PANORAMA SEMANAL: Milei congela la economía para sostener su relato electoral


El Gobierno endurece su plan de shock para contener la inflación en pleno proceso electoral, con una economía en caída libre, una corrida cambiaria sin freno, falta de conducción política y creciente malhumor social. El ajuste se profundiza, las empresas cierran, la deuda se dispara y la política se desordena mientras Milei apuesta todo a sostener su relato.

Por REDACCION DE DATA POLITICA Y ECONOMICA

La escena económica argentina ingresó esta semana en una nueva fase de deterioro. A la brutal recesión que ya golpea a todos los sectores productivos, se sumó una corrida cambiaria que expuso las grietas del equipo económico y la falta de conducción política en la cima del poder. Frente a la suba del dólar, el presidente Javier Milei ordenó profundizar aún más el congelamiento de la economía con un objetivo obsesivo: llegar a octubre con una inflación artificialmente baja, aunque el país termine paralizado.

“El parate económico ya es brutal, es la paz de los cementerios”, resume un alto dirigente industrial que participó esta semana de reuniones con funcionarios del Ministerio de Economía. Y no exagera: las ventas se desploman, las fábricas suspenden turnos, los comercios bajan las persianas y las inversiones se evaporan. La respuesta del gobierno es más ajuste, más deuda y más represión de la actividad económica.

En la última semana, el dólar volvió a escaparse, empujado por una combinación de factores: desconfianza en el rumbo económico, salida de capitales, caída de la liquidación del agro y un vacío de poder técnico evidente. El Gobierno reaccionó tarde, mal y con señales contradictorias. Mientras Caputo aseguraba que “todo está bajo control”, su equipo admitía en privado que no tienen herramientas reales para frenar la corrida. La improvisación fue tan evidente que hasta la directora del FMI, Kristalina Georgieva, se vio forzada a respaldar públicamente el programa económico, en un intento de evitar un colapso prematuro.

Un plan sin brújula ni red

La estrategia oficial no admite matices: contener la inflación “sea como sea”. Pero hacerlo en medio de una actividad en picada es un cóctel peligroso. Las cifras lo confirman. Según la Bolsa de Comercio de Rosario, el 99% de los indicadores económicos están en rojo.

El consumo cayó más del 20% interanual, la industria retrocede por octavo mes consecutivo y el empleo registrado se erosiona día a día.

Desde la llegada de Milei al poder, 15 grandes empresas abandonaron el país. Esta semana se declararon en situación de crisis ademas de Celulosa Argentina, Dass (fabricante de Adidas)  Empresas con conflictos recientes Acindar, Toyota Argentina , Molinos Río de la Plata, Clason de Lácteos Verónica, Vicentin –  y Mauro Sergio, ícono textil de Mar del Plata,Algodonera Avellaneda (Reconquista, Santa Fe) Tenaris Siat (Techint, Villa Constitución).   En el último trimestre, el 60 % de los gremios reportaron despidos.

Para colmo, el crédito está seco, con tasas mayores al 65 %. El Gobierno recurre al endeudamiento desenfrenado para llegar a octubre con algo de aire. La deuda en pesos creció un 18% solo en el último bimestre, y la deuda externa, incluso con el relato anti-casta de Milei, se expande sin control. Se colocan bonos a tasas altísimas, se reestructuran compromisos bajo condiciones opacas, y se negocian fondos con organismos multilaterales sin debate público. “Es la misma bicicleta financiera de siempre, pero con otro discurso”, resume un economista del sector privado.

Mala praxis y errores no forzados

En medio de la crisis, la descoordinación del gobierno se hace cada vez más evidente. Las internas entre Caputo y su entorno, el protagonismo excesivo de Pablo Quirno (secretario de Finanzas), y los discursos contradictorios del propio Presidente desorientan al mercado. Esta semana, el Ministerio de Economía acusó a los bancos Macro, Galicia y Provincia de “agitar la corrida”, una jugada irresponsable que elevó la tensión financiera. En paralelo, en un delirio, el Presidente le echo la culpa de la corrida a la traición de la Vice presidenta, Victoria Villarruel o como siempre se busco culpables en el miedo a los “kukas”  y se protagonizó una bochornosa puesta en escena en el canal Neura para simular que “el dólar flota libremente”.

