PANORAMA ECONOMICO
El gobierno de Javier Milei se aferra a una narrativa de éxito económico construida sobre bases frágiles. Mientras se celebra una supuesta «estabilización», el escenario macroeconómico presenta signos preocupantes que desmienten el relato oficial.
La caída de la inflación, celebrada por el Ejecutivo como un logro, esconde detrás una realidad mucho más compleja: un freno brutal de la actividad económica, licuación de ingresos, manipulación estadística y un modelo de ajuste que profundiza desequilibrios estructurales en lugar de corregirlos.
En primer lugar, el Banco Central no solo ha dejado de comprar dólares, sino que ha comenzado a perder reservas. La falta de intervención compradora en el mercado de cambios desde hace semanas evidencia una creciente tensión cambiaria y una aceleración de la salida de divisas. Según datos recientes, las reservas netas volvieron a terreno negativo, a pesar del ajuste fiscal y la licuación del gasto. Esta dinámica se agrava con un déficit comercial creciente, producto de la caída de las exportaciones y cierta recuperación de las importaciones por recomposición de stocks. En lo que va del año, Argentina acumuló más de USD 1.500 millones de déficit comercial, una señal clara de que el modelo de tipo de cambio bajo ha comenzado a hacer agua.
En paralelo, el gobierno incumple las metas acordadas con el FMI, especialmente las referidas a acumulación de reservas y sostenibilidad fiscal estructural. Las metas cuantitativas del segundo trimestre ya están virtualmente caídas, lo que obliga al equipo económico a negociar un nuevo waiver (dispensa) con el Fondo Monetario para evitar sanciones o suspensiones del programa. Esta situación debilita la posición externa de la Argentina y reaviva dudas sobre la capacidad del gobierno para sostener un programa económico sin financiamiento internacional genuino ni un plan de estabilización integral.
A ello se suma la creciente sospecha de manipulación del índice de inflación. Desde abril, distintas consultoras privadas, analistas y hasta técnicos del INDEC han denunciado distorsiones en la metodología utilizada para medir precios, especialmente en rubros como alimentos y salud. Las inconsistencias estadísticas buscan construir una imagen de desinflación que no se condice con la percepción cotidiana de los consumidores ni con las mediciones alternativas. Es una «inflación dibujada», útil para el relato oficial pero contraproducente para la credibilidad técnica del sistema estadístico nacional.
En este contexto, el mercado ya descuenta una devaluación del tipo de cambio oficial para después de las elecciones de octubre. si bien la brecha cambiaria se mantiene en niveles bajos, con un dólar blue y el contado con liquidación en torno a los $1250, mientras las tasas reales son fuertemente positivas, incentivando la bicicleta financiera. Las reservas líquidas son escasas, el Banco Central no logra estabilizar el mercado, y la política monetaria sigue siendo inconsistente: por un lado, se libera el cepo importador de forma parcial, pero por otro, se niega una corrección del tipo de cambio que devuelva competitividad y expectativas racionales a los actores económicos.
Lo que Milei llama «superávit gemelo» es en realidad una ilusión estadística sostenida por la postergación de pagos (como el freno a la obra pública), el no giro de recursos a provincias y una brutal licuación del gasto social. El superávit fiscal no es sostenible en el tiempo y el externo se ha evaporado en apenas unos meses. Mientras tanto, el gobierno sigue sin mostrar un plan integral de desarrollo, sin inversión productiva ni un sendero claro de acumulación de divisas.
Lejos de una economía en recuperación, Argentina transita una recesión profunda con creciente fragilidad externa, sin reservas, sin financiamiento y sin política cambiaria consistente. La paz cambiaria es apenas un veranito de expectativas en un clima de tormenta estructural. Y como ocurre con todo equilibrio inestable, basta una chispa —como la expectativa electoral o una caída en los precios internacionales de los granos— para que la crisis se desate con más fuerza.
AM