En agosto, el Tesoro enfrenta el mayor vencimiento de deuda en pesos de la era Milei: más de $30 billones, equivalentes a casi toda la base monetaria. Con tasas elevadas y una estrategia que trata de evitar la emisión directa, el Gobierno busca sostener la confianza del mercado en plena campaña electoral. El resultado será clave para el dólar, la inflación y el pulso político.
Agosto no es un mes más en el calendario financiero de Javier Milei. Con vencimientos que superan los $30 billones en deuda en moneda local —fundamentalmente Lecaps— el Tesoro se enfrenta a una prueba de resistencia: cubrir compromisos sin recurrir a la emisión de pesos que pueda encender aún más la inflación. La cifra es de magnitud: equivale a casi toda la base monetaria vigente.
Para lograrlo, el ministro Luis Caputo despliega un menú de herramientas: rolleo agresivo en el mercado local, uso de un colchón de liquidez acumulado en licitaciones previas y en transferencias del Banco Central, y canjes con organismos públicos para postergar parte de los pagos. El objetivo es claro: mantener la hoja de balance del BCRA a resguardo, evitar que circulen pesos adicionales y contener así las expectativas de inflación.
Sin embargo, esta estrategia tiene costos. En la última licitación de julio, el Tesoro solo logró renovar el 76 % de los vencimientos, ofreciendo tasas efectivas mensuales del 4 al 4,7 % (equivalentes a hasta 65 % TNA), muy por encima de la inflación proyectada y de las tasas del mercado secundario. En otras palabras: el Gobierno compra tiempo pagando caro.
En paralelo, se elevaron los encajes bancarios al 40 % para absorber liquidez y se pactó con el BCRA un canje por $5,4 billones en Lecaps, diferidos a diciembre en Boncaps. Casi la mitad de la deuda está en manos de entes públicos —BCRA, Banco Nación y FGS— lo que otorga cierto margen de maniobra. Pero el otro 50 %, en manos del sector privado, marca la verdadera prueba: si los bancos y fondos comunes deciden no renovar, el riesgo de emisión forzada vuelve a escena.
Inflación y dólar: la otra batalla
Evitar la emisión reduce presión monetaria, pero sostener tasas tan altas implica encarecer el financiamiento y comprometer recursos futuros. El efecto sobre el dólar es ambiguo: por un lado, se evita la inyección de pesos que presionaría la demanda de divisas; por el otro, los vencimientos y tasas elevadas pueden alimentar expectativas de devaluación si la confianza flaquea. Pero el mercado sigue atento a cualquier señal de debilidad, mas despues de la crisis con la suba del dólar en las ultimas semanas y un previsible aumento del ritmo inflacionario.
A este panorama se suman vencimientos exigentes para el último trimestre: septiembre traerá $20,1 billones, octubre $17,6 billones y diciembre otros $19,9 billones. El 97 % de estos compromisos es a tasa fija, una estructura que, si bien reduce la indexación a inflación o dólar, obliga a sostener rendimientos atractivos para refinanciar.
La estrategia de Caputo es un delicado acto de equilibrio: evitar la emisión para frenar la inflación, pagar tasas elevadas para sostener el rollover y cuidar las reservas para anclar el dólar.
El éxito o el fracaso de este esquema no solo definirá la estabilidad macroeconómica de los próximos meses, sino que marcará el tono político en el tramo final hacia las elecciones legislativas. En un país con memoria inflacionaria y sensibilidad cambiaria, el margen de error es mínimo… y el reloj ya empezó a correr.
Redacción DATA POLITICA Y ECONOMICA