Unidad, reclamos y estrategia: la CGT apuesta a Kicillof y reconfigura el tablero peronista


La masiva marcha por el Día del Trabajador terminó con una cumbre de alto voltaje político entre la CGT y Axel Kicillof, en un gesto que consolida al gobernador bonaerense como figura central del peronismo y profundiza la disputa por el liderazgo opositor frente a la avanzada liberal del gobierno de Javier Milei.


La conmemoración del Día del Trabajador de este año se transformó en mucho más que una jornada de reclamos sindicales. En un contexto de crisis social, ofensiva gubernamental contra los derechos laborales y una interna feroz dentro del peronismo, la Confederación General del Trabajo (CGT) no solo movilizó a miles de trabajadores en el centro porteño, sino que coronó la jornada con una reunión clave con el gobernador Axel Kicillof. El encuentro, cargado de simbolismo, reconfigura el escenario opositor y deja señales claras de cara al futuro del peronismo.

Una movilización multitudinaria y combativa

Desde temprano, columnas gremiales y de organizaciones sociales comenzaron a concentrarse en la intersección de Avenida Independencia y Lima. La marcha avanzó por el corazón histórico de la Ciudad de Buenos Aires hasta llegar al Monumento al Trabajo, un punto emblemático para el movimiento obrero argentino. Las consignas apuntaron con dureza contra el ajuste implementado por el presidente Javier Milei: defensa de las paritarias libres, aumento de emergencia para jubilados, rechazo a la reforma laboral, y exigencia de la homologación de convenios colectivos.

No fue una jornada sin fricciones. La represión simbólica y efectiva volvió a aparecer: fuerzas de seguridad intentaron bloquear el corte de la 9 de Julio y se registraron retenciones de decenas de micros que transportaban manifestantes, una práctica que ya se ha vuelto recurrente y genera fuerte repudio desde el sindicalismo. El operativo, ordenado por el Ministerio de Seguridad, fue denunciado como una estrategia para criminalizar la protesta y disciplinar la movilización social.

Kicillof, la CGT y el nuevo ajedrez justicialista

Tras la marcha, el Consejo Directivo de la CGT se trasladó a su sede de la calle Azopardo, donde se dio el hecho político más importante de la jornada: el encuentro con Axel Kicillof. El gobernador bonaerense, que viene marcando diferencias con el kirchnerismo duro y ganando protagonismo como figura opositora, recibió el respaldo implícito (y en algunos sectores explícito) de los principales dirigentes sindicales.

La foto de Kicillof con Héctor Daer, Carlos Acuña y Octavio Argüello —referentes de la central— no es un hecho menor. Se trata de un alineamiento estratégico frente a la disputa que atraviesa al PJ: por un lado, el liderazgo histórico de Cristina Fernández de Kirchner, cada vez más desdibujado; por el otro, un Kicillof que, con gestión, presencia territorial y discurso moderado, busca constituirse como alternativa de unidad y renovación.

En este nuevo ajedrez interno, figuras como Sergio Palazzo o Omar Plaini, más cercanos a Cristina, buscaron matizar el apoyo al gobernador para no romper puentes, pero la tendencia es clara: la CGT busca interlocutores con capacidad política y voluntad de construir un nuevo frente opositor ante la crisis social y la ofensiva neoliberal del gobierno nacional.

La CGT, en ofensiva

La central obrera no ha permanecido pasiva ante las políticas de Javier Milei. Con tres paros generales, presencia constante en la calle y una estrategia comunicacional más articulada, ha recuperado protagonismo en el debate público. La movilización del 30 de abril, adelantada un día para evitar que el feriado licúe su impacto, fue una nueva muestra de su capacidad de fuego.

Además, la CGT se prepara para una etapa de renovación interna en noviembre, donde podría redefinir su conducción y sus alianzas estratégicas. Todo indica que la sintonía con el gobierno de la provincia de Buenos Aires, uno de los pocos bastiones institucionales que le quedan al peronismo, se consolidará como eje central de su posicionamiento político.

Una oposición fragmentada, un gobierno en guerra con los derechos

Mientras tanto, el gobierno de Javier Milei sigue apostando a la confrontación. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, descalificó la movilización y cuestionó su anticipación al 1° de mayo, en línea con una narrativa oficial que presenta a los gremios como parte de una “casta” que obstaculiza el progreso. Desde la Casa Rosada se insiste en deslegitimar la protesta social, a la par que se impulsan reformas que precarizan las condiciones laborales y debilitan la negociación colectiva.

El proyecto de país en disputa quedó claramente expuesto: de un lado, un gobierno que intenta desmantelar los pilares del Estado social; del otro, un bloque sindical que intenta resistir y un peronismo en plena reconfiguración.

El factor estratégico: el Papa Francisco y el simbolismo de la unidad

En el encuentro en Azopardo también se rindió homenaje al recientemente fallecido Papa Francisco, cuya figura ha sido una referencia ética y política para los sectores populares. No fue un gesto menor: en momentos de crisis espiritual y material para millones de argentinos, el legado de Francisco como defensor de los excluidos y crítico del neoliberalismo global funciona como bandera de unidad y sentido.

Un nuevo ciclo por escribir

La CGT y Kicillof cerraron la jornada con un mensaje que va más allá de lo simbólico. La oposición se encuentra ante la oportunidad —y la responsabilidad— de articular un proyecto alternativo que combine sensibilidad social, organización territorial y renovación política. El peronismo, lejos de estar muerto, está en transición. Y la escena del 30 de abril puede quedar en la historia como el inicio de un nuevo ciclo.