Activos argentinos bajo presión: el impacto de la tensión global y los desafíos internos

  Mientras los mercados internacionales reaccionan con nerviosismo ante un nuevo episodio de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, los activos financieros argentinos enfrentan una doble presión: la volatilidad global y los dilemas estructurales locales. Caen las acciones, repuntan algunos bonos, y crece la incertidumbre.


En una jornada marcada por la tensión en los mercados globales, los activos argentinos reflejan una creciente vulnerabilidad ante los factores externos e internos que configuran el panorama financiero actual. La reciente escalada en la disputa comercial entre Estados Unidos y China volvió a encender las alarmas: Pekín acusó a Washington de romper el acuerdo de tregua de 90 días, mientras que Donald Trump redobló la apuesta al señalar que fue China quien “violó totalmente” el pacto.

Este nuevo cruce de acusaciones, que se suma a las declaraciones del secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth —quien advirtió que China busca ser una potencia hegemónica en Asia—, profundizó la volatilidad en los mercados internacionales. En ese contexto, los activos de países emergentes, como los de Argentina, se convierten en los primeros blancos del temor inversor.

El índice S&P Merval retrocedió un 2,1% este lunes, con fuertes bajas en acciones como Central Puerto (-4,2%), Sociedad Comercial del Plata (-3,5%) y Banco BBVA (-3,3%). Mientras tanto, en Wall Street, los ADRs argentinos mostraron un comportamiento mixto: caídas para Central Puerto (-3,1%) y BBVA (-2,7%), y alzas para Telecom (+1,9%) y Cresud (+1,3%).

En contraste, los bonos soberanos en dólares mostraron un leve repunte, revirtiendo una tendencia bajista inicial. El Bonar 2029 subió un 0,7% y el Bonar 2041 un 0,4%, impulsados por movimientos estratégicos de los inversores tras la reciente colocación de deuda en pesos.

Colocación de deuda, dólar e inflación: la pulseada local

La semana pasada, el Gobierno argentino logró una colocación de deuda por más de mil millones de dólares equivalentes en pesos, apuntando a fortalecer las reservas del Banco Central. Si bien la tasa fue más alta de lo esperado —29,5% anual—, el oficialismo celebró la operación como un hito en la reapertura del mercado local de deuda.

No obstante, el costo fue elevado. Como señalan desde la consultora Bell Bursátil, la operación introdujo una presión adicional sobre el dólar oficial, ya que la elevada tasa implícita en pesos actúa como un nuevo “piso” para la cotización. A esto se suma la opción de put para los inversores en 2027, año electoral, lo que refuerza la especulación sobre la sustentabilidad del repago.

La reacción positiva en los bonos contrasta con el comportamiento errático de las acciones, más sensibles al ruido externo. La persistente incertidumbre internacional golpea al mercado accionario argentino, que había mostrado una sólida recuperación en mayo.

Por otro lado, crecen las versiones sobre una posible postergación de la revisión del FMI sobre las reservas del Banco Central, que aún estaría por debajo de los objetivos pactados. Con un faltante estimado en al menos u$s 4.000 millones, el cumplimiento de las metas luce complejo.

Blanqueo y desinflación: señales mixtas desde el frente económico

Mientras tanto, el equipo económico busca avanzar con un nuevo esquema para canalizar los dólares no bancarizados hacia el sistema financiero. A más de dos semanas del anuncio del ministro Luis Caputo sobre la flexibilización de los requisitos para transferencias en moneda extranjera, aún se esperan detalles clave que definan su efectividad.

En cuanto a la inflación, los primeros relevamientos privados sugieren que el dato de mayo podría ubicarse por debajo del 2%, e incluso comenzar con un “1”, lo cual sería una señal política importante para el Gobierno. No obstante, algunos economistas advierten que el ritmo de desaceleración de precios podría ser efímero si no se estabiliza la macroeconomía.

Volatilidad persistente y horizonte incierto

En suma, el desempeño de los activos argentinos continúa siendo rehén de dos frentes: la creciente tensión geopolítica global y la fragilidad estructural de la economía local. Si bien las autoridades celebran algunos avances —como la contención de la inflación y el regreso a los mercados de deuda—, los movimientos de capital, la inestabilidad cambiaria y la dependencia de expectativas aún no resueltas (como el acuerdo con el FMI) impiden consolidar una senda de estabilidad.

En este escenario, el comportamiento errático de las acciones y los vaivenes de los bonos no son más que el reflejo de una economía que todavía navega a contracorriente en un mundo cada vez más impredecible.