Los aumentos le tuercen la mano a Caputo: nuevas subas de alimentos desafían el pedido oficial


A menos de un mes de la solicitud oficial de frenar los incrementos, las principales alimenticias volvieron a presentar listas de precios con alzas que duplican la inflación, en un contexto de ventas en caída y pérdidas corporativas.


En un escenario donde el Gobierno de Javier Milei intentó contener la escalada de precios tras su acuerdo con el FMI, las grandes productoras de alimentos —encabezadas por las molineras y aceiteras— remitieron a supermercados y mayoristas nuevas listas de aumentos de hasta el 9 %, muy por encima del 3,7 % de inflación mensual de marzo según el INDEC .

Estas remarcaciones se producen en medio de una fuerte contracción del consumo: las ventas en supermercados mayoristas cayeron un 11 % interanual en enero, mientras que las minoristas apenas crecieron un 4 % . Además, un informe provincial indicó que en enero las ventas totales estuvieron 10 % por debajo de 2023, atribuyéndose al deterioro salarial .

Contexto político y económico

El pedido de “no aumentos”

Tras firmar un nuevo acuerdo con el FMI por 20.000 millones de dólares y levantar parcialmente el cepo cambiario, el Gobierno encabezado por Milei sostuvo que la devaluación era inferior al 12 % y reclamó a las alimenticias que congelaran listas de precios para evitar un traspié en la lucha contra la inflación .

En respuesta, el ministro de Economía Luis “Toto” Caputo convocó a la Asociación de Supermercados Unidos (ASU) para agradecerles su cooperación y pedirles que rechazaran adicionales remarcaciones. Sin embargo, reconoció públicamente la dificultad de controlar a la Coordinadora de Productores de Alimentos (Copal), especialmente a las grandes molineras y aceiteras.

Mecanismos de remarcación

Según Copal, las empresas justifican los nuevos precios por el encarecimiento del dólar “planchado” en torno a 1.200 pesos, equivalente a una devaluación real del 10–12 % . Este ajuste se suma a los incrementos preventivos aplicados tras la apertura del cepo cambiario y el acuerdo con el FMI.

Impacto en las cadenas de valor

Subas por sectores

  • Molineras y aceiteras: Aceitera General Deheza aplicó un 6 % de alza; Molino Cañuelas, un 7 % en farináceos, 9 % en aceite de oliva y 4,5 % en girasol; Bunge y Molinos Río de la Plata remarcaron 4,5 % en girasol.

  • Bebidas y snacks: Algunas galletitas dulces y bebidas con y sin alcohol registraron ajustes superiores al 5 % en abril.

  • Farináceos acumulados: La harina había aumentado 12–15 % en marzo, y ahora suma una nueva capa de subas que presionan al alza el precio de pan y pastas .

Caída de ventas y márgenes

Las mayores cadenas, pese a rechazar las listas, registran balances negativos: las ventas en supermercados mayoristas caen 11 % y las minoristas 8,6 % trimestre contra trimestre, según consultoras privadas. Este derrumbe del volumen complica la posibilidad de absorber aumentos sin trasladarlos al consumidor.

El caso Molinos Río de la Plata

Molinos reportó pérdidas de $ 5.460 millones en el primer trimestre de 2025, atribuidas a que sus costos unitarios subieron 24 % mientras que sus precios sólo 8,4 % nominal, muy por debajo del 55,9 % de inflación interanual informada en marzo .

En ese periodo, los ingresos netos cayeron 25,9 % en términos reales a $ 199.548 millones, aunque la firma destacó que mantuvo o incluso ganó participación de mercado gracias a su política de accesibilidad de precios en un consumo aún deprimido.

Reacciones oficiales y perspectivas

Gobernadores de varias provincias alertan sobre un “ahogo financiero” por la caída de la coparticipación y planean nuevos cónclaves para coordinar una respuesta conjunta. Mientras el Gobierno insiste en que no hay “fundamentos macro” para justificar la inflación, la remarcación en cascada de precios alimenticios y la erosión del consumo plantean un desafío sustancial para su estrategia de desinflación.

Analistas coinciden en que, sin una recuperación salarial auténtica y una recomposición de márgenes en el sector productivo, los controles de precios seguirán siendo difícilmente sostenibles en el tiempo, más aún en un contexto de alta inflación estructural.