Entrevista a Jorge Taiana
La decisión de la Corte Suprema de Justicia de convalidar la condena contra la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner en la denominada “causa Vialidad” marcan un antes y un después en la democracia argentina, cuyas consecuencias son muy difíciles de prever no solo para el peronismo sino para el conjunto del sistema político argentino.
El encierro y proscripción de la principal líder del peronismo y de la oposición ya muestra, sin embargo, algunos efectos. En el peronismo, un grado de unidad y movilización que hasta hace unas pocas semanas no tenía. En el resto de las fuerzas políticas, la certeza de la advertencia: el Poder Judicial, con la Corte a la cabeza, está dispuesta a jugar fuerte en el proceso político.
En cuanto al gobierno nacional, una moneda al aire: el resultado del nuevo estado de cosas es impredecible, en un grado todavía mayor de lo que suele ser la política. Y justo cuando la temperatura del horno social da muestras de “no estar para bollos”.
“El retorno de la proscripción del peronismo deja una democracia debilitada, en un momento de gran debilidad institucional, con un Parlamento vapuleado y un Poder Ejecutivo cuya cabeza dice ser ‘el topo dentro del Estado’ ”,asegura Jorge Taiana, director de Centro Internacional de Estudios Políticos de la Universidad de San Martín, ex canciller y ex ministro de Defensa, en una extensa entrevista con
, en la que analiza la resolución de la Corte, el rol del poder económico y mediático y los desafíos que enfrenta el peronismo.
Corte y proscripción
– ¿Cuál es su reflexión respecto a la decisión de la Corte?
– El fallo de la Corte viene a trastocar el proceso democrático que se inició en 1983, que empezó a ser alterado por los visos autoritarios de la presidencia de Javier Milei y ahora, con el retorno de la proscripción del peronismo, deja una democracia debilitada, en un momento de gran fragilidad institucional, con un Parlamento vapuleado y un Poder Ejecutivo cuya cabeza dice ser “el topo dentro del Estado”. Asistimos al debilitamiento de los derechos políticos pero también económicos, sociales y culturales no de una persona sino de todos los argentinos.
– Quiénes respaldan el fallo de la Corte arguyen que esta se basó en un sinnúmero de elementos recopilados en la causa en las instancias anteriores…
– La Corte se negó a revisar un caso que venía con múltiples irregularidades, a pesar de tener una enorme relevancia institucional, lo cual es muy grave en sí mismo. Un caso que se había cerrado en la provincia de Santa Cruz, y se volvió a abrir; donde los peritos dicen que no hay nada anormal y, sin embargo, se avanza en la denuncia; donde la acusada no es mencionada de manera directa por ningún testigo, en la que no firmó nada y en la que interviene un ente autárquico como Vialidad Nacional; donde se fundamenta que no sabía pero que debía haber sabido, lo cual es absurdo; donde los jueces que la condenan son amigos del expresidente Mauricio Macri, que inicia la investigación, por lo que hay parcialidad manifiesta y patente.
– La Corte intervino con una celeridad que está muy por debajo del promedio con que se aboca a las causas en las que interviene…
– Tardó 50 días en intervenir, pero tiene sin resolver, desde hace un año y medio, el DNU 70, que anula unas 80 leyes y modifica más de 300, lo que significa casi una reforma constitucional. Respondió, entonces, a la presión mediática. Hasta hubo un miembro de la Corte que había dicho que temas como este, en tiempos electorales, no se tratan. A mi me hace acordar al juicio por la muerte de Maradona, donde la jueza Makintach demostró que un juicio se puede transformar en un reality, o en una serie, en capítulos. En ambos casos tiene que ver con una debilidad estructural de la Justicia, con la falta de capacitación y con la impunidad de los jueces.
– Hay quienes señalan, además, que el fallo se produjo en junio, un mes muy caro para la historia argentina y para el peronismo en particular ¿Qué opinión tiene usted?
– En términos históricos, la persecución al peronismo y la proscripción adquieren una dimensión especial. El 9 de junio de 1956 se produjeron los fusilamientos en José León Suárez, La Plata, La Pampa, ante el levantamiento peronista contra la dictadura de la llamada Revolución Libertadora. El 12 de junio, también de 1956, fusilaron al general Juan José Valle, quien encabezó el alzamiento y que en una carta a Aramburu escribió: “Dentro de pocas horas usted tendrá la satisfacción de haberme asesinado”. Y el 16 de junio se cumplen 70 años del bombardeo sobre Plaza de Mayo, donde la Marina y la Fuerza Aérea atacaron a la población civil matando a más de 300 personas e hiriendo a más de 800, lo que muestra la violencia que los poderosos de la Argentina son capaces de ejercer. Sobre todo todo esto hay que reflexionar cuando hablamos de proscripción, porque lo ocurrido a partir de 1955 llevó a conflictos, persecuciones y a muerte de trabajadores, al Plan Conintes, a conflictos sociales y golpes de Estado, hasta llegar a la dictadura genocida de 1976.
Verdad consecuencia
– ¿Hay una continuidad histórica entre aquella etapa y la actual? ¿Cómo se expresa hoy?
– Alegremente se proscribe no solo a un referente político importante, dos veces presidente de la República, vicepresidenta, senadora, etc, impidiéndole ejercer cargos públicos de por vida a través de un fallo escandaloso, sino a la titular del principal partido político del país y primera fuerza de la oposición. Creo que esto va a tener consecuencias de todo tipo y sostenidas en el tiempo. No sólo va a movilizar al peronismo sino también a buena parte de la juventud, porque quitar derechos básicos nos afecta a todos, a quienes son peronistas y a aquellos que no lo son.
– ¿Cuál es el papel de la Corte en este nuevo escenario?
– La Corte ha jugado el papel de un subordinado, no sólo al poder mediático, que la presionó de una manera escandalosa, sino del poder real, de los grupos concentrados de poder. En los centros financieros mundiales preguntan qué va a pasar con el peronismo y qué va a pasar con Cristina, porque este ajuste salvaje, el despojo de los derechos sociales y laborales, apalear jubilados, discapacitados, liquidar desde el Garrahan hasta el INTA, tiene un costo que se va a hacer más consciente en la gente a partir de la proscripción, de una democracia que, luego de 40 años, sufre una degradación. Estamos en una democracia con proscripción.
– Distintos países de América Latina vivieron situaciones similares, aunque con resultados diferentes. Brasil con el encarcelamiento de Lula y su posterior liberación y retorno a la presidencia, y Perú, donde hay una gran inestabilidad política, con presidentes que renuncian, son desplazados o encarcelados ¿Qué similitudes encuentra con lo que sucede en la Argentina?
– Brasil ha tenido con Lula una mejora social muy grande, y su empresariado tiene una vocación de desarrollo y de liderazgo que el nuestro no parece tener. Cómo vamos a tenerla si el mismo ministro de Economía que fugó 30.000 millones de dólares con Macri ahora vuelve a hacer lo mismo y ni siquiera es investigado. Hay una mentalidad rentística que no se interesa por el país sino por obtener la mayor ganancia posible en el menor tiempo posible. El caso de Perú es distinto. Hace mucho tiempo que tiene una suerte de separación entre el funcionamiento del sistema político y la economía. La macroeconomía está ordenada, ha crecido pivoteando en las exportaciones y el extractivismo, pero con el 80% de la población viviendo en la informalidad. Hay una escisión entre el sistema político y la economía, que se maneja por otros carriles. La Argentina no puede aceptar ir en esa dirección. Pero atención, porque ya tenemos, y por eso ganó Milei, una pérdida de representatividad y de fuerza del sistema político.
Cristina, el peronismo y después
– Esta situación interpela directamente al peronismo, en tanto actor político capaz de encarnar las transformaciones…
– Creo que el peronismo, que en su última gestión no ha cumplido con los objetivos mínimos que la gente esperaba, sufre por la distancia entre la dirigencia y la base partidaria. Se ha perdido la escucha en un momento en que la clase política se ha distanciado de buena parte de la sociedad y de su sistema de representación. Cristina decía el otro día que más que enamorar hay que volver a representar.
– ¿La decisión de la Corte puede activar ese proceso?
– El peronismo está haciendo ahora un proceso de movilización, de despertar, porque estaba aletargado. Había reacciones esporádicas que se están empezando a unificar. Los jubilados, que son una verdadera vanguardia de este proceso, la crítica a la imposición de un modelo de injusticia y marginación de las mayorías, de despojo, de sacarle a los que no tienen. Hay una serie de conflictos, que ya se expresan, que van a empezar a multiplicarse.
– ¿Cómo puede impactar la detención de Cristina en esa movilización?
– Hay que poner la detención de Cristina no solo en la cuestión de si es candidata o no. El punto central de su detención es que ella dice ‘señores este modelo va a fracasar, porque ya fracasó con Martínez de Hoz, con Cavallo y con Caputo’. Es profética en eso. Esto va a acabar. Y va a acabar mal. Antes o después de las elecciones de octubre. El punto central es que esto no es un plan económico ni un modelo de desarrollo, es un proceso de despojo y de endeudamiento serial. Esto es lo que ella señaló. Y cuando esto ocurra su figura va a estar todavía más fuerte, como lo está hoy respecto a una semana atrás.
– El peronismo viene de una discusión muy fuerte entre el cristinismo y los sectores que acompañan a Axel Kicillof, y con mucha fragmentación en las provincias, con gobernadores que incluso han acompañado las políticas de Milei ¿Cómo cree que esta situación puede reordenarse?
– Creo que el peronismo puede y debe reagruparse. Más allá de los posicionamientos políticos-tácticos o de las discusiones internas, de las formas de conducción táctica de determinados espacios. El peronismo va a encabezar la oposición a este gobierno, y sumando sectores. Hay que tener cierta grandeza y superar las pequeñeces de la pelea por espacios. Tenemos que tener una estrategia de organización y movilización. Para eso hay que escuchar a la gente, acercarse, prestar más atención a cómo ve las cosas, cuáles son sus prioridades, acompañarla y, al mismo tiempo, aglutinar todas las luchas fragmentadas que se están dando con una orientación política y un programa.
– La necesidad de un programa fue una constante en las declaraciones de los dirigentes y referentes del peronismo que se reunieron en la sede del Partido Justicialista la semana pasada, de Guillermo Moreno a Juan Grabois, de Fernández Sagasti a Ricardo Quintela…
-Es que hay que tener claro qué se va a proponer a la sociedad para derrotar a este régimen. Hay que definir qué vamos a hacer con el Fondo, con el RIGI, con el Poder Judicial; si vamos a hacer una reforma constitucional y sobre qué puntos. Hay que reflexionar sobre las provincias, tener una visión federal. Hay que comenzar a debatir todo esto ahora y tenerlo claro, porque del agujero que nos está metiendo Milei no vamos a salir sin esfuerzo, pero más esfuerzo tendrán que hacer los que más tienen, sobre todo si eso que tienen ha sido por el despojo de las mayorías.
– ¿Hay algo que esté cambiando?
– La reacción de la gente ante los insultos de (José Luis) Espert (quien agravió a Cristina Kirchner y a su hija Florencia) en la conferencia de la Universidad Católica fue interesante, porque antes decía cosas parecidas y no pasaba nada. El gobierno ha utilizado la descalificación y el insulto para no discutir una opinión o un problema. Y cuanto más insultaba, mejor. Hay que cambiar esa dinámica, porque lo que se logra es no discutir nada y que una serie de personas infames adquieran un protagonismo que no merecen. Y esto comenzó a cambiar con la reacción de la gente el otro día.
– ¿Qué Cristina imagina a partir de que empiece a cumplir la prisión domiciliaria en el contexto que acaba de desarrollar?
– Yo la vi muy entera. Estaba muy convencida de que esto iba a suceder. Decía, van a ir en mi contra, me van a meter presa. Ella no quiso salir del país, eligió quedarse. Creo que va a tener un rol importante en el proceso político. Va a estar presente, va a actuar y tendrá que hacer su contribución, al igual que el resto de los sectores del peronismo, para buscar la unidad y la construcción de un gran movimiento que defienda los intereses de la Nación Argentina. Y esto se puede lograr con trabajo, con la cabeza clara y con capacidad de diálogo.