La falta de profesionalismo en la gestión económica comienza a generar preocupación incluso dentro del oficialismo. Uno de los asesores cercanos al Presidente reconoció off the record que “hay miedo a decirle la verdad a Javier”. El propio Caputo, agotado y cada vez más opacado por Quirno y Federico Sturzenegger —el “Coloso” que Milei idolatra—, admite en privado que el margen de maniobra es cada vez más estrecho.

Un plan que no cierra ni en lo macro ni en lo micro

El verdadero problema es que el plan económico de Milei no cierra por ningún lado. La macroeconomía está desbordada: inflación reprimida, dólar sin ancla, reservas en caída, cuentas fiscales sostenidas a fuerza de licuación del gasto y deuda creciente. La micro, por su parte, está desintegrada: empresas sin ventas, salarios congelados, insumos que no llegan por las trabas a las importaciones, y un consumo interno demolido.

En este contexto, el Presidente insiste en un relato épico de sacrificio, aunque la realidad se impone. La consultora brasileña Atlas Intel, una de las pocas que acertó el resultado de 2023, reveló que casi 7 de cada 10 argentinos se sienten “defraudados” por la situación económica. El humor social es cada vez más adverso, y en el “Triángulo de Hierro” libertario empiezan a sonar alarmas. “Se llega a octubre, pero con la economía detonada y un clima social muy inestable”, admiten en la intimidad de la Rosada.

La represión inusitada en  la marcha de jubilados el ultimo miércoles por parte de fuerzas de la policía metropolitana, que fue desmedida para la escasa concurrencia y la tranquilidad de la misma. La sobreactuación de la policía, que termino reprimiendo a periodista frente a las cámara de televisión, muestran el miedo a que la calle se desborde si el conflicto social escala

Corrupción, negocios y caos político

La crisis económica se combina con un creciente desorden político. Las internas en la provincia de Buenos Aires entre sectores de La Libertad Avanza, los guiños del oficialismo a los Menem  en su pelea con Santiago Caputo y los  «boy» de las Fuerzas del Cielo, y la sombra de escándalos como la estafa de la «Libra» —una criptomoneda impulsada por actores cercanos al oficialismo con denuncias de fraude— reflejan un gobierno que pierde el control del frente interno. A esto se suma la denuncia de negocios incompatibles de funcionarios como el Ministro Cuneo Libarona, o dirigentes del interior con denuncias se fraude al estado, en dependencias de Anses o Pami, que profundizan la idea de que el discurso anticasta es solo una pantalla.

El riesgo más evidente es que esta estrategia de supervivencia electoral termine provocando un colapso estructural. Si el gobierno sigue vendiendo dólares para frenar la corrida, enfriando aún más una economía ya congelada y tomando deuda sin sustento, puede desembocar en una crisis de balance de pagos. A la vez, el deterioro social amenaza con estallar en forma de conflictos, protestas y mayor inestabilidad institucional.

¿Hay que pasar el invierno?

La paradoja es que el gobierno libertario, que prometía dinamismo, competencia y eficiencia, empuja al país hacia una inédita parálisis económica. Nunca antes se intentó congelar de manera simultánea la inflación, el dólar, los salarios, las importaciones y la actividad. El resultado es un modelo que genera “estabilidad estadística” al precio de una recesión devastadora.

¿Se puede llegar así a octubre? Quizás. Pero a un costo altísimo. Con la macro y la micro descontroladas, el riesgo de una crisis integral —económica, social y política— crece día a día. Milei juega todas sus fichas a una baja de inflación que ya no depende del éxito del programa, sino de llevar el país a un  colapso. Como en un laboratorio sin ética, la Argentina experimenta en tiempo real una utopía libertaria que, por ahora, solo asegura más pobreza, más desempleo y más incertidumbre.

AGOSTO 3, 2025