Las intensas precipitaciones que azotaron a la provincia de Buenos Aires dejaron un saldo de más de 2.500 evacuados, rutas anegadas y municipios colapsados. El Gobierno bonaerense y las fuerzas federales coordinan tareas de rescate y asistencia en una de las peores tormentas en años.
Una tormenta sin tregua: el temporal paralizó el corazón productivo de Buenos Aires
La provincia de Buenos Aires enfrenta una de las peores tormentas de los últimos años. En tan solo tres días, se registraron más de 400 milímetros de precipitaciones acumuladas en el noroeste bonaerense, una cifra equivalente a todo un mes de lluvias. Municipios como Zárate, Campana, Luján, Salto, Moreno y Exaltación de la Cruz, entre muchos otros, quedaron bajo el agua. Las imágenes que circulan en redes sociales muestran campos convertidos en mares, rutas desaparecidas entre zanjas desbordadas y barrios completamente anegados.
El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) emitió alertas rojas, naranjas y amarillas a lo largo de la jornada del sábado 17 de mayo. Aunque el núcleo más intenso del temporal comenzó a desplazarse hacia Entre Ríos por la tarde, las autoridades mantienen la alerta naranja hasta la noche del mismo día.
Durante una conferencia de prensa desde el Comité de Emergencia montado en Puente 12, en La Matanza, el gobernador Axel Kicillof remarcó que, pese a la gravedad del fenómeno, “no se registraron víctimas fatales”. Sin embargo, pidió extrema precaución y evitar la circulación en rutas anegadas. Las rutas nacionales 8 y 9, vitales para el transporte de bienes y personas en el corredor norte, permanecen inhabilitadas por tramos.
Municipios bajo agua y una población movilizada
La magnitud del desastre obligó a evacuar a más de 2.500 personas en distintos distritos. En Zárate, vecinos describieron el panorama como apocalíptico: “Los campos parecen un mar, no se distingue la ruta de las zanjas”, dijo Miguel Ruberti, residente de la zona. En paralelo, se registraron tormentas con granizo en varios barrios de la Ciudad de Buenos Aires, como Caballito, Flores y Villa Devoto.
La solidaridad comunitaria volvió a mostrar su rostro más firme en medio de la tragedia. Clubes de fútbol del ascenso como Defensores Unidos de Zárate, Villa Dálmine y Puerto Nuevo abrieron sus puertas como centros de evacuación y recepción de donaciones. Estos espacios ahora recogen agua, alimentos, colchones y ropa para los damnificados, convirtiéndose en refugios improvisados frente a la emergencia.
Emergencia y falta de coordinación
El ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso, comparó el fenómeno con lo ocurrido en Bahía Blanca en diciembre pasado, aunque con la diferencia de que esta tormenta se extendió por más de 72 horas: “Es un fenómeno climático muy inestable que nos ha generado una tormenta muy intensa”, dijo, y advirtió que podrían seguir cayendo precipitaciones.
Por otro lado vecinos y autoridades municipales cuestionaron la falta de presencia de las fuerzas federales en la áreas mas criticas, por lo menos para poner cierto orden y prevención en la circulación de vehículos por autopistas y rutas como la 8 y la 9 que fueron de las mas afectadas. Tampoco hubo coordinación entre las distintas jurisdicciones. Durante las primera horas solo hubo respuesta por parte de los municipios, Defensa Civil y vecinos auto convocados
Un llamado a repensar la infraestructura y la planificación urbana
El evento climático vuelve a poner en el centro del debate la vulnerabilidad estructural del conurbano y del interior productivo bonaerense ante fenómenos extremos. La falta de inversión sostenida en infraestructura hídrica, el crecimiento desordenado de los núcleos urbanos y la deforestación de cuencas hídricas agravan las consecuencias de lluvias que, aunque excepcionales, no son inéditas.
Mientras el clima extremo se convierte en una constante bajo el contexto del cambio climático global, la planificación territorial y la inversión en obras de mitigación deberían pasar a ser ejes prioritarios en las agendas políticas. Las lluvias torrenciales de estos días revelan no solo una crisis climática, sino también un sistema de respuesta que necesita ser fortalecido.