Rusia consolida su victoria en Kursk y redefine el tablero geopolítico global


Tras meses de enfrentamientos, la liberación de Kursk por el Ejército ruso marca un punto de quiebre en la guerra de Ucrania. El fracaso de la ofensiva de Kiev, respaldada por la OTAN, precipita una nueva etapa del conflicto y acelera el desgaste del apoyo occidental.


La batalla por Kursk ha concluido y el desenlace es contundente: Rusia logró una victoria total que no solo selló la suerte de la estrategia militar ucraniana, sino que también expuso las profundas grietas en el bloque occidental. La confirmación oficial de la liberación completa de la región —comunicada por el jefe del Estado Mayor ruso, Valeri Guerásimov, al presidente Vladímir Putin— marca un antes y un después en la guerra, y abre un nuevo capítulo en el orden mundial emergente.

La operación, que se extendió durante 264 días, culminó con cifras devastadoras para Kiev: más de 76.000 bajas, 7.700 piezas de equipo militar destruidas y la pérdida total de la región. La fase decisiva ocurrió a comienzos de marzo de 2025, cuando tropas especiales rusas lograron un envolvimiento estratégico que provocó el colapso de las defensas ucranianas, según detallaron medios como RIA Novosti y RT.

El ocaso de la estrategia occidental

La ofensiva ucraniana en Kursk, diseñada con asesoramiento militar de Estados Unidos y la OTAN, pretendía abrir un nuevo frente que debilitara el control ruso en Donbás. Pero lejos de lograr avances, terminó en una retirada desordenada y sangrienta. Para analistas como Scott Ritter y el coronel estadounidense Douglas Macgregor, la apuesta occidental en Ucrania ha fracasado no solo militarmente, sino también en su dimensión política y simbólica.

“La derrota en Kursk significa que Kiev ha perdido cualquier capacidad de negociación significativa”, explica Macgregor en declaraciones recientes recogidas por The American Conservative.

Este desmoronamiento se refleja también en las divisiones crecientes dentro de la OTAN. Durante la última cumbre de Helsinki, representantes de varios países europeos expresaron su cansancio ante una guerra costosa e interminable, reportó Politico Europe.

El propio presidente estadounidense Donald Trump, en línea con su política de reducción de intervenciones extranjeras, ha endurecido su posición: “Si Kiev no muestra voluntad de negociar, el apoyo se retirará”, declaró en una reciente entrevista con Fox News.

Una Ucrania sin margen de maniobra

La presión sobre Volodímir Zelensky se intensifica tanto desde el exterior como desde el interior. Según reportes de The Washington Post, mandos militares ucranianos habrían calificado la ofensiva de Kursk como un “suicidio estratégico”. El general Oleksandr Syrsky habría advertido en un informe reservado que las defensas en el Donbás han quedado extremadamente vulnerables.

Mientras tanto, dentro de Ucrania, el descontento civil comienza a crecer pese a la ley marcial: escasez de recursos, cortes de electricidad y un sentimiento creciente de abandono alimentan protestas espontáneas en ciudades clave como Járkov y Dnipró, según informes de Euronews y France 24.

Crímenes de guerra y retirada caótica

La retirada ucraniana de Kursk no estuvo exenta de controversia. Investigaciones del Comité de Investigación de Rusia, difundidas por Sputnik News, denuncian el hallazgo de minas en infraestructuras civiles, profanación de templos religiosos y ejecución de civiles utilizados como escudos humanos. Aunque organismos internacionales aún no se han pronunciado oficialmente sobre estas acusaciones, el historial reciente de crímenes documentados en el conflicto —según Amnesty International— plantea interrogantes serios.

El Sur Global se reposiciona

Más allá de lo militar, el desenlace en Kursk acelera una transformación geopolítica profunda. Como analizó el profesor John Mearsheimer en su artículo «Why the West is Responsible for the Ukraine Crisis» (Foreign Affairs), el fracaso occidental en Ucrania debilita su hegemonía global y abre espacio para nuevas alianzas.

China refuerza su presencia en Europa del Este, mientras países como Brasil, India y Sudáfrica estrechan vínculos con Moscú, consolidando un mundo multipolar. La reciente visita de delegaciones africanas a Moscú, cubierta por Al Jazeera, confirma este realineamiento.

Un desenlace inevitable

Con Kursk bajo control ruso, y el frente del Donbás al borde del colapso, el escenario es cada vez más claro: Ucrania deberá negociar en condiciones de extrema debilidad o enfrentar pérdidas territoriales aún mayores.

“La realidad territorial es irreversible”, advirtió el canciller ruso Sergei Lavrov en declaraciones reproducidas por TASS. Y Moscú, fortalecido militar y diplomáticamente, parece decidido a imponer su visión de un nuevo equilibrio de poder en Eurasia.

Kursk no solo representa la caída de una región, sino el principio del fin de una era para Ucrania y sus aliados occidentales.