La producción agropecuaria argentina está próxima a volver a niveles récord: se estima que superará los 130 millones de toneladas en 2025 (1), cifra que confirma que el sector mantiene su rol clave en la economía nacional. Sin embargo, esta aparente fortaleza oculta un riesgo mayor: sin inversiones estratégicas en infraestructura, tecnología y capital humano, esa producción puede quedar bajo amenaza estructural.
por Luis Gotte
Producción en ascenso, competitividad en declive
La cosecha gruesa de 2025 podría alcanzar entre 135 y 136 millones de toneladas (2), generando ingresos -por exportación- de alrededor de US 32.070 millones. Aun así, ese volumen esconde márgenes estrechos para el productor, afectados por el cambio climático, la volatilidad de los precios y el peso de la logística deficiente.
Especialistas advierten que la falta de infraestructura -especialmente vial, ferroviaria y fluvial- genera sobrecostos logísticos de entre US 8 y 13 por tonelada solo en acceso al Gran Rosario, lo que complica seriamente la rentabilidad del cultivo (3). En números, más de 55 millones de toneladas se transportan por camión versus apenas 4 millones por tren hacia los puertos.
Proyecciones 2035: potencial o estancamiento
La Bolsa de Comercio de Rosario plantea dos escenarios para 2035:
a) Escenario base: sin reformas mayores, la producción llegaría solamente a 180 millones de toneladas gracias a mejoras logísticas moderadas (4).
b) Escenario optimista: combinando infraestructura, eliminación progresiva de retenciones y adopción tecnológica, se podrían superar los 250 millones de toneladas, con exportaciones que podrían alcanzar los US 50.000 millones anuales (5).
La diferencia -más de 70 millones de toneladas- es consecuencia directa de políticas estructurales aún pendientes.
La Provincia de Buenos Ayres: epicentro del desafío (6)
La provincia responde por más del 50 % del valor exportable del agro nacional, sin embargo, enfrenta problemas típicos: infraestructura vial rural precaria, accesos colapsados, falta de nodos logísticos y escasa -o nula- integración ferroviaria. Esto limita el acceso al mercado global y resta competitividad a los productores del interior bonaerense.
En zonas como la costa del Paraná, la falta de nubes freáticas y suelo hídrico vulnerable agrava aún más el reto productivo, comprometiendo la sostenibilidad de los márgenes (7).
Claves para revertir la tendencia: inversión estratégica
1. Infraestructura y logística integrada
Se requieren mejoras en rutas rurales, mayor participación del tren y fortalecimiento de la vía navegable Paraná-Paraguay para ingresar más carga eficiente al sistema portuario. Esa reconfiguración logística permitiría transportar hasta 20 millones de toneladas adicionales y mejorar en más de un 8 % el volumen exportable hacia 2035 (8).
2. Tecnología y digitalización masiva
La Argentina ya lidera en adopción de siembra directa (90% de tierras extensivas) y agricultura de precisión (47% de los cultivos con telemetría). Pero solo el 35 % de los productores planea invertir en 2025 y hay resistencia cultural a nuevas tecnologías, especialmente en logística digital.
3. Capital humano y financiamiento adecuado
La campaña 2023/24 demandó más de USD 40.500 millones en capital de trabajo, incluidas semillas, fertilizantes y transporte. Solo una fracción de productores accede a líneas de crédito competitivas. Es indispensable ampliar el acceso a financiamiento y formación técnica, especialmente en reconstrucción de nodos logísticos y adopción de AgTech.
4. Reformas institucionales y fiscales
La eliminación progresiva de retenciones permitiría mejorar los ingresos netos de los productores y promover mayor inversión tecnológica. Se propone una reducción gradual de DEX durante 4 5 años, con impacto directo en exportaciones agroindustriales que podrían alcanzar US 50.000 millones anuales en 2035 (9).
Conclusión
La producción de 2025 no debe ocultar la urgencia estructural: sin infraestructura adecuada, tecnología generalizada, financiamiento accesible y reformas fiscales, ese volumen estará en riesgo. La provincia de Buenos Ayres tiene ante sí una oportunidad histórica o una trampa de estancamiento.
El campo argentino no necesita discursos grandilocuentes: necesita políticas sólidas, inversión pública-privada, capital humano calificado e integración logística estratégica. El futuro del agro, y con él el futuro económico de la provincia y del país, depende de que estas piezas encajen ya.
Luis Gotte
La trinchera bonaerense
