El radicalismo provincial se reúne para definir su estrategia electoral ante un escenario de alianzas inestables, fracturas internas y una posible cooptación por parte del armado libertario. ¿Reconstrucción de una coalición de centro o sumisión al «frente anti kirchnerista»?
Este miércoles a las 14, el Comité Provincia de la Unión Cívica Radical (UCR) en La Plata será el escenario de una cumbre decisiva: las autoridades partidarias recibirán a los 27 intendentes bonaerenses con el objetivo de definir una hoja de ruta frente al inminente cierre de alianzas previsto para el 9 de julio. La pregunta que sobrevuela la cita no es menor: ¿puede el radicalismo recuperar su voz propia en medio del ruido de una nueva derecha emergente y de un sistema político en reconfiguración?
El debate central gira en torno a tres alternativas: reconstruir una coalición de centro, competir en soledad o avanzar hacia un entendimiento con La Libertad Avanza (LLA) y el PRO. Cada una implica costos políticos, fracturas internas y, sobre todo, interrogantes sobre la supervivencia de la identidad radical.
Un partido entre dos fuegos
Desde el Foro de Intendentes Radicales, que agrupa a los jefes comunales del partido en la provincia, se escuchan advertencias. “No hay voluntad de ir con los extremos”, aseguran, rechazando tanto al kirchnerismo como a los libertarios. Sin embargo, el ala oficialista del partido, encabezada por Maximiliano Abad y con referentes como Karina Banfi o Nerina Neumann, se muestra más permeable a la lógica del «frente anti K» que impulsa Javier Milei y que ya selló una alianza entre el PRO y LLA.
“No descarto nada”, declaró Neumann. Banfi fue aún más explícita: “Primero yo quiero ganar. Si me tengo que juntar y hablar con todos, eso es lo que estamos haciendo los que le queremos ganar a Kicillof”. La frase sintetiza el espíritu de una parte del radicalismo que parece más dispuesta a diluir su perfil ideológico a cambio de protagonismo electoral.
Ruido interno y liderazgos enfrentados
La falta de una conducción unificada agrava el dilema. La interna que estalló en noviembre pasado durante la elección para suceder a Abad dejó heridas abiertas: denuncias cruzadas, intervención judicial y comicios repetidos en tres distritos. El conflicto debilitó el vínculo entre Abad y Martín Lousteau, líder del sector Evolución.
Mientras Miguel Fernández (oficialismo) y Pablo Domenichini (Evolución) encabezan estructuras paralelas, los rumores de una ruptura se intensifican. Desde Evolución no descartan un escenario en el que se queden con una docena de intendencias si fracasa el intento de unidad.
El avance libertario
Mientras la UCR se debate, el tándem Milei–PRO avanza con velocidad. El acuerdo entre Karina Milei, Cristian Ritondo y Diego Santilli selló una alianza legislativa y electoral. El objetivo declarado es articular un “frente anti miseria”, según el diputado José Luis Espert, quien busca sumar a sectores del radicalismo bajo una agenda de choque: «¿Estamos de acuerdo que para el delincuente es cárcel o bala? ¿Qué hay que detonar el Ministerio de Educación? ¿Qué somos esclavos impositivos?».
Con este discurso extremo, la LLA intenta cooptar cuadros del radicalismo con promesas de poder inmediato. El riesgo es claro: un radicalismo que se sume sin condiciones al dispositivo libertario podría perder su histórico rol como partido de centro republicano.
El espejo de 2001
Para algunos analistas, el momento recuerda al colapso político-institucional de principios de siglo. Entonces, la UCR también enfrentó dilemas de identidad y alianzas que terminaron licuando su representación. La diferencia es que hoy no enfrenta al peronismo clásico sino a un nuevo actor que cuestiona incluso las bases del pacto democrático.
La pregunta es si los intendentes radicales lograrán frenar ese proceso y encausar una reconstrucción de centro, o si el pragmatismo electoral, disfrazado de urgencia, los arrastrará a una nueva descomposición. Como ocurrió en 2015 con la fusión en Cambiemos, muchos temen que lo que se presenta como un acuerdo táctico termine siendo una disolución estratégica.
Identidad o desaparición
La reunión puede marcar el inicio de una nueva etapa para la UCR bonaerense. Pero también puede sellar el destino de un partido que, si no redefine su rumbo con claridad y autonomía, corre el riesgo de convertirse en una fuerza testimonial o subordinada. La identidad radical, basada en la defensa de las instituciones, el federalismo y los valores democráticos, parece más necesaria que nunca en un sistema político que vira hacia los extremos.
Lo que está en juego no es solo una elección, sino la supervivencia de un actor clave en la historia política argentina. Y esta vez, el margen de error es mínimo.