Con una firme apuesta por el multilateralismo y el fin de la hegemonía occidental, China y Brasil consolidan una alianza estratégica en el marco del Foro China-CELAC. Créditos, cooperación e integración marcan una nueva etapa geopolítica que redefine el rol de América Latina en el siglo XXI.
En un mundo cada vez más fragmentado, el Foro China-CELAC celebrado en Beijing se erigió como una señal poderosa del ascenso de un nuevo orden internacional. Con la presencia estelar del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y la anfitrionía del mandatario chino Xi Jinping, la cumbre dejó en claro que el Sur Global ha comenzado a hablar con voz propia y ya no está dispuesto a ser un actor pasivo en los asuntos mundiales.
La reunión no fue una más: simboliza el fortalecimiento del vínculo entre China y América Latina, en particular con Brasil, que actúa como socio estratégico dentro de los BRICS y articulador regional. En palabras de Lula, «la relación entre Brasil y China nunca fue tan necesaria». La firma de acuerdos clave y la reiteración del compromiso mutuo con el multilateralismo, la industrialización verde y la cooperación financiera señalan un viraje profundo en la geopolítica latinoamericana.
Más allá del dólar
Uno de los puntos más significativos del encuentro fue el avance hacia una relación comercial menos dependiente del dólar estadounidense. Brasil y China impulsarán el uso del real y el yuan en sus intercambios bilaterales, siguiendo una tendencia que se intensifica en otros acuerdos del BRICS y que apunta a erosionar la hegemonía monetaria de Estados Unidos.
El acuerdo también contempla una mayor cooperación en logística, infraestructura digital, energías limpias y financiamiento para el desarrollo. Es decir, no se trata sólo de comercio, sino de una apuesta por la integración económica y tecnológica del continente bajo una lógica de beneficio mutuo.
Créditos y cooperación con todo el continente
Xi Jinping, en su discurso de apertura, anunció una línea de crédito por 66.000 millones de yuanes (unos 9.200 millones de dólares) para impulsar el desarrollo regional. Prometió además ampliar la importación de productos latinoamericanos de alta calidad y alentar nuevas inversiones chinas en América Latina, consolidando una presencia que ha venido creciendo desde hace más de dos décadas.
Desde 2005, China ha firmado acuerdos de libre comercio con países como Chile, Perú, Ecuador y Costa Rica, y más de veinte naciones de la CELAC ya se han adherido a la Iniciativa de la Franja y la Ruta. De acuerdo a datos de la CEPAL y el China-Latin America Finance Database, los flujos de inversión directa y financiamiento chino en la región ya superan los 140.000 millones de dólares acumulados.
Una nueva arquitectura global
El trasfondo ideológico del Foro también merece atención. Frente a un mundo definido por la disputa hegemónica entre Estados Unidos y China, y ante el resurgir del proteccionismo, el evento en Beijing propuso una narrativa alternativa: el diálogo de civilizaciones.
El presidente colombiano Gustavo Petro, actual titular pro tempore de la CELAC, hizo un llamado a trascender el paradigma del Estado-nación, proponiendo una cooperación basada en la interculturalidad, la sostenibilidad y la solidaridad entre pueblos. Gabriel Boric, de Chile, también coincidió en destacar que la cooperación con China debe partir desde la igualdad y el desarrollo compartido.
El ausente
En contraste, la ausencia de Javier Milei —que había anticipado su participación a principios de año— refleja la opción del gobierno argentino por alinearse con los Estados Unidos e Israel, en desmedro de un espacio donde se definen hoy oportunidades concretas de financiamiento, comercio y desarrollo. Mientras sus vecinos amplían vínculos con la segunda potencia económica del planeta, Argentina decide marginarse de iniciativas que podrían apuntalar su economía productiva.
El Sur Global toma forma
La consolidación del eje sino-brasileño en el seno del Foro China-CELAC es más que una anécdota diplomática: es parte de una transformación estructural del orden internacional. Como expresó Lula, “el Sur Global es la novedad política del siglo XXI”. Este Sur busca establecer relaciones horizontales, escapar del tutelaje de los organismos multilaterales dominados por el Norte y construir una agenda propia basada en el desarrollo sostenible, la soberanía tecnológica y la justicia social.
En ese camino, China emerge como el principal socio estratégico, no sólo por su capacidad de financiamiento e inversión, sino por su disposición a dialogar sin imponer condiciones políticas, como lo hacen habitualmente las potencias occidentales.
Epílogo abierto
Con más de 500.000 millones de dólares en intercambio comercial entre China y América Latina en 2024, y con proyectos estratégicos en marcha en transporte, energía y telecomunicaciones, el Foro China-CELAC confirma que estamos ante un giro de época. La pregunta ya no es si el Sur Global tendrá un rol protagónico, sino quiénes están dispuestos a ocuparlo.