En un mundo donde las grandes potencias refuerzan sus políticas industriales y proteccionistas, Argentina enfrenta una decisión crucial: ¿puede sostener su industria en un contexto de apertura comercial o debe redefinir su estrategia productiva para competir globalmente?
Un mundo en transformación: el auge del proteccionismo
Estados Unidos, China y la Unión Europea han adoptado medidas industriales que van desde subsidios masivos hasta barreras comerciales, priorizando el fortalecimiento de sus sectores estratégicos. En EE.UU., la Ley CHIPS y el Inflation Reduction Act buscan relocalizar la producción de semiconductores y fomentar la manufactura avanzada. China continúa su plan Made in China 2025 con énfasis en robótica y energías renovables. Europa, con su Green Deal Industrial Plan, apuesta a la sostenibilidad y la digitalización. Incluso Brasil, con el Plan Nova Indústria Brasil, promueve la modernización productiva y la transición energética.
En este contexto, Argentina va a contramano del mundo. Mientras las principales economías fortalecen su industria con subsidios y regulaciones, el país ha optado por una apertura comercial agresiva, eliminando barreras a la importación y reduciendo aranceles. Con un dólar barato, esta estrategia implica una lluvia de importaciones que amenaza la supervivencia de la industria nacional. La justificación del Gobierno radica en la necesidad de bajar costos y contener la inflación, pero el impacto en la producción local genera preocupación en el sector industrial.
La industria argentina frente al dilema de la apertura
La Unión Industrial Argentina (UIA) ha manifestado su inquietud sobre las consecuencias de una desregulación sin un plan de fortalecimiento productivo. La apreciación cambiaria, la contracción económica y la mayor competencia externa podrían afectar a los sectores transables, debilitando su capacidad de competir en el mercado interno y externo.
“El país no puede competir con industrias extranjeras altamente subsidiadas sin una política industrial propia”, advierte un reciente informe de la UIA. Además, la falta de inversión en tecnología y la inestabilidad macroeconómica agravan la situación de las pequeñas y medianas empresas, que representan el corazón del empleo manufacturero en el país. Con un dólar atrasado y sin protecciones estratégicas, muchas pymes corren el riesgo de quebrar ante la avalancha de productos importados a precios irrisorios.
¿Hacia dónde debe ir la política industrial?
Para evitar la pérdida de capacidad productiva, Argentina necesita diseñar una estrategia que equilibre la apertura comercial con incentivos a la producción local. Algunas medidas clave podrían incluir:
- Créditos e incentivos fiscales para sectores estratégicos, fomentando la inversión en tecnología y capital humano.
- Política de integración inteligente, promoviendo la inserción en cadenas de valor globales sin abandonar el desarrollo de industrias propias.
- Mayor integración con el MERCOSUR y los paises latinoamericanos. Diseñar políticas inteligentes de integración para ampliar los mercados y tener mayor escala.
- Protección selectiva de sectores claves mientras se trabaja en su modernización y competitividad.
- Desarrollo de infraestructura y logística, reduciendo costos internos para mejorar la competitividad exportadora.
El desafío no es menor. Mientras los países industrializados refuerzan su producción con estrategias proteccionistas, Argentina, con su política de apertura y dólar barato, arriesga el quiebre de una parte significativa de su entramado industrial pyme. Las decisiones que se tomen en los próximos meses serán determinantes para el futuro del sector productivo nacional y su capacidad de generar empleo y desarrollo en un mundo donde la competencia ya no es libre, sino estratégica.
Antonio Muñiz
