Dólares que huyen, precios que suben y un plan sin red: el modelo Milei bajo presión

Pese al respaldo sin precedentes del FMI y el aval político de Donald Trump, el modelo económico de Javier Milei muestra signos de agotamiento. La salida de capitales, la falta de reservas, la presión cambiaria y el rechazo empresarial a nuevos aumentos anticipan una tormenta económica, justo cuando comienza la carrera electoral.

Por Redacción Data Política y Económica


Ni los desembolsos del FMI ni el apoyo explícito de Donald Trump han logrado disipar las dudas que rodean al plan económico de Javier Milei. A siete meses del inicio del experimento libertario, el andamiaje basado en ajuste fiscal, desregulación financiera y tipo de cambio flotante comienza a mostrar grietas profundas. La inflación se resiste a bajar, el dólar vuelve a marcar presión, los capitales se fugan y las reservas no se recomponen.

Según un informe de CIFRA-CTA, en mayo la formación de activos externos por parte de personas físicas alcanzó los 5.250 millones de dólares, el 44% del primer desembolso del FMI. Un volumen inédito que refleja el efecto inverso de la flexibilización parcial del cepo: en lugar de generar confianza, desató una nueva ola de dolarización privada.

El dólar se recalienta y los precios responden

Desde abril, el Gobierno opera con un esquema de flotación administrada con bandas entre $1.000 y $1.400 por dólar. Sin embargo, el tipo de cambio ya se acerca al límite superior. En julio, el mayorista subió un 10%, lo que se trasladó en aumentos del 4% al 9% en listas de supermercados y proveedores industriales.

“Nos ajustaron la lista 8% y no hay margen para trasladarlo al cliente porque las ventas están planchadas”, señaló un empresario gráfico. En el sector textil, el patrón se repite: insumos dolarizados, precios en alza y consumo estancado. Sin acceso al crédito y con tasas reales prohibitivas, la industria pierde competitividad frente a importaciones que no paran de crecer.

YPF, en tanto, dejó de informar públicamente sus precios, habilitando ajustes semanales. Mientras tanto, el Banco Central intervino en el mercado de futuros vendiendo más de 2.700 millones de dólares, lo que desató tensiones con los bancos. El contraste es evidente: el Gobierno sostiene un discurso de libre flotación, pero actúa como si defendiera un tipo de cambio fijo.

El “carry trade” tambalea

El ingreso de capitales especulativos fue uno de los pilares del programa. Atraídos por tasas reales positivas en pesos, fondos como JP Morgan aprovecharon el arbitraje cambiario durante el primer semestre. Pero la reciente salida de estos jugadores marcó el inicio de una nueva fase: los inversores descuentan volatilidad y riesgo electoral.

El dólar futuro para diciembre cotiza por debajo del tipo de cambio actual, una señal de distorsión que obliga al Banco Central a intervenir con emisión para cubrir la diferencia. La estabilidad cambiaria depende hoy de herramientas que contradicen el relato oficial del “déficit cero”.

Como advirtió el economista Emmanuel Álvarez Agis, sin una ampliación real de reservas o una nueva autorización del FMI para intervenir, la estrategia “no es sostenible solo con tasa de interés y venta de futuros”.

Riesgo alto, reservas en rojo

Pese al discurso triunfalista del Gobierno, el riesgo país no cede y las reservas netas siguen en terreno negativo: -9.575 millones de dólares a fines de julio. El acuerdo con el FMI exige cerrar el año con un saldo positivo de 4.500 millones, una meta que hoy parece lejana.

El calendario de vencimientos suma presión: entre agosto y diciembre, el Estado y el sector privado deben afrontar pagos por más de 10.000 millones de dólares. Para 2026, la cifra trepa a más del triple. En este contexto, el modelo basado en endeudamiento externo y capitales golondrina se vuelve cada vez más vulnerable.

El FMI, de todos modos, se dispone a aprobar un nuevo desembolso de 2.000 millones, tras validar la primera revisión técnica del acuerdo. El respaldo político del Fondo sigue firme, como también el apoyo de la Casa Blanca.

Trump, Milei y un embajador con agenda

El vínculo entre Milei y Washington se afianza en lo financiero, pero también en lo geopolítico. Peter Lamelas, propuesto por Trump como embajador en Buenos Aires, afirmó que su misión es “trabajar con su amigo Javier” y “frenar la influencia maligna de China”. Además, prometió hacer campaña por Milei en octubre y “vigilar que los gobernadores no firmen acuerdos con los chinos”.

Las declaraciones desataron críticas. Cristina Fernández de Kirchner, en prisión domiciliaria, denunció que Lamelas actúa como un “fiscal imperial enviado desde Mar-a-Lago” y cuestionó el uso político del FMI: “La campaña no la hacen los Milei, la hacen Washington y el Fondo”.

El modelo cruje

Pese al apoyo externo, el plan libertario enfrenta su primera gran crisis de confianza interna. El sector empresario frena los aumentos, los inversores desarman posiciones, el dólar recalentado presiona sobre precios, y la política monetaria parece descoordinada.

El experimento que prometía orden y crecimiento hoy exhibe signos de agotamiento: fuga récord de capitales, inflación persistente, reservas en rojo y una estrategia que gasta más energía en sostener la imagen de éxito que en generar resultados reales.

Como resumió un banquero con peso en la City: “Nos echaron la culpa a los bancos, y jugamos el papel. Pero sin un plan de fondo, los parches no alcanzan para llegar a octubre”.