crisis de solvencia. Con elecciones en el horizonte, el margen para errores se agota.