La exportación de chatarra: mas que una pulseada entre recicladores y la industria siderúrgica


El gobierno de Javier Milei habilita la exportación de chatarra tras 16 años de prohibición. ¿Es un paso hacia la libertad económica o un golpe a la industria nacional?


En una movida que promete reorganizar el tablero de la economía argentina, el Gobierno de Javier Milei eliminó las restricciones a la exportación de chatarra metálica, una medida que estuvo vigente desde 2009 con el objetivo de proteger la industria siderúrgica local. Este cambio, impulsado por el Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, ha generado un debate encendido entre recicladores, empresarios y representantes del sector industrial. Mientras algunos celebran la apertura de nuevos mercados internacionales, otros alertan sobre los riesgos para la competitividad de la producción local.

Contexto de la medida:

En enero de 2009, durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, se prohibió la exportación de chatarra para asegurar la disponibilidad de insumos esenciales para la producción de acero. Esta restricción, que buscaba fomentar la industria nacional, fue prorrogada durante los gobiernos de Mauricio Macri y Alberto Fernández. Sin embargo, bajo la gestión de Milei, se priorizó una política de desregulación orientada a «liberar» los mercados.

«Esta prohibición deprimía el precio local de los desechos, desincentivaba el reciclado y prohibía negocios de reciclado para amplios sectores de la economía», afirmó Sturzenegger al anunciar la medida. Según el funcionario, las restricciones beneficiaban principalmente a grandes procesadores como Techint, en detrimento de los pequeños recicladores.

Reacciones y controversias:

El anuncio despertó reacciones encontradas. Por un lado, pequeños recicladores celebraron la apertura de mercados internacionales. “Ahora podremos competir de igual a igual y acceder a mejores precios”, expresó un representante de la Cámara de Recicladores Independientes. Por otro lado, desde la siderurgia, la medida fue recibida con preocupación. Paolo Rocca, CEO de Techint, advirtió que la decisión podría reducir la oferta de insumos críticos para la industria local, aumentando costos y poniendo en riesgo la producción nacional.

«Si se exporta más chatarra, habrá menos disponible para el mercado interno y podríamos terminar importando materiales que antes teníamos en abundancia», alertaron desde el sector industrial.

Además, Sturzenegger no escatimó en señalar lo que denominó un “lobby corporativo” detrás de la oposición a la medida. “Es el triunfo de la libertad sobre el lobby”, sentenció, dejando entrever tensiones con sectores empresariales que, según él, buscan mantener prácticas monopólicas.

Implicancias económicas:

La apertura a la exportación de chatarra podría tener un impacto significativo en la balanza comercial argentina. Al permitir la salida de materiales reciclables, el país espera aumentar el ingreso de divisas en un contexto de escasez de dólares. Además, la medida se alinea con las tendencias globales hacia la economía circular y la valorización de residuos.

Sin embargo, los desafíos no son menores. Con una industria siderúrgica altamente dependiente de estos insumos, el incremento en los costos podría traducirse en mayores precios para productos de acero, afectando sectores como la construcción y la manufactura. Según analistas, el impacto neto dependerá de cómo se reacomoden las cadenas de suministro y si la industria logra adaptarse a la nueva dinámica de precios.

La eliminación de las restricciones a la exportación de chatarra marca un punto mas de conflicto con Paolo Rocca. Hay que recordar que si bien el grupo Techint viene siendo uno de los ganadores del modelo actual, sobre todo en el rubro energía, ha estado chocando con la política de Milei en cuanto a la apertura comercial y la competencia con el acero chino. Mientras el Gobierno apuesta por la desregulación como motor de crecimiento, el sector industrial enfrenta incertidumbres sobre su competitividad y sostenibilidad.

Este nuevo capítulo en el debate económico del país no solo redefine las relaciones entre recicladores y siderúrgicos, sino que también pone en discusión  el perfil productivo para las próximas décadas, ser productores de acero o importarlo desde China.