En un análisis económico sobre el reciente programa de blanqueo de capitales en Argentina, el ministro de Economía, Toto Caputo, ha celebrado los resultados de la primera fase, logrando atraer depósitos en dólares por encima de las expectativas iniciales.
Esta etapa, caracterizada por un acceso gratuito para capitales de hasta u$s100.000, ha generado un aumento del 69% en los depósitos en moneda extranjera, mostrando una reversión en la tendencia de retiro de capitales.
Sin embargo, el optimismo del Gobierno no es compartido del todo por los mercados y analistas, quienes ven con escepticismo las etapas subsiguientes. A partir de noviembre, el régimen establecerá alícuotas del 10% al 15% y excluirá el efectivo, lo cual podría limitar el atractivo de estas fases para quienes desean regularizar activos de alto valor. Además, el antecedente del blanqueo de 2017, que mostró gran éxito en sus comienzos pero que sufrió una fuga de capitales tras las elecciones de 2019, agrega un elemento de incertidumbre ante el año electoral que se avecina.
En términos macroeconómicos, el impacto positivo a corto plazo podría traducirse en una mayor liquidez en el sistema financiero. A pesar de ello, los especialistas señalan que las perspectivas de crecimiento sostenido siguen comprometidas por las políticas de control cambiario vigentes y la falta de encaje en el Banco Central de los dólares captados, lo que limita su efecto real en las reservas del país.
El desafío para la economía argentina, más allá del éxito parcial de esta iniciativa, será encontrar mecanismos estructurales que fortalezcan la confianza y promuevan una reactivación económica sostenible, sin depender de blanqueos esporádicos ni de un contexto político favorable.
AM
