La expresidenta propone discutir con el FMI un nuevo esquema basado en la cuota que le corresponde a la Argentina. ¿Es viable cambiar las reglas de un acuerdo que triplica los límites del organismo?
Cristina Fernández de Kirchner impulsa un giro estratégico en la relación de Argentina con el Fondo Monetario Internacional. Su planteo de reestructurar la deuda en función de la cuota del país en el organismo reabre el debate sobre el rol del FMI, la legitimidad del endeudamiento y la soberanía económica. ¿Qué opinan los economistas y qué margen real existe para una renegociación?
Una deuda descomunal, una cuota ignorada
En un país donde el endeudamiento externo se ha vuelto una condena recurrente, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner vuelve a interpelar al corazón de la crisis: la relación con el Fondo Monetario Internacional. En el próximo encuentro de economistas del Partido Justicialista —que se realizará en el Instituto Patria— CFK llevará una propuesta política con base técnica: renegociar el acuerdo con el FMI para que la Argentina “reciba lo que le corresponde por su cuota”.
La cuota de un país en el FMI no es un detalle menor. Es el parámetro clave que determina cuánto puede prestarle el organismo bajo condiciones normales. Según el estatuto del Fondo, ese monto está acotado a un límite técnico que, en el caso argentino, ronda los 18.296 millones de dólares. Sin embargo, la deuda vigente con el FMI —producto de los acuerdos firmados en tiempos de Mauricio Macri y renegociados bajo Javier Milei— supera el 1200% de esa cuota. Es decir, Argentina recibió un préstamo que triplica incluso los márgenes excepcionales que el propio reglamento del FMI permite.
Según un informe de Quantum Finanzas, la relación crédito-cuota de la Argentina se ubica en el 1263% tras el primer desembolso del actual acuerdo y podría alcanzar el 1449% si se completa el total pactado. Esto convierte al país en el mayor deudor individual del organismo, concentrando el 37% del total de préstamos vigentes.
¿Cómo se explica una deuda fuera de norma?
“Estamos hablando de un endeudamiento absolutamente fuera de escala”, afirma Mercedes D’Alessandro, doctora en Economía. Y agrega: “Es evidente que esto no fue una decisión técnica sino una operación política, con un aval internacional que trasciende las normas del Fondo”.
En efecto, la magnitud del préstamo otorgado a la Argentina en 2018 fue tan inusual que generó cuestionamientos dentro del propio FMI. En el análisis posterior del acuerdo, el organismo admitió que el programa había sido mal diseñado, carecía de fundamentos macroeconómicos sólidos y fue impulsado con objetivos más geopolíticos que financieros: apuntaba a sostener políticamente al gobierno de Mauricio Macri.
Frente a esta realidad, el planteo de CFK intenta invertir la lógica. No se trata de desconocer la deuda ni de impulsar un default, sino de reencuadrar la discusión desde el derecho que le asiste a la Argentina como miembro del organismo. “Hay que separar los aspectos técnicos de los políticos, ejercer presión, construir alianzas. No es solo un problema argentino: hay muchos países que enfrentan dilemas similares”, concluye D’Alessandro.
Renegociar la legitimidad
En los pasillos del Instituto Patria, la propuesta es leída como un intento de “hacer un clic” en la estrategia política y económica del peronismo. No se trata solo de números, sino de recuperar soberanía frente a un esquema de deuda que condiciona las decisiones de política económica y asfixia la capacidad del Estado para invertir en desarrollo, infraestructura o inclusión social.
Funcionarios del FMI explicaron que cualquier préstamo que supere el 600% de la cuota se encuadra como «acceso excepcional». Que a su vez, esos préstamos traen consigo sobrecargos de intereses —de hasta 300 puntos básicos— que agravan aún más la carga financiera. En otras palabras: se paga más, por haber recibido más de lo permitido.
En este sentido, el planteo de CFK apunta a renegociar los intereses, los plazos y las condiciones de pago, pero también la legitimidad misma del acuerdo. Y abre la puerta a un debate que el Fondo intenta evitar: el del uso político de sus préstamos.
El rol del FMI en el nuevo mapa global
La discusión sobre la relación con el FMI no se agota en el plano económico. En los debates que organizó recientemente el PJ, con más de 60 economistas presentes, se discutieron ejes que conectan la deuda externa con el modelo productivo, la emergencia social, el bimonetarismo y la nueva geopolítica global.
Allí se planteó la necesidad de un nuevo enfoque económico que interpele a las juventudes, los sectores productivos y las clases medias, sin perder la identidad histórica del peronismo. Parte de ese camino implica redefinir las alianzas internacionales: mirar hacia el Sur Global, hacia los BRICS, y dejar de pensar a Washington como el único interlocutor válido.
Cristina Fernández de Kirchner, en este marco, parece haber tomado nota. Su propuesta apunta tanto a cuestionar el statu quo del FMI como a abrir una ventana para discutir otra arquitectura financiera global, en la que los países deudores tengan voz y capacidad de negociación, y no sean tratados como culpables seriales de crisis que no siempre provocaron.
¿Es viable el planteo?
La viabilidad de la propuesta dependerá no solo de la fortaleza técnica del planteo, sino de la capacidad política para sostenerlo. El FMI no cede fácilmente: su institucionalidad está blindada por los intereses de las grandes potencias que lo controlan, principalmente Estados Unidos.
Pero los antecedentes existen. En 2005, Néstor Kirchner canceló la deuda con el FMI para liberarse de sus condicionalidades. En los últimos años, varios países —entre ellos, Pakistán, Egipto y Sri Lanka— han buscado, con distintos grados de éxito, revisar los términos de sus programas.
La iniciativa de CFK, aún en germen, plantea un cambio de enfoque: pasar del sometimiento silencioso a una negociación activa. No es fácil, no es rápido, pero puede ser el punto de partida para repensar el lugar de Argentina —y de América Latina— en el tablero financiero global.
Del diagnóstico a la acción
En tiempos donde la política económica argentina parece reducida a ajustar para cumplir metas ajenas, la propuesta de Cristina Fernández de Kirchner reabre una discusión que muchos daban por cerrada: ¿puede un país redefinir su vínculo con el FMI sin romper con el sistema?
La clave estará en construir consensos internos, sumar apoyo externo y, sobre todo, transformar una idea política en un proyecto concreto de soberanía. Porque, como enseñó la historia, las deudas impagables no se pagan: se discuten, se reestructuran, o se convierten en tragedia.
NR